Los ajedrecistas de talla mundial conocen la diferencia entre estrategia y táctica mejor que los políticos. Para ganar al ajedrez hay que empezar con una estrategia, un plan a largo plazo que te lleve a una posición de superioridad. Luego hay que cerrar con una secuencia de movimientos tácticos. Como observó una vez Max Euwe, gran maestro de ajedrez neerlandés de la década del 30: «La estrategia requiere pensamiento. La táctica requiere observación».
Occidente es todo táctica. Oriente es principalmente estrategia. Se necesitan ambas cosas, porque incluso los movimientos a corto plazo más brillantes no constituyen una estrategia. Basta con mirar la historia de las intervenciones militares de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Todas ellas tenían su lógica a corto plazo, incluso Irak. Pero ¿ha hecho eso a Estados Unidos más seguro? ¿Han hecho que el mundo sea más seguro? ¿Han traído la democracia? ¿Alguien se ha vuelto más civilizado como resultado?
El ataque de Israel contra Irán es un caso clásico de compensación en el que se compra una maniobra táctica a corto plazo a costa de una posición estratégica más débil a largo plazo. No soy el primer comentarista en observar que el ataque de Israel contra Irán tendrá éxito táctico, posiblemente con un éxito sensacional, pero no detendrá el programa de armas nucleares de Irán. Cualquier planificador estratégico iraní futuro concluirá lógicamente, a partir de la última serie de ataques, que Irán necesita absolutamente la bomba. Otros países de la región podrían pensar lo mismo. El mayor pesar de Ucrania es haber aceptado renunciar a sus armas nucleares de la era soviética. Si el país las hubiera conservado, Putin nunca habría atacado.
La falta de pensamiento estratégico juega un papel importante en el declive de Occidente. El mayor autogol estratégico ha sido acercar a China y Rusia, y a Irán a ambos. Estos países no forman una alianza en el sentido occidental. Lo que tienen en común es un objetivo estratégico primordial: independizarse de la coacción occidental.
LISTA DE FRACASOS
Nuestras sanciones, nuestras prohibiciones, nuestras guerras y guerras por poder han tenido el efecto contrario al deseado. Algunas, como las sanciones, fracasaron tácticamente. Rusia ha superado a Occidente y ha pasado a una economía de guerra con la que los europeos luchan por seguirle el ritmo. Pero el fracaso más trascendental de la política fue estratégico: las sanciones financieras persuadieron a China y a Rusia de desarrollar un sistema de pago conjunto.
Hasta hace unos años, el mundo financiero dependía del dólar y de la infraestructura de pagos global controlada por Occidente. Parte de esa infraestructura era SWIFT, un organismo cuasigubernamental con sede en Bruselas que proporciona las principales redes a través de las cuales se comunican los bancos internacionales. Cuando Rusia invadió Ucrania, una de las primeras medidas adoptadas por los gobiernos occidentales fue excluir a algunos bancos rusos de SWIFT, para que no pudieran realizar transacciones. Occidente también congeló los activos financieros rusos, una gran parte de los cuales se encuentra en cámaras acorazadas en Bélgica. Rusia quedó prácticamente excluida de los mercados financieros mundiales.
El resultado es que Rusia, China y otros países han desarrollado su propia infraestructura financiera paralela. La primera parte se llama BRICS Pay. BRICS es la sigla de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El nombre surgió hace 25 años como una forma abreviada para designar a las cinco economías en desarrollo con más posibilidades de éxito. Desde entonces, el grupo ha crecido hasta reunir diez países: ahora incluye también a Indonesia, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos e Irán. No son como la OTAN o la Unión Europea. India es un poco la oveja negra del grupo. Lo que tienen en común es el deseo de independizarse de los monopolios occidentales de infraestructura.
Los sistemas de pago son al capitalismo financiero lo que las tuberías al suministro de agua: no hablamos de ellos hasta que tenemos un problema. El monopolio occidental de los pagos permite a Estados Unidos y a Europa imponer sanciones financieras, pero las sanciones financieras son como un pastel que se puede tener o comer. Cuando se empieza a abusar del poder monopolístico y se imponen sanciones a demasiados países, se incentiva la ruptura del sistema.
BRICS Pay ha sido desarrollado por científicos de la Universidad Estatal de San Petersburgo. Funciona de forma diferente a los sistemas de pago occidentales. BRICS Pay está descentralizado. No tiene centro ni propietario. Se basa en la misma tecnología subyacente en las criptomonedas: la cadena de bloques. BRICS Pay es a prueba de sanciones. Ningún miembro puede sancionar a otro miembro. Si uno quiere independizarse de Estados Unidos, lo más inteligente es empezar por el sistema de pagos.
He perdido el respeto por prácticamente todos los expertos en Rusia o China de los think tanks más destacados, porque siguen juzgando erróneamente este elemento clave de la estrategia de China y Rusia. Siguen diciéndonos que China y Rusia nunca se aliarán, o que China intervendrá para impedir que Vladímir Putin utilice una bomba nuclear. Los errores de juicio continúan en todos los niveles. La anterior administración estadounidense juzgó erróneamente la dinámica de la prohibición de los semiconductores, con la que esperaba mantener a China en la Edad Media digital durante un poco más de tiempo. Se mostraron sorprendidos cuando Huawei logró integrar un chip de última generación en uno de sus últimos modelos. La prohibición de los semiconductores es un caso clásico de las consecuencias no deseadas de las sanciones. China aprendió a fabricar semiconductores y Rusia aprendió a crear un sistema de pagos.
Los funcionarios del Departamento de Estado consideran el dólar estadounidense como un arma política con la que pueden imponer su voluntad a los demás. Recibieron malos consejos de macroeconomistas que les dijeron que ninguna otra moneda del mundo podría desafiar al dólar. No están contando toda la historia. Lo cierto es que ninguna otra moneda oficial desafiará al dólar. El euro comenzó como la segunda moneda más importante del mundo en reservas de divisas y ahora ha sido relegado al tercer lugar por el oro. El error de esta observación es que no ve la verdadera amenaza. Esta proviene de los sistemas de pago alternativos, las criptomonedas y las tecnologías de blockchain, que permiten a otros países diversificarse y alejarse de Estados Unidos sin tener que crear nuevas monedas propias. Los macroeconomistas siguen viviendo en el mundo del dinero fiduciario y los bancos centrales, todas ellas creaciones de la sociedad industrial moderna, pero China y Rusia están cambiando las reglas del juego. Ya no es un juego limpio.
El problema de nuestros errores de juicio es que no tienen ningún mecanismo correctivo. Si sos un operador financiero, tus errores te cuestan dinero. No podés seguir equivocándote en todo y esperar seguir siendo solvente. Eso no ocurre en política exterior, porque quienes siguen cometiendo esos errores continuados no son los mismos que pagan el precio. Es también la razón por la que persisten teorías económicas disfuncionales, aunque no haya pruebas empíricas que las respalden. Los economistas, los funcionarios del Departamento de Estado y los periodistas viven en un espacio de errores de juicio que se refuerzan mutuamente. Celebran cada victoria táctica, pero nunca ganan las guerras.
Occidente tuvo una vez una estrategia, que es lo que nos colocó en una posición de superioridad en primer lugar. Se originó en la ciencia y se aprovechó con decisiones políticas inteligentes, pero todo eso ocurrió hace mucho tiempo.
LA INNOVACIÓN CAMBIÓ DE LADO
La Segunda Guerra Mundial fue el inicio de una impresionante serie de innovaciones que comenzó con el Proyecto Manhattan y que fue copatrocinada por el Ejército de Estados Unidos: el transistor, el semiconductor, el circuito integrado, el ordenador personal, internet y ahora la inteligencia artificial. Fue la tecnología la que dio a Occidente una ventaja estratégica. La integración europea se encontraba en esa categoría de grandes movimientos estratégicos hasta que se convirtió en un caos con la ampliación de la Unión Europea.
China hizo dos grandes movimientos estratégicos sucesivos. El primero fue la política de modernización económica de Deng Xiaoping, que llegó al poder en 1978. Como explicó el historiador holandés Frank Dikötter en su obra maestra China después de Mao, Occidente interpretó erróneamente las reformas de Deng como una transición del comunismo al capitalismo. El verdadero objetivo era mejorar el funcionamiento del comunismo. Las reformas de Deng eran un proyecto a largo plazo. Sus reformas comenzaron en la década del 80 y fueron continuadas por sus sucesores. Cuando murió, en 1997, China se encontraba todavía en una fase temprana de industrialización. Hoy en día, es una de las naciones industrializadas más avanzadas del mundo.
La segunda medida estratégica importante de China fue la decisión de Xi Jinping de aprovechar las materias primas críticas, como los imanes de tierras raras, para convertir a China en un productor indispensable a nivel mundial. Estados Unidos sigue disfrutando de los frutos de la revolución digital, pero ya no está solo. Y China está a punto de tomar la delantera también en este ámbito.
Un informe de la Universidad de Stanford dice que China publica más artículos de investigación sobre inteligencia artificial que cualquier otro país del mundo. El gran premio en inteligencia artificial será para aquellos que puedan aprovecharla para crear una fabricación basada en la inteligencia artificial: plantas operadas por robots inteligentes y conectadas a grandes centros de datos que optimizan el flujo de producción. Lo que se conoce como industria 4.0 sigue necesitando materias primas como insumos, pero China también está mejor posicionada en este ámbito. Yo lo llamo estrategia.
Se puede pensar en la táctica como un regalo brillante y en la estrategia como un regalo que permite seguir avanzando. Los occidentales, por nuestra inclinación, somos más tácticos que estratégicos. Nos gusta cerrar. Eso no es necesariamente malo, siempre y cuando se tenga una estrategia subyacente.
Los ajedrecistas lo saben. Uno de los mejores grandes maestros de ajedrez de todos los tiempos, el estadounidense Bobby Fischer, dijo: «La táctica surge de una posición superior». Occidente ha perdido esa posición superior. También Israel. Somos los grandes maestros envejecidos de la geopolítica, ansiosos por jugar una partida más.
Wolfgang Münchau es director de Eurointelligence y columnista de UnHerdTomado de sinpermiso.info.