Pocas veces las grandes crisis golpean sin previo aviso. En general, antes de que se desate su costado más crítico, suele haber una sucesión de eventos menores que alertan sobre el desenlace que se acerca. Por eso, detectarlos, interpretarlos y tomar medidas de contingencia puede suponer una diferencia sustancial a la hora de responder ante el peor escenario. Contar con la infraestructura necesaria para hacerlo también resulta un requisito imprescindible. En el caso de la actual emergencia relativa al agua que consume más de la mitad de la población del país, las señales estuvieron. Sin embargo, pasaron por debajo del radar de la mayoría de los decisores cuando comenzó a gestarse el problema. Cuando en la opinión pública se dimensionó la gravedad del asunto, el sistema de reserva y abastec...
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