Para el general, retirado hace más de una década, la reforma de la Caja Militar y el impuesto a las jubilaciones más altas generó un “fuerte impacto en la interna militar” y marcó un “punto de inflexión” en el relacionamiento político de las Fuerzas Armadas. Pero aclara: “En lo institucional son tremendamente obedientes”. En las próximas semanas Hebert Fígoli, quien se considera a sí mismo como un “outsider” con “sentido común” y herramientas de gestión obtenidas en las misiones de paz de la Onu, comenzará a recorrer para “escuchar” y “conocer” los problemas de la gente.
—La relación entre militares y partidos políticos ha sido siempre muy estrecha en Uruguay. ¿Cómo caracterizaría este momento particular signado por el impulso del gobierno a una reforma de la Caja Militar y la creación de un impuesto a las jubilaciones más altas?
—Históricamente, más allá del período de interrupción constitucional, ha habido una natural adhesión de amistad cívica con lo que pueden ser los partidos fundacionales. A través de los tiempos se ha dado una natural simpatía, tanto hacia el Partido Nacional (PN) como el Partido Colorado (PC). Las Fuerzas Armadas mantuvieron su adhesión cívica en estas circunstancias. La situación, a partir de prácticamente año y medio, ha marcado un punto de inflexión en lo que puede ser la relación Fuerzas Armadas y su relacionamiento político, no el relacionamiento institucional, porque las Fuerzas Armadas son tremendamente obedientes, pero sí en lo que hace al sentimiento, al posicionamiento personal. El pretendido intento de un segundo impuesto, aparte del Iass que ya pagamos, es a todas luces inconstitucional. Esto generó un fuerte impacto en la interna militar, en el personal en retiro, porque esto puede tener un impacto en haberes y pensiones de retiro más altos. A esta altura de nuestras vidas, sexuagenarios, septuagenarios, octogenarios, cuando es muy difícil –habida cuenta de la tremenda carga fiscal y ajustes que se están dando, particularmente en las tarifas públicas– poder llevar una vida decorosa. De ahí la activación de un equipo de trabajo que tuve hasta hace poco el privilegio de coordinar para dar nuestro punto de vista en todo el espectro político con representación parlamentaria. Allí pretendimos justificar que los tan mentados beneficios o privilegios, vistos desde otra posición, no son tan así.
—Hasta el momento no están los votos para la aprobación de la reforma en Diputados.
—El diputado del Frente Amplio Darío Pérez ha sido contundente, ha dicho por todos lados que el impuesto es inconstitucional. Para mí han sido tremendamente importantes los dictámenes de la Udelar y de la Ucudal, de Martín Risso y de Gonzalo Aguirre, que van en línea con las consultas que habíamos hecho en diferentes ámbitos. La senadora Lucía Topolansky lo ha dicho, para ella es constitucional, frente a la opinión contraria de la máxima academia. Realmente no le hace bien al Estado de derecho que mayorías transitorias –porque un período de gobierno pasa muy rápido y lo que hoy es mayoría mañana seguramente se transforma en minoría– condicionen el futuro de las Fuerzas Armadas.
—El Ejecutivo anunció el envío de un proyecto para modificar las leyes orgánicas de las Fuerzas Armadas. Ustedes han insistido con que no cuentan con la opinión de los directamente involucrados.
—En el caso de la eventual reforma del servicio, las consideraciones de los mandos militares fueron tenidas en cuenta poco y nada. Lo he dicho en el Parlamento: una calle en un solo sentido. Esto realmente me preocupa. Si tuviera que hacer el Cti de un hospital seguramente consultaría a los médicos cirujanos y consideraría la opinión del licenciado en enfermería jefe del personal. No me quedaría con la opinión del arquitecto, en este caso se están quedando sólo con la opinión del arquitecto.
—En noviembre dejó de pertenecer al equipo de coordinación en el tema de la seguridad social y se integró al Mup. ¿Qué lo impulsó a dar este paso hacia la política partidaria?
—Yo no vengo de la política, no soy un hombre político, no tengo formación política. Obviamente he tenido mis simpatías políticas, como todo el mundo en este país, pero no he ejercido la política activa. Por 2009 tuve una instancia de asesoramiento en el tema de las Fuerzas Armadas, una mirada muy amplia, muy general, a pedido del doctor Larrañaga, pero ahí terminó mi vínculo. Yo me retiré voluntariamente a mi retorno de Chipre, en 2006 –donde fui dos años comandante de la fuerza de la Onu–, no por temas del Ejército, sino de comunicación política que no me satisficieron. Enterado de que no sería el nuevo comandante del Ejército, rechazo cortésmente el cargo de nuevo coordinador de los servicios de inteligencia del Estado, y a fines de 2006 ocupo un cargo como adjunto en la gerencia general del Hospital Evangélico durante seis años y medio. Más allá de mi voluntad, con todo este tema del impuesto al que estuve dedicado, a uno lo van poniendo en el escenario público, no político: conferencias de prensa, reuniones. Con muchos años de vida militar, mucha gente me conoce, a tal punto que hace unos pocos meses un grupo de coroneles que me conocían de toda la vida –de hecho yo fui su instructor en la Escuela Militar cuando ellos eran cadetes– me hablan de que se estaba gestando un movimiento distinto del Partido Orden Republicano (Por), que está en proceso de gestación y que también está conformado por militares retirados y conciudadanos, pero su visión es crear un partido aparte de los ya existentes.
—¿Y qué objetivos políticos tiene el Mup?
—Es un movimiento también conformado por militares retirados, abierto a que los conciudadanos adhieran y con la mirada puesta en llegar a ocupar una banca parlamentaria en acuerdo con alguno de los partidos de la oposición en un proceso que todavía no está ni ahí de definirse. La idea es tratar de activar comités departamentales. En todos los departamentos hay retirados y familiares, es decir, gente que eventualmente puede coincidir con nuestros principios, valores y propuestas. Todo esto todavía está en discusión. Recién estamos en un primer nivel de elaboración general de estrategias y pensando en encolumnarnos, llegado el momento, a través de acuerdos, de comparar metas, programas, valores, en alguno de los partidos de la oposición, ahora no tengo claro cuál.
—¿Pero con cuáles hay mayor afinidad?
—No descarto nada, pero quizás por presencia territorial, por las simpatías político-partidarias de la mayoría de nuestros adherentes, o PN o PC, se verá. Sería una lista general al Senado pero con una peculiaridad: puede que con uno de los partidos se acuerde en algunos departamentos, pero el movimiento apoyaría al otro partido a nivel nacional. Hay que estudiar cómo se materializaría desde el punto de vista electoral. Tengo previsto entrevistarme con algunos técnicos para que nos ilustren al respecto. Hay muchas cosas, yo todavía estoy en pañales. Hay algún antecedente, como el de Benito Nardone, Chicotazo, pero hay que analizarlo. Entonces, por ahora, estamos creando masa crítica, ya tenemos referentes en varios departamentos, que son retirados, algunos ya están integrando agrupaciones políticas. Soy totalmente un outsider en política, lo mío es el mundo militar. Pero creo tener un poquito de sentido común, un poquito de experiencia internacional: cinco misiones de paz de la Onu me dieron muchos conceptos de gestión de organización, administración de recursos, más lo que he hecho en mi país como militar, en el ámbito académico, privado. Tengo un plan de recorridas para febrero, quiero empezar a escuchar, a conocer los problemas, porque la agenda no se agota con el tema militar. También apuntamos a los problemas que vive la sociedad en general.
—¿Cómo se para el Mup frente a los temas de la historia reciente?
—Demos espacio a la justicia. Lo que la justicia determine es correcto. Yo a eso no me opongo. Pero, realmente, hay dos o tres términos que pienso y que he madurado. Son tres “R”. Primero, reconocimiento. Desde lo que expresaba el extinto general Medina cuando sostenía que se habían perdido algunos puntos de referencia hay una suerte de reconocimiento de que se cometieron errores, desde que aparecieron restos de detenidos desaparecidos en unidades militares. Hay un reconocimiento expreso de que sucedieron esas cosas. Es necesario para la reconciliación, para superar la brecha en la sociedad, para que las generaciones presentes y futuras no sigan embretadas en un pasado sin solución de continuidad, y yo sé que es un término que puede resultar muy duro, pero también es apelar a la resignación. Reconocimiento, resignación para la reconciliación. Que siga procediendo la justicia. El otro día el señor comandante en jefe del Ejército (Guido Manini Ríos) lo dijo: el Ejército lo que quiere es que esto se termine, que aparezca lo que tenga que aparecer, pero miremos hacia el futuro.
—¿Qué dice frente a lo que sostienen que esto es una corporación de los militares?
—A ver, la base la conforma un grupo de militares, pero rápidamente se integraron civiles y mañana habrá muchos más, ¿y quién dice que no sean mañana muchos más que los propios militares? De manera que no estoy defendiendo sólo a la corporación militar, el estamento castrense; de hecho le decía de la preocupación por los grandes temas que abruman al Estado-nación.
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El accionar político del Mup estará orientado, de acuerdo a su programa de principios, a la “defensa de los legítimos derechos de la familia militar, de las Fuerzas Armadas, para ocuparse e incidir en las soluciones a los grandes problemas que los afectan”. En forma sintética, éstos se relacionan con: “A) El profundo deterioro de la seguridad ciudadana, el crecimiento del narcotráfico, la drogadicción, la delincuencia y las conductas violentas de sectores marginales. B) La erosión de las reservas de la familia para cumplir las funciones de integración y protección, así como la pérdida de los valores sociales que siempre caracterizaron a nuestro país; el respeto, el trabajo, el estudio, la solidaridad bien entendida para evitar fisuras y desintegración social. C) La pérdida de la calidad en la educación y en la enseñanza, particularmente la pública. D) Los problemas derivados de la atención en salud. E) La inestabilidad laboral, la incertidumbre y el desempleo. F) El aumento del éxodo del medio rural, con claro empobrecimiento de los cinturones urbanos. G) El impacto sobre las economías domésticas por la excesiva carga impositiva, en el marco de un Estado gigantesco, con serios problemas de gestión en las empresas públicas. H) La situación crítica de la seguridad social en general y del sistema de retiros y pensiones militares en particular”.
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