Candidata por el Partido Verde, Jill Stein no tenía, obviamente, posibilidad alguna de ser electa presidenta de Estados Unidos, como no la tienen nunca, o casi nunca, los postulantes a la Casa Blanca por partidos pequeños en un país en el que las elecciones son un asunto que se dirime entre demócratas y republicanos. A veces alguno de ellos puede, aun con un escaso respaldo, ser una piedra en el zapato para uno de los dos grandes partidos. Stein lo era, sin duda, para los demócratas de Kamala Harris. Y en el partido de la actual vicepresidenta no son pocos los que piensan que parte de su derrota del martes 5 se la deben a los votos que se llevó la díscola doctora ecologista de 74 años. Esta vez la evidencia no los acompaña demasiado: Trump le ganó a Harris en todos los estados clave por un...
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