En los campos o bosques de Larzac, Notre-Dame-des-Landes y Lejuc germinaron movimientos populares en defensa de la tierra y la naturaleza, y contra el avance supuestamente inexorable de la tecnología y la economía. Allí se desarrollaron maneras de vivir y funcionar no regidas por el principio de la mercancía. Cincuenta años de una lucha que sigue viva.
Los países viejos, inventores de la modernidad y de sus vértigos, a menudo mantienen asombrosas relaciones con el tiempo que dura, con la persistencia y la insistencia del tiempo duradero. Relaciones asombrosas, al menos, para quienes, sin haber inventado la modernidad, se limitan a consumir sus signos más caricaturales, mientras temen no estar lo bastante aggiornados, o no haber enérgicamente superado el pasado.
Esta subjetividad, que exper...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate