En el pequeño comercio ubicado a unas tres cuadras del edificio de OSE, desde hace varias semanas que no se encontraban bidones de agua. Sí era posible hallar, en el fondo de una de las heladeras, alguna botella de las más grandes. Pero la presentación de más de 6 litros resultaba esquiva. Eso cambió el martes pasado, cuando temprano en la mañana uno de los camiones de la empresa Salus entregó cerca de 20 bidones. Todavía los estaban descargando en el momento en que un cliente se acercó a comprar los primeros. El problema era que a esa hora el cajero aún no había llegado, y quien lo suplía en la tarea no tenía claro el precio de venta.
—Ochenta y nueve pesos es el precio sugerido –dijo uno de los empleados, que descargaba bidones del camión, al escuchar de rebote la conversación.
El emplea...
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