—El final de su anterior etapa estuvo marcado por muchos cuestionamientos a la Institución Nacional de Derechos Humanos y también a usted. No fue un final muy amable que se diga. ¿Cómo vive este regreso?
—Lo ideal es que las instituciones de derechos humanos estén fuera de los tironeos político-partidarios, de las diferentes miradas parciales que pueden tener legítimamente los partidos políticos, pero lamentablemente no lo están. En aquella elección [la de 2022], hubo una discusión importante acerca de intervenir tal como algunos partidos políticos plantearon: los candidatos al Consejo Directivo tienen que responder a tal o cual partido. Y eso desvirtúa no solo la idea de una institución conformada por personas que tengan versación o conocimiento en derechos humanos, sino, y principalmente...
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