La paralización del INCAA y su efecto en el cine argentino:«La agenda antinacional del gobierno necesita que no haya nada por fuera de la lógica del mercado» - Semanario Brecha
La paralización del INCAA y su efecto en el cine argentino

«La agenda antinacional del gobierno necesita que no haya nada por fuera de la lógica del mercado»

Brecha dialogó con el colectivo Cine Argentino Unido 1 , una organización que surgió en la previa a las elecciones PASO (primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) en 2023, a partir de que la candidatura de Javier Milei comenzó a cobrar una importancia mayor. Actualmente, el economista Carlos Luis Pirovano es el nuevo director designado por el gobierno, y el INCAA se encuentra paralizado.

↑ Protesta contra los recortes del gobierno de Javier Milei el 14 de marzo en Buenos Aires, Argentina. AFP, LUIS ROBAYO

—¿Cuál es la situación actual que está atravesando la comunidad cinematográfica argentina?

—Las políticas que está llevando adelante el presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales [INCAA] van en sintonía con las que lleva adelante Javier Milei. Del mismo modo que el segundo dice que estamos con un déficit positivo, pero en realidad es falaz porque está acumulando deudas, en el INCAA están sentados sobre el poco dinero que ingresó por la Ley de Cine y recién ahora están comenzando a pagar a proyectos que tenían pagos pendientes desde hacía más de seis meses. Sin embargo, no habrá ningún tipo de incremento en los fondos de fomento, y tampoco se contempla ninguna política para que esto ocurra, abandonando por completo al sector sin propuestas de ningún tipo.

Este año ya está perdido para la industria y el año que viene habrá una cantidad mínima de rodajes, solo de las grandes productoras que puedan sobrevivir a este abandono. Los años subsiguientes habrá muy pocos estrenos y seguramente una participación en festivales mucho menor. Muchas productoras van a cerrar, muchos técnicos (los que puedan) van a migrar, así como los directores, que lentamente van dejando de pensar en la posibilidad de filmar. Además, se promete un plan de fomento nuevo que reduce un 70 por ciento de la producción y plantea términos que ni las productoras más grandes de Argentina ven con buenos ojos.

Si bien hay algunos proyectos de ley que introducen normas nuevas, pensadas y trabajadas desde una parte importante del sector, está costando mucho poner en agenda nuestra actividad mientras el gobierno nacional está desarmando el Estado entero y logrando que los propios ciudadanos estén convencidos de que el concepto de «Estado presente» es mala palabra.

—¿Cómo se llevó adelante la paralización del INCAA? ¿Qué consecuencias trae para el sector?

—La paralización del INCAA se debió, en primer lugar, a la falta de designación de autoridades tras el cambio de gobierno, ya que la falta de firma impidió el avance normal de los trámites administrativos. Esto detuvo procesos clave que no implicaban erogación presupuestaria, como pedidos de prórroga y clasificación de películas terminadas. Y estaban los pagos pendientes a productoras, algo que afecta gravemente al sector porque detiene la cadena: no cobran las casas productoras, no cobran los proveedores, no se pagan las cargas sociales, etcétera. A pesar del nombramiento de Carlos Pirovano al frente del instituto en febrero, la situación no se resolvió. Al contrario, Pirovano la formalizó y la profundizó con la devolución de proyectos presentados que esperaban evaluación desde el año pasado y la suspensión de recepción de nuevos proyectos. Eso, sumado al despido de cientos de trabajadores y la estrategia de los retiros voluntarios, deja a la institución con poco personal para resolver una demanda enorme de actividades retrasadas por la parálisis. Una parálisis que no solo le roba la posibilidad de un futuro al cine nacional, sino que además condena a la quiebra a las pequeñas productoras y deja sin trabajo a decenas de miles de familias, no solo por la falta de pago, sino también por la falta de previsibilidad: al no haber un proyecto claro, con reglas claras, es imposible pensar en embarcarse en una filmación.

—¿Quiénes creen que son los beneficiados con el cierre del INCAA y la quita de apoyo del Estado a la industria del cine argentino? ¿Hay intereses privados detrás de esta decisión?

—No hay beneficiarios, el cierre de un organismo de fomento o su vaciamiento (que es la dirección en la que esta gestión avanza) no beneficia a ningún sector de la industria. La industria audiovisual no es la excepción, no hay ganadores, es únicamente entendible en el marco de un gobierno que no piensa el país como nación y, por tanto, no necesita identidad, no necesita soberanía y tampoco mano de obra calificada. Se detendrá el círculo virtuoso de productividad que ha permitido un desarrollo creativo y una capacitación técnica de las distintas áreas del cine y la producción audiovisual muy superiores a los de décadas pasadas.

—¿El ataque al cine argentino es ideológico? ¿Por qué?

—Desmantelar las industrias culturales, especialmente la audiovisual, no es una cuestión meramente económica. La demanda de contenido audiovisual es más grande que nunca: el cine, las series traen inversiones al país, generan empleo registrado de calidad, derraman capital a otros sectores, como el transporte, la hotelería, los servicios de comida y más. Frenar todo eso solo ocasiona desempleo y frena el desarrollo de una industria que devuelve con creces lo que recibe del Estado, compuesta por personas con años de oficio, altamente especializadas y capacitadas. Los que puedan se irán a vivir afuera, llevándose con ellos años y años de formación para que otro país los capitalice. La agenda antinacional del gobierno necesita que no haya nada por fuera de la lógica del mercado, que no haya una identidad nacional. Por eso van contra la ciencia, contra la educación, contra las instituciones culturales, alegando que no tienen rentabilidad directa; el aporte que esas instituciones hacen al país es, en verdad, incuantificable.

—Durante el gobierno de Milei se habla mucho de «ganar la batalla cultural». ¿Qué rol cumple el cine argentino en este escenario?

—Si existe una batalla en el campo cultural, existe una construcción binaria de la cultura: unos ganan para que otros pierdan. La base del crecimiento cultural es la indagación permanente de nuestra identidad, reinventarnos y repensarnos colectivamente revisando una y otra vez el pasado para comprender el presente y poder planificar un futuro posible. Al mismo tiempo, el desafío de la cultura es desarrollar el sentido de identidad colectiva de un pueblo y potenciar al mismo tiempo las capacidades individuales, es decir, autorales, de sus artistas. Entonces, el simple hecho de plantear a la cultura como un campo de batalla es parte de un mundo patriarcal y opresivo que deberíamos abandonar para siempre. Eso, llevado al cine, es tan obsoleto como decir que para que el cine de ficción exista debería desaparecer el cine documental o que para que crezca el cine de entretenimiento deberíamos dejar de financiar el cine de autor, con sus búsquedas más artísticas o experimentales. El desafío de la cultura y, por ende, del cine es desarmar la construcción monopólica del pensamiento que las formas de comunicación y circulación de la información tienden a construir –en especial después de la pandemia– y fortalecer la diversidad de miradas. Eso se ve muy claramente con los espacios de exhibición de cine y la concentración de las pantallas –tanto físicas como virtuales– en manos de un grupo muy pequeño de empresas multinacionales que deciden qué puede ser masivo y qué está condenado al ostracismo y, por lo tanto, desaparecerá del imaginario colectivo.

—¿Por qué creen que existe una demonización hacia el Estado presente? ¿Cómo perjudica a las artes la ausencia del Estado?

—Demonizar el Estado presente es parte de la agenda de un gobierno antinacional y con vocación de colonia, que intenta promocionar como libertad el vaciamiento y el remate de nuestros recursos.

—¿Qué puede pasar con la industria cinematográfica si el DNU [Decreto de Necesidad y Urgencia] continúa vigente y se sanciona la ley ómnibus? ¿Cuántas películas o productos audiovisuales menos tendrá Argentina?

—Según la última redacción de la ley de base, el INCAA está exceptuado de la disolución, es decir, no lo pueden cerrar, pero pueden reorganizar, transformar su estructura, eliminar competencias y responsabilidades. En la práctica, aún sin la ley, ya han despedido a más de 200 trabajadores y trabajadoras, y eso pone en riesgo programas, por ejemplo, de creación de audiencia y el alcance de las películas en todo el territorio nacional que se logra a través de los espacios INCAA. Por otro lado, el Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones, el RIGI, no exige ningún tipo de obligación para las empresas extranjeras de contratar productos, servicios o trabajadores nacionales. Mientras que las empresas extranjeras que se acojan al RIGI tendrán exenciones impositivas, tributarias y cambiarias, las pymes locales no tenemos acceso a ningún beneficio o facilidad. Esto se traduce en menos producciones nacionales y más contenido extranjero hecho acá, pero sin ninguna impronta argentina y sin ningún beneficio para el país o la industria audiovisual nacional.

1. Virna Molina, realizadora, Ezequiel Radusky, director, Oriana Castro, directora y productora, Clarisa Oliveri, productora, y Amparo Aguilar, directora y guionista, dieron esta entrevista en nombre de Cine Argentino Unido, espacio integrado por múltiples asociaciones y organizaciones profesionales, comunitarias y estudiantiles de todo el país, compuestas por directores, guionistas, actores, productores, técnicos y trabajadores de la cultura.

Artículos relacionados

Milei y la retirada de Argentina de la COP29

Negar lo evidente

Edición 2030 Suscriptores
Las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones argentinas, 30 años después

Hecho y deshecho

La arremetida de Milei contra las universidades públicas

Cuando oigo la palabra cultura…

Edición 2026 Suscriptores
Con Florencia Guimaraes, presidenta de La Casa de Lohana y Diana

«Vivimos en una sociedad extremadamente hipócrita»