Con el corazón en la mano: ¿se puede hablar aún de “filosofía dark” sin caer en una ironía involuntaria?, ¿se puede seguir pronunciando la palabra “malditismo” sin que el presente bostece su cinismo o la comezón de un justificado aburrimiento en nuestra cara? Posiblemente para Felipe Polleri estas preguntas no sean más que zonceras: en sus líneas de contratapa a este libro –acompañadas en el halago por las de Mario Bellatin y Pablo Ramos– convoca a ambas nociones muy seriamente, presentando a Nelson Díaz como el “último dark” y la “otra secreta prueba de la secreta tradición ‘maldita’ de la literatura uruguaya”. El libro de Díaz asume gustoso esa condición y se instala en un tiempo detenido –anacronía consciente, anacronía gustosa de ser anacronía– en algún punto de aquella mareada afrenta...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate