El look delicado, elegante, serio y discreto, casi monacal, que gasta la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, y que solo a veces es desmentido por un rictus duro, implacable, podría complementarse con gestos de satisfacción por el deber cumplido. Su currículo anotará que en los primeros seis meses del año logró que la concentración de la riqueza se incrementara en 2.850 millones de dólares, medida en depósitos bancarios, casi el mismo incremento registrado en todo 2020. Todo un récord para la ministra: el aumento de esa riqueza, concentrada en pocas manos, significó en un año y medio un guarismo similar al 10 por ciento del producto bruto interno (PBI).
Las cifras fueron reveladas en un editorial de la publicación oficial de la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU) y, no por casualidad, difundidas en vísperas del paro convocado por el PIT-CNT, el mismo que algunos voceros oficiales –en particular el secretario de la presidencia, Álvaro Delgado– pretendieron minimizar, calificándolo de «ejercicio político de fuerza». Probablemente, ninguno de los manifestantes que se concentraron en la plaza Primero de Mayo el miércoles sobre el mediodía aplican para los registros de depósitos de la AEBU. Quienes se beneficiaron con el aumento de la concentración de la riqueza son el 2 por ciento de los clientes de los bancos, que en el último semestre depositaron más de 100 mil dólares en sus cuentas, o el 0,7, que pusieron 250 mil dólares a engordar, es decir, unas 19 mil empresas y personas. A este panorama «local» la AEBU le agrega la realidad de los depósitos de uruguayos en el exterior, que al cierre de marzo trepaban a 8.711 millones de dólares, monto equivalente al 16 por ciento del PBI.
Medido en términos de depósitos bancarios, el resultado confirma una máxima: las crisis económicas se abaten sobre amplias capas de la sociedad, pero esas crisis son, además, una oportunidad para que unos pocos se enriquezcan más. De hecho, las cifras también confirman que el peso económico de la pandemia se descargó sobre los asalariados, los jubilados y los sectores empresariales dependientes del mercado interno. La indeclinable negativa de Arbeleche –refrendada por el presidente– a imponer una contribución de sacrificio a los ricos es, por tanto, una contribución a la concentración de la riqueza. Y por esa especial sensibilidad hacia los privilegiados será oportunamente recompensada.