Varias dimensiones en juego - Semanario Brecha
Un domingo clave para el Frente Amplio

Varias dimensiones en juego

Yamandú Orsi y Carolina Cosse en el acto de cierre de campaña del FA Diego Vila

La probable consolidación de un cambio identitario del Frente Amplio (FA), con la acentuación de una concepción más pragmática y moderada, parece ser una de las novedades que ocurrirían el próximo domingo. Sin embargo, ese camino posible no opaca ni obstaculiza la casi segura certidumbre de que nuevamente el Frente será, con holgura, el partido más votado. La duda que persiste es si el conglomerado de izquierdas alcanzará la mayoría parlamentaria o si los votos conseguidos le alcanzarán para evitar una segunda vuelta. La posibilidad de ganar en primera vuelta parece difícil de concretarse para la oposición, es que las desmedidas exigencias para que ello ocurra (la mitad más uno de los votos emitidos) lo tornan propio de una hazaña. El FA alcanzó ese objetivo en 2004, después de la peor crisis económica y social de los últimos 100 años, con una fuerza política en su etapa de ascenso y con un candidato de enorme carisma. Hoy el escenario, a pesar de los indicadores negativos y el empeoramiento de las condiciones sociales y económicas de la mayoría de la población, no parece alcanzar los niveles dramáticos de principio de siglo. Lo que sí parece estar al alcance de la mano es la mayoría parlamentaria. Para muchas de las encuestadoras ello es factible, aun cuando el Frente y los partidos de la coalición multicolor (hoy autodenominada republicana) empaten en el porcentaje de votos alcanzados. De acuerdo a los estudios de los politólogos, los cuatro lemas sumados de la coalición multicolor deberían superar por cuatro o cinco puntos a los votantes alcanzados por el FA.

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En ese escenario que aparenta ser favorable al FA, se destacan también cambios que se vienen procesando en el universo frenteamplista. Hoy el FA concurre a las elecciones del domingo con tres sublemas. Estos acuerdos electorales, para unas elecciones que son también parlamentarias, son importantes a la hora de la asignación de las bancas en el Senado. La reforma electoral de 1997 solo permite la acumulación de votos en las listas a esa cámara, ya que para la de diputados no hay acumulación posible. De ahí la importancia del paraguas del sublema para la Cámara Alta.

Los sublemas son «Por un Uruguay para la gente», compuesto por diez grupos (entre los principales: el Movimiento de Participación Popular [MPP] 609; Seregnistas de la lista 95; la 77, de la Vertiente Artiguista, y El Abrazo; «Progresistas», con Álvaro García y Christian Di Candia, aunque también están la 711, Unir, de Fernando Amado, La Patriada y Encuentro Federal Artiguista, de Andrés Lima); «Unidad para la esperanza» (integrado por la 1001, La Amplia, de Carolina Cosse, el Espacio Socialdemócrata Amplio, el Partido Obrero Revolucionario y otros) y «Socialismo y libertad» (con la participación del Partido Socialista, el Partido por la Victoria del Pueblo, la lista 5005 y agrupamientos departamentales).

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Se suele decir que los sublemas son «técnicos», no implican acuerdos políticos y solo sirven para abaratar el costo de las bancas. Pero el mero hecho de juntarse para optimizar votos implica cierta afinidad con ese socio y no con otro. Hoy, los distintos sublemas reflejan afinidades más trascendentes. Por ejemplo, la conformación de «Por un Uruguay para la gente» estuvo precedida de un acuerdo político entre Fuerza Renovadora y el MPP, posterior a la renuncia de Mario Bergara a su precandidatura para sumarse a la de Yamandú Orsi. Ese compromiso entre cuadros provenientes del astorismo y el MPP tiene su antecedente, básicamente, en el último gobierno del FA, en el que los dirigidos por José Mujica abandonaron su posición crítica y se sumaron a la concepción económica de Danilo Astori, lo cual aseguraba gobernabilidad. Ese cambio hacia una postura más pragmática y a una línea más moderada en lo económico parece ser parte de la concepción más restrictiva de la política, aquello del «arte de lo posible» o «se hace lo que se puede». Aparenta sumarse a los que algunos teóricos llaman la izquierda del orden, en tanto incapaz de trascender el orden establecido y hegemónico en los planos culturales, económicos e ideológicos.

Este sublema, según encuestas circulantes en la interna frenteamplista, alcanzaría más del 52 por ciento de los votos del FA, por lo que sumaría nueve o diez senadores (tentativamente, siete u ocho para la 609, uno o dos para la 95 y uno para la 77), dependiendo de si alcanza o no la mayoría en el Senado. Algunos pronostican 16 senadores y otros 15, más la vicepresidencia, si el FA gana el balotaje.

Este acercamiento a la realidad que reflejan las encuestadoras, más los distintos posicionamientos políticos de los sectores frenteamplistas, muestra la escasa certidumbre de los pronósticos de los dirigentes del oficialismo gobernante. Álvaro Delgado y candidatos de la coalición republicana han insistido con el sonsonete de una radicalización del FA a partir del crecimiento del MPP. Esa afirmación no tiene en cuenta el cambio de postura del sector mayoritario del FA, hoy muy alejado del famoso «giro a la izquierda» pronosticado cuando Mujica accedió a la presidencia y hoy adscripto al modelo económico del astoribergarismo.

Todo indica que el MPP superará el porcentaje que la 1001 obtuvo en 1989, que sobrepasó el 40 por ciento de los votos frenteamplistas y fue la mayor performance alcanzada por un sector. Hoy el porcentaje que alcanzaría la 609 sería superior, en un FA que ha triplicado su electorado.

«Unidad para la esperanza», según la encuesta citada, llegaría al 28 por ciento del electorado del FA: la 1001 tendría un 18 por ciento y pelearía por un tercer senador y la Amplia, un 10 por ciento, arañando el segundo senador. Para el sublema «Socialismo y libertad», la proyección es de un 6 por ciento, lo que pone en duda a su senador. Estos porcentajes se estiman sobre el universo de votantes que alcanzaría el FA y no sobre la totalidad de electores del domingo.

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La campaña del presidenciable del FA, al igual que la de su compañera de fórmula, ha priorizado el discurso del diálogo para políticas de Estado en seguridad, educación y también en estrategias para el desarrollo económico. El único planteo disruptivo propio de una sensibilidad de izquierda llega desde fuera de la mayoría de los grupos frenteamplistas, proviene de menos de un tercio del Frente y del movimiento social: el plebiscito que introduce una enmienda constitucional atinente a la seguridad social. El FA decidió dejar en libertad de acción a sus adherentes, militantes y sectores. Pero esa resolución podría no ser suficiente para resolver un conflicto interno y con las organizaciones sociales, en especial si el plebiscito supera el 35 por ciento del electorado –las últimas encuestas lo ubican orillando un 40 por ciento–. Por el contrario, si el apoyo es menor, existe la posibilidad de que el efecto de una grieta se diluya en función de otras urgencias. 

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