Prohibida la propaganda electoral, los desayunos eran la última oportunidad que los candidatos tenían de mandar mensajes subliminales a los electores. Keiko Fujimori armó una mesa en su local de campaña, y preparó un suculento desayuno en una reluciente cocina. En la mesa, ubicada como un escenario circense rodeado de periodistas, esperaban con apetito su esposo, sus dos hijas, y su madre Susana, estática e impasible como una figura de cera. Susana, sustituida por Keiko como primera dama cuando denunció el mal manejo en las donaciones por parte de sus cuñados, provocó la iracunda reacción del entonces presidente, que terminó expulsándola del palacio de gobierno entre denuncias de malos tratos. Tres hermanos de Alberto Fujimori, Rosa, Juana y Pedro, y un cuñado, Víctor Aritomi, están en situación de prófugos por esta causa, pero Susana, madre al fin, decidió apoyar a la hija. En el desayuno la ex primera dama hizo hincapié en que a su esposo, Mark Villanela, estadounidense, le gusta mucho el rocoto en particular y los ajíes en general, en clara alusión gastronómica al amor del extranjero por Perú. (Aquí son muy sensibles a estas cuestiones, la participación de extranjeros en sus asuntos y el gusto por el sabor peruano.) El plato central fue salchicha huachana (baja en grasas), un chorizo desmenuzado y frito junto a huevos para comer con pan.
Pedro Pablo Kuczynski (Ppk), de infelices frases hacia un buen sector de sus compatriotas (por ejemplo: “Esto de cambiar las reglas, cambiar los contratos, nacionalizar, que es un poco una idea de la gente de una parte de los Andes, lugares donde la altura impide que el oxígeno llegue al cerebro, es fatal y funesto”, dijo), decidió darse un baño de pueblo a nivel del mar, donde el oxígeno es abundante, y optó por un comedor popular en el limeño barrio de premonitorio nombre, La Victoria, donde degustó chicharrón, boniato, tamales, jugo de papaya y café.
La frenteamplista Verónika Mendoza desayunó en su casa paterna de Andahuaylillas, en Cusco. El menú fue típicamente provinciano: lechón, jugo de tumbo, dulce de calabaza y pan serrano. Sin nada relevante que destacar, a algunos periodistas no se les ocurrió otra cosa que explayarse sobre la perra vida de Chico, la mascota de la candidata, fiel pero sin derecho a voto, que se paseaba entre las mesas.
A las cuatro de la tarde, la hora autorizada para informar del resultado con las encuestas a boca de urna, se divulgó la tendencia que ya no cambiaría: Keiko y Ppk jugarán la final el 5 de junio. Lo curioso es que si el Jurado Nacional de Elecciones hubiera actuado con apego a la ley de partidos políticos, ambos deberían haber sido descalificados: los “regalos” de sus partidos, el Frente Popular y Peruanos Por el Kambio, respectivamente, fueron evidentes en varias ocasiones pero el organismo jugó a favor de la derecha. En otra decisión escandalosa, a 24 horas de la votación, decidió no aplicar un artículo de la ley y situó la valla electoral a superar para entrar al parlamento en un 5 por ciento –debería haber sido 7–, lo que resultó decisivo a la postre para salvar de la desaparición al Apra, que logró un 5,9 por ciento.
Sobre el acto en sí y salvo algunas irregularidades, como cédulas electorales ya marcadas a favor de Keiko, o entrega de ellas a cambio de tápers con comida (¡!) y hasta algunas mesas en donde el voto electrónico no daba opción a votar por Verónika Mendoza, no se puede hablar de un fraude generalizado, sino de maniobras aisladas de algunos fujimoristas curtidos en los malos hábitos.
De todas maneras, y a pesar de no haber podido pasar a la segunda vuelta, la candidata Mendoza sale fortalecida: su partido terminó con casi un 19 por ciento en su primera participación, y es mucho. De ganar, le hubiera sido muy difícil gobernar con un Congreso dominado por los fujimoristas (68 escaños de 130) La tarea de la joven cusqueña será mantener vivo a su partido en un país donde generalmente las coaliciones de izquierda sólo aparecen para las elecciones y luego se desbandan sin rumbo.
“Todo país que se respete necesita tener una izquierda moderna para graduarse de democracia madura. Esto es, una izquierda que sepa gestionar un Estado eficiente en servicios básicos mientras propicia las conquistas sociales que todavía nos faltan”, comentó tras la elección el analista y escritor Gustavo Rodríguez. “Un país con un pensamiento de derecha que tiende a obsesionarse sólo por su Pbi y descuida reformas que no son económicas es un país incompleto, y ese es el país que ha dominado las muchas conversaciones que he sostenido en esta primera vuelta, como si la crisis de valores que padecemos fuera menos importante que las crisis económicas.”
La estrategia de infundir miedo que enarboló la derecha no parece haber dado resultado esta vez. En los departamentos más castigados por la guerra interna, donde esa campaña podría haber funcionado por la constante prédica de asociar a Mendoza con el terrorismo, como Ayacucho, la candidata del Frente Amplio obtuvo un sorprendente 54,8 por ciento, más del doble que Keiko (26,2).
“Hemos demostrado que sí se puede hacer política de otra manera, que no tiene por qué seguir imponiéndose el poder del dinero, que no tenemos que resignarnos a la vieja política del caudillismo, el clientelaje y la corruptela. Que sí se puede hacer política con dignidad, con convicción, con corazón”, dijo Mendoza en la noche del domingo.
AFILANDO EL LÁPIZ. Pedro Pablo Kuczynski (que logró el 21,01 por ciento de los votos en la primera vuelta) deberá captar voluntades fuera de su partido. Seguramente contará con el apoyo de Alfredo Barnechea, que con su 6,95 por ciento se ubicó cuarto y tuvo el mérito de resucitar a Acción Popular, el viejo partido fundado por el dos veces presidente Fernando Belaúnde Terry, con una moderada propuesta de centro. Excluyendo a la izquierda y contando todos los votos de quienes no respaldaron a Fujimori, Kuczynski no llegaría a igualar a la hija del detenido ex presidente. Serán entonces los votos de Verónika los que decidirán la elección en junio. De hecho, los coqueteos ya empezaron: Mercedes Aráoz, virtual congresista, ha declarado que el plan de gobierno de Peruanos Por el Kambio tiene muchas coincidencias con el plan de gobierno del Frente Amplio. Los electores de la fastidiosa e incómoda izquierdista aparecida a última hora para alborotar el avispero estarán ante la encrucijada de votar por quien continúa el modelo neoliberal que rechazan o votar viciado o nulo, lo que sentaría a Keiko Fujimori –que personifica por herencia la corrupción y la violación de los derechos humanos– en el sillón de Pizarro. Lo más probable es que se traguen el sapo, voten por lo que consideran el mal menor y sea el economista quien reciba la banda presidencial de manos de Ollanta Humala. Pero sea uno u otra quien gane, los defensores del sistema están felices. La Bolsa de Valores lo festejó con una subida de más de un 10 por ciento el lunes.