Poco antes de que amanezca en la costa este el martes 8 de noviembre, la luna se tornará rojiza y comenzará un eclipse total, que durará casi una hora y media. Será el primer eclipse lunar total en un día de elecciones en la historia de Estados Unidos y no ocurrirá otro similar hasta el 8 de noviembre de 2394. En la tradición de los indígenas norteamericanos, al primer plenilunio de noviembre se le conoce como la Luna del Castor, porque es la época en que estos roedores han terminado su preparación para el invierno y se recluyen en sus madrigueras.
En otros tiempos más crédulos, a un eclipse se le consideraría aciago para una jornada en la cual las elecciones ocurren en un ambiente de retórica cada vez más inflamada, con amenazas de violencia e insinuaciones de que –como en otros países– los perdedores no reconocerán su derrota y denunciarán fraudes a granel. Las pujas políticas en Estados Unidos han sido, por casi dos siglos y medio, tan robustas como en cualquier otro país que se defina como una república democrática, con la adición más reciente del vituperio inmediato, la información tergiversada y el lenguaje extremista con que las redes sociales han enmugrecido el panorama.
Interesante será si dentro de 372 años, cuando ocurra otra «luna sangrienta» en un primer martes de noviembre, este país seguirá llevando adelante votaciones tras las que se respetan los resultados o se recordarán las de 2022 como una señal de que el juego electoral mismo entró en decadencia.
PUESTOS EN JUEGO
Las elecciones llamadas de medio término ocurren, precisamente, en la mitad del mandato presidencial, de modo que pasan a ser, a la vez, un referendo sobre la gestión del mandamás en la Casa Blanca y una oportunidad para que los votantes se pronuncien sobre sus representantes en el Congreso y los gobiernos y las legislaturas de sus estados.
Casi siempre resultan en un revés para el presidente de turno. Sea cual sea el color de su corbata (rojo para los republicanos, azul para los demócratas, y todos ellos hombres hasta ahora), a esta altura ya es claro que no cumplirán sus muchas promesas –lo que desalienta a sus votantes– y que han cometido varios errores –lo que enfogona a sus adversarios–.
Pero no es la presidencia de la república lo que se decide en estos comicios. Treinta y cinco de los 100 senadores buscan la reelección. Actualmente, el Senado tiene 50 miembros demócratas y 50 republicanos, con el voto de desempate a cargo de la vicepresidente, Kamala Harris. Las normas parlamentarias requieren una mayoría de 60 votos en el Senado para algunos aspectos de la legislación y para anular un veto presidencial. La paridad ha empantanado la mayor parte del programa de gobierno con el que Joe Biden ganó la elección hace dos años, y la pérdida de un solo senador demócrata dará al Partido Republicano más herramientas para obstaculizar su gestión de gobierno.
La Cámara de Representantes cuenta con 435 escaños. Actualmente los demócratas ocupan 220, los republicanos 212 y hay tres vacantes. En términos formales, todos los miembros de esa cámara tienen sus puestos en juego en la elección, pero, en la realidad, la mayoría de ellos no tiene competencia, lo que concentra toda la atención en los llamados vulnerables. Con la popularidad del presidente Biden gateando en el 40 por ciento de la opinión pública y la percepción generalizada de que los demócratas no saben gobernar, la mayoría de las encuestas apunta a un avance de los republicanos que les dará mayoría en la Cámara Baja.
Entre los 50 estados de la nación, los republicanos controlan 28 gobiernos y los demócratas, 22. El martes próximo, 20 gobernadores republicanos y 16 demócratas tendrán a prueba sus cargos. En algunos estados el Poder Legislativo consiste en dos cámaras y en otros, en una asamblea general. El martes próximo, 88 de las 99 cámaras legislativas tendrán elecciones en las que estarán en juego 6.278 de los 7.383 escaños, esto es, el 85 por ciento de los legisladores. Actualmente, son republicanos el 54,1 por ciento de todos los legisladores estatales, frente al 44,32 por ciento que son demócratas. Los republicanos tienen mayoría en 62 cámaras legislativas estatales y los demócratas, en 36 de ellas.
Y, para darle más tono local y regional, estas elecciones incluyen a los fiscales generales de 30 estados, los secretarios de Estado en 27 estados, los tesoreros estatales en 27 estados, los alcaldes en decenas de ciudades y otros puestos en los municipios (condados), las autoridades de tribus, incluidos los navajos, cheyennes, apaches y sioux, y referendos en siete estados, seis de ellos acerca de leyes que restringen o prohíben el aborto, o leyes que lo declaran legal.
LAS AMENAZAS
El Departamento de Justicia informó la semana pasada sobre una serie de amenazas de violencia contra los funcionarios electorales, las que se han incrementado desde la elección presidencial de 2020, cuando el entonces presidente, Donald Trump, se rehusó a aceptar su derrota e inició esfuerzos para anularla.
Un ejemplo de las advertencias es el de un individuo de 64 años, en Iowa, arrestado porque amenazó con matar a funcionarios electorales en el condado Maricopa, de Arizona, un distrito agitado por las controversias de 2020 y donde Trump perdió por unos 10 mil votos. «Cuando vayamos a lincharte, estúpido mentiroso comunista, vas a acordarte de que mentiste sobre la puta Biblia, pedazo de mierda. Vas a morir, pedazo de mierda. Te vamos a colgar. Vamos a colgarte», anunció el individuo en un mensaje que dejó grabado en el teléfono del fiscal general de Arizona, Mark Brnovich, a finales de setiembre.
El 58 por ciento de las amenazas potencialmente criminales ha ocurrido en estados donde, tras las elecciones de 2020, los republicanos iniciaron querellas judiciales, auditorías y recuentos de votos, incluidos Arizona, Georgia, Colorado, Míchigan, Pensilvania, Nevada y Wisconsin.
A mediados de octubre, el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) advirtió sobre las amenazas contra funcionarios electorales, que se han multiplicado en varios estados. «Las elecciones libres y limpias son la piedra angular de la democracia estadounidense», recordó la agencia. «Las personas que supervisan y participan en la administración de elecciones, incluidos los trabajadores en las mesas de votación, los voluntarios y los funcionarios de escrutinio, ayudan a salvaguardar la integridad del proceso democrático. Las amenazas contra los trabajadores electorales no solo ponen en riesgo la seguridad de los individuos afectados, sino también la estabilidad del proceso electoral», añadió el FBI.
Durante el ciclo de elecciones primarias del Partido Republicano, en decenas de sitios en todo el país salieron triunfantes los candidatos que, leales al expresidente Trump, ponen en duda la legitimidad de las elecciones de 2020 y emplean el lenguaje más extremista, calificando de «comunistas» a todos los candidatos demócratas. Los trumpistas han reclutado a cientos de «observadores electorales», que el martes estarán en las cercanías de los puestos de votación, presuntamente con el propósito de documentar irregularidades a fin de cuestionar los resultados… si los republicanos pierden.
Entre el desencanto de muchos votantes demócratas por el desempeño de Biden y las dudas acerca de la legitimidad del proceso electoral que los trumpistas cultivan, este martes, los ciudadanos estadounidenses optarán también respecto de la república misma.
Biden suena la alarma
«Ya no podemos dar la democracia por segura», afirmó el presidente Joe Biden, en un mensaje a la nación el miércoles de noche. «En este mismo momento hay candidatos que se postulan a todos los niveles de cargos en Estados Unidos -para gobernadores de estado, para el Congreso, fiscales generales, secretarios de estado- pero que no se comprometen a aceptar los resultados de las elecciones en las que participan». «Esta es la senda hacia caos en el país», añadió. «Es algo que no tiene precedentes. Es ilegal, y es antiestadounidense».
«Esta intimidación, esta violencia contra demócratas, contra republicanos, contra funcionarios apartidistas que simplemente hacen su trabajo, es la consecuencia de las mentiras divulgadas en procura de poder y de lucro, mentiras de conspiración y malicia, mentiras repetidas una y otra y otra vez para generar un ciclo de ira, odio, vituperio e incluso violencia. En este momento debemos confrontar esas mentiras con la verdad. El futuro mismo de la nación depende de ello», sostuvo el presidente.
«La democracia en Estados Unidos está bajo ataque porque el expresidente derrotado se niega a aceptar la voluntad de la ciudadanía», agregó Biden. «Yo creo que las voces que excusan o invitan a la violencia y la intimidación son una minoría muy clara en Estados Unidos. Pero son fuertes y están resueltas», disparó.