La lista de las 150 mujeres y niños palestinos presos en cárceles israelíes en detención administrativa sin haber sido condenados se hacía pública el 22 de noviembre, mientras sus familias se preparaban para recibirlos durante la tregua acordada ese día entre Israel y Hamás. Mientras tanto, familiares de los prisioneros israelíes y extranjeros secuestrados por los milicianos palestinos durante su incursión del 7 de octubre aguardaban la liberación de 50 mujeres y niños y mostraban su impaciencia ante el retraso en el inicio del intercambio.
A pesar del anuncio de una pausa humanitaria de cuatro días completos en el sur de la Franja (en el norte solo abarcará seis horas al día), Benjamin Netanyahu insistió este jueves en que la ofensiva israelí continuará después de la tregua. Durante ese día, el Ejército israelí prosiguió con su agenda de desplazar a la población gazatí de sus hogares, mientras continúan los bombardeos y el ataque por tierra: «Residentes de la Ciudad de Gaza, especialmente de los barrios de la ciudad vieja de Jabalia y Shuja’iya, los instamos a evacuar sus áreas residenciales para preservar su seguridad», compartía en la red social X la cuenta de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que sugería a los civiles desplazarse al sur.
Las evacuaciones forzosas prosiguen en el marco de un bloqueo sistemático por parte del Ejército israelí, que retuvo durante horas convoyes humanitarios en el checkpoint que separa el norte del sur de la Franja y mantuvo detenido a personal paramédico, según hacía público ayer la Media Luna Roja. El personal sanitario sigue siendo objetivo de la violencia israelí. El pasado martes, Médicos sin Fronteras denunciaba la muerte de tres de sus integrantes en el Hospital Al Awda como consecuencia de un ataque del Ejército sionista.
Mientras, la ofensiva sobre la Franja se ha intensificado: son decenas las palestinas y los palestinos muertos y heridos después de que Israel atacara viviendas habitadas, ha reportado Al Jazeera este jueves, y dio cuenta de 15 víctimas mortales tras el ataque a cinco hogares en Jan Yunis, en el sur de Gaza. Estas muertes se suman a las más de 100 registradas el miércoles, con al menos 52 miembros de una misma familia asesinados también en Jan Yunis.
Israel atacó, asimismo, este jueves, viviendas en el centro de la Franja, consolidando así la percepción de que no hay lugar seguro para los y las gazatíes a pesar del anuncio de una tregua. Ya son 14.500 palestinas y palestinos asesinados bajo fuego israelí desde el 7 de octubre.
GUERRA CONTRA PERIODISTAS, CENSURA Y PROPAGANDA
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) comunicó este miércoles que está investigando las 53 muertes de profesionales de la comunicación que se han dado desde el 7 de octubre, 46 de ellas de periodistas palestinos, cuatro israelíes y tres libaneses –como los dos reporteros del medio Al Mayadeen asesinados por un dron israelí el martes–. «El CPJ está además investigando numerosos informes aún no confirmados de otros periodistas asesinados, desaparecidos, detenidos, heridos o amenazados, junto a daños a redacciones y viviendas de periodistas», afirma el grupo en su nota.
Mientras, se multiplican las denuncias de censura contra aquellas personas que a nivel internacional critican públicamente la política genocida de Israel y muestran su solidaridad al pueblo palestino. Esta misma mañana, Francesca Albanese, la relatora especial de las Naciones Unidas sobre la Situación de los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados desde 1967, denunciaba que su cuenta en la red social X, desde la que expone la situación de la población gazatí, había sido invisibilizada por esa plataforma.
Este caso sigue a la polémica por el despido esta semana de la reconocida actriz Susan Sarandon por parte de su agencia, así como la exclusión de la intérprete Melissa Barrera de la franquicia Scream, ambas acusadas de «antisemitas» tras haber denunciado públicamente el exterminio del pueblo palestino.
También esta semana se denunciaba cómo la BBC había censurado, en la edición diferida de los Premios BAFTA, celebrados en Glasgow, varias muestras de solidaridad a los y las palestinas, junto con denuncias contra el genocidio que se dieron durante la entrega de galardones y pudieron verse en la emisión en directo.
«Están perdiendo la guerra mediática» es una respuesta que se puede leer tras cada posteo de la cuenta en X de las FDI. Desde ahí, el Ejército israelí continúa difundiendo material que justificaría su ataque contra el hospital gazatí Al Shifa, a pesar de las críticas que enfrenta por la falta de credibilidad de esas supuestas pruebas que viene aportado, que no han podido ser verificadas por ningún medio ni organismo independiente.
Ayer las fuerzas israelíes publicaban un nuevo video que supuestamente mostraba los túneles de Hamás que las FDI han repetido en numerosas ocasiones que se hallarían bajo el Hospital Al Shifa, cuya autenticidad, junto con la de otros videos publicados previamente, ha sido cuestionada por medios como The Intercept. Junto con este tipo de material, la propaganda israelí ha estado produciendo de forma constante otro tipo de videos y campañas para ganarse a la opinión pública internacional, en los que se presenta como una fuerza feminista e incluso preocupada por la falta de insumos médicos básicos en Gaza que ella misma ha provocado.
(Publicado originalmente en El Salto. Titulación de Brecha.)
Testimonios de una catástrofe
Las primeras lluvias invernales agravan las terribles condiciones de Gaza
Mohammed Zaanoun
Las primeras lluvias del invierno empezaron a caer esta semana en la Franja de Gaza, agravando las ya terribles condiciones resultantes de los bombardeos aéreos, la invasión terrestre y el asedio intensificado de Israel sobre el territorio desde el 7 de octubre. +972 Magazine se reunió con varios palestinos en la ciudad Jan Yunis, en el sur de Gaza, para ver cómo hacen frente a la escasez de alimentos, agua y refugio en medio de esta crisis humanitaria provocada por el hombre.
Abed Barghout se pasa el día haciendo y vendiendo falafel en la calle. «No tenemos combustible ni gas para cocinar; nuestra única opción es usar leña y cajas de papel», dice. «Pero incluso conseguir leña es difícil: los precios se han cuadruplicado y no se puede comprar en las ciudades ni en los campos de refugiados. Solo se puede conseguir en las zonas agrícolas fronterizas, y arriesgamos aún más nuestras vidas cuando vamos allí.»
«También hay una grave escasez de alimentos, y estamos cocinando con los pocos ingredientes que aún tenemos», continúa. «Yo vendo sobre todo falafel y hay una gran demanda. Desde hace varios días, el falafel es lo único que puedo ofrecer. Y la gente solo come falafel. La ayuda que llega no incluye ningún alimento; consiste principalmente en suministros médicos y algo de agua.»
Munira al Masri se refugia en una tienda de campaña en el patio del Hospital Al Nasser de Jan Yunis. «Anoche y esta mañana llovió. Nuestras condiciones bajo la lluvia son difíciles de describir: estamos empapados», dice. «Todos estamos desplazados de nuestras casas, así que estamos viviendo en tiendas de campaña y cubriéndolas con nailon. Y encima, no hay comida ni agua potable.»
Sally al Masri también está refugiada en el Hospital Al Nasser. «Fui desplazada con mi familia de la zona de Heteen, en el campo de refugiados de Jan Yunis», dice. «Mira cómo vivimos ahora por culpa de esta guerra: llueve, estamos aquí sentados en tiendas de campaña, pero no protegidos de la lluvia. Mis hijas estaban jugando fuera y han vuelto ahora todas mojadas.»
Saeda al Masri también huyó con su familia del campo de refugiados de Jan Yunis tras el bombardeo del Ejército israelí. «Vinimos primero a la escuela del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas, pero estaba llena», explica. «Allí no había sitio para nosotros, así que vinimos aquí, al Hospital Al Nasser. Montamos una tienda de campaña y ayer conseguimos un poco de nailon para poner encima debido a la lluvia.»
«Mis hijos quieren ropa, están todos mojados», continúa Al Masri. «La tienda no puede protegernos de la lluvia. Es la primera vez que llueve y solo estamos al principio del invierno. Mi hijo ha venido esta mañana mojado y me ha pedido ropa seca. ¿Qué puedo responderle? Le he dicho que no tengo ni un séquel. Me gustaría que alguien me arreglara la tienda para poder dormir por la noche.»
«Anoche, mis hijos me estuvieron insistiendo para que les diera comida», continuó Al Masri. «Todos tenían hambre. A mi hija pequeña le dolía el estómago. Mis hijos se mueren de hambre, pero no pude ofrecerles comida. Se suponía que ayer íbamos a recibir arroz, pero no lo distribuyeron como habían prometido. Anoche, a las 22.00, salí a pedir comida a la gente. Una persona amable me dio un poco de arroz. Me daba vergüenza pedir comida.»
(Publicado originalmente en +972 Magazine. Traducción al español de CTXT.)