—¿Qué recuerdo tiene de ese 27 de junio de 1973, de la madrugada en la que se produce el golpe de Estado?
—Yo tenía 19 años, estaba embarazada. Me crié en un hogar totalmente liberal: mi madre era socialista y mi padre batllista. Lloramos todos, porque fue inesperado. Más allá de todos los movimientos que había, de todo lo que se podía vislumbrar, parecía algo imposible. De chica mis padres me contaban sobre la dictadura de Gabriel Terra y yo decía: «Pero eso acá nunca va a pasar». Ahí empezamos una etapa en la que todos teníamos miedo, tuvieras o no tuvieras nada que ver. En mi casa se prendió fuego la colección completa de Marcha y mis padres no eran ningunos subversivos. Costó muchos años sacarnos ese miedo, un miedo que quedó como enquistado, porque se cura la herida, pero la cicatriz ...
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