—¿Cuál es la situación actual respecto al hallazgo?
—Culminó la etapa de extracción y de empaquetado. También la etapa de cadena de custodia, que es la forma de controlar que se entregan de una persona a otra los huesos, hasta que se depositan en el laboratorio de la institución. El lugar quedó custodiado, porque luego se va a seguir trabajando ahí. Eso fue el miércoles a las 21 horas. Se recuperó prácticamente todo el esqueleto. Quizás falte algo, eso se sabrá luego de un análisis en profundidad. Aún resta por tamizar una cantidad de tierra que se encuentra embolsada.
—¿Cómo se concretó el hallazgo?
—El hallazgo se da dentro del trabajo regular de excavaciones antropológicas, a menos de 100 metros de los otros hallazgos. Es el resultado de una multiplicidad de testimonios convergentes hacia ciertas áreas, aunque relativamente ambiguos, porque nadie hizo una cruz en un mapa. Estas áreas fueron definidas como de interés y cauteladas de forma judicial, por lo que nadie puede entrar allí, salvo personal de la institución.
—¿Cómo sigue el proceso?
—Finalizada la etapa de extracción y traslado al laboratorio, comienza la etapa de identificación, en la que se corrobora la identidad comparando con la base de datos de ADN de los desaparecidos. Acá hay fórmulas para hacerlo, pero muchas veces se ha hecho en Argentina o Estados Unidos. En cuanto al tiempo, no podemos determinarlo inicialmente, porque no podemos saber qué dificultades se van a encontrar en el camino. Pero, en promedio, estamos hablando de entre un mes y dos meses hasta la identificación.
—¿Hay algún patrón en los enterramientos?
—El patrón es de enterramiento clandestino, en fosas relativamente superficiales, en las que se usa cal. Esta era más superficial de lo habitual, con una losa encima y tenía más cal también. No se encontró ropa, todavía no estamos diciendo que no tenía, sino que no se encontraron vestigios de ropa. Ahora empieza la parte de análisis minucioso.
—¿Todavía quedan por excavar zonas dentro de esa área cautelada?
—Hay un área, que es de miles de metros cuadrados, que la venimos excavando desde hace dos años, con base en una cantidad de indicaciones y testimonios que se han ido acumulando con el tiempo. Dentro de esa área, ahora nos encontramos con esto. El área que rodea el hallazgo es la que se ha trabajado en estos días. La restante puede llevar meses o años.
—¿Por qué pasaron tantos años entre los hallazgos anteriores (los de Julio Castro y Ricardo Blanco) y este, a pesar de que se encontraban tan cerca?
—Cuando ingresamos en 2020, lo hicimos con una metodología de trabajo distinta. Antes se había excavado en ciertos sectores, pero entre ellos había zonas que no se excavaban. En 2020 se definió que en un área de interés se debía excavar absolutamente todo. Empezamos muy cerca de donde estaban Julio Castro y Ricardo Blanco, pero en otra dirección. Se definieron una cantidad de zonas y luego áreas que había que unir entre una y otra. El resultado fue un terreno enorme. Definimos un plan de trabajo y lo vamos cumpliendo en función de una cantidad de criterios, que incluyen la relevancia de los testimonios y los recursos disponibles. Es un trabajo muy sistemático que puede llevar más tiempo, pero tiene la ventaja de que no nos deja dudas.
—¿El informe recibido de las Fuerzas Armadas en 2005 tuvo relevancia en este hallazgo?
—Es un flujo continuo. Empezó ahí y se ha ido agregando información de diferente tipo y calidad. Eso se va corroborando o descartando y con base en ello se corrige el trabajo. Cuando comenzamos a trabajar, recogimos muchos testimonios que venían de antes de 2020. Es información que a veces se reinterpreta también. En 2005 comenzaron las excavaciones, pero es un trabajo que empezó cuando la búsqueda la hacían los propios familiares y las organizaciones.
—¿Hay otros procesos de búsqueda por fuera del Batallón 14?
—Hay muchos tipos de búsqueda, no todas son excavaciones. Hay búsquedas que se hacen de forma documental, testimonial, por vía arqueológica y a través de tecnología. La búsqueda es un programa bastante integral de trabajo, en el que hay muchos factores que coinciden.
—¿Pero hay excavaciones en otros lugares?
—Tenemos tres áreas activas. El Batallón 14, una chacra de Pando y un área en el Servicio de Material de Armamento, que en este momento está paralizada porque allí no hay planos del tendido eléctrico. Hace como ocho o diez meses cortamos un cable de media tensión y todavía estamos en proceso de detectar si hay más cables. Estamos viendo qué fórmula usamos para seguir en esa área. Vamos a seguir con el plan de trabajo que tenemos. No cambia nada en ese sentido. Igualmente, el Batallón 14 es el lugar donde tenemos más recursos destinados (dos máquinas y un equipo de antropólogos). Más recursos tampoco tenemos.
—¿Este hallazgo renueva la necesidad de mantener la búsqueda?
—Por supuesto. Llama a que todo el Estado se siga poniendo las pilas. Hay áreas que colaboran, pero es necesario que las que no colaboran se pongan en marcha y se establezcan políticas de Estado para esto. Este hallazgo es de una persona que fue asesinada por alguien, pero también hay otros que manejaron el lugar, alguien que cavó el pozo, alguien que los vio salir. Estas cosas no se hicieron en aislamiento, no fue un crimen oportunista, fue parte de una política y requería de una cantidad de recursos. Sabemos que los asesinos no van a decir nada. Por eso, para romper el pacto de silencio que tienen los perpetradores, es necesario que las autoridades nacionales hagan un llamamiento a quienes tengan información. Aunque sea una parte de la información. Ahí la institución podrá ir reconstruyendo, y llegar a lugares como estos.
—¿Qué papel les cabe a las Fuerzas Armadas y al Ministerio de Defensa?
—Quienes integran hoy las Fuerzas Armadas no tienen conexión directa con el hecho mismo. Hay que llamar a todo aquel que sepa algo, si no son retirados, que sean familiares de retirados o gente con algún tipo de conexión. Está bien pensar en las Fuerzas Armadas como fuente de información, por ejemplo, en materia de archivo, pero estoy hablando de testimonios que nos puedan orientar hacia algo. También se necesita una política nacional de revisión de archivos militares, tener un equipo de gente que trabaje con los investigadores de la institución, que vayan sistemáticamente revisando archivos a ver si aparecen elementos de interés. Hay que buscar archivos de forma sistemática y proactiva. No esperar a que aparezcan. En esos documentos puede haber indicios y es un trabajo que no se ha hecho.