En febrero, cuando el país comience a retomar, lentamente, su ritmo habitual, el Grupo de Investigación en Antropología Forense (Giaf) ingresará al Batallón de Infantería número 14 en busca de restos de detenidos desaparecidos. El trabajo se centrará en los alrededores de una edificación identificada como “la enfermería y los galpones aledaños”, considerada de interés a partir del trabajo con georradar realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf).
Esa zona fue identificada a partir de una investigación del periodista Marcelo Falca, con base en diversos testimonios y en datos aportados por el Comando General del Ejército, a partir de un pedido de acceso a la información pública. La investigación permitió establecer que estas edificaciones fueron construidas entre 1983 y 1987, en una zona de interés para la búsqueda de restos de detenidos desaparecidos.
En el predio fueron hallados los restos de Julio Castro en 2011 y de Ricardo Blanco Valiente en 2012. Ambos estaban a pocos metros de distancia y tenían el mismo patrón de enterramiento, por lo que el Batallón 14 se transformó en un punto clave en la búsqueda. Incluso el entonces jefe del Giaf, el antropólogo José López Mazz, planteó la hipótesis sobre el hallazgo de Arlington, “el cementerio clandestino del cual hablaban los represores”, pero los trabajos siguientes no tuvieron resultados.
La investigación periodística abrió una nueva expectativa, que aumentó tras la inspección con georradar (ground penetrating radar, Gpr), una técnica geofísica no destructiva que permite detectar indicios de posibles movimientos de tierra o cavidades en el subsuelo, realizada por técnicos del Eaaf. Estos trabajos revelaron anomalías en el subsuelo de la construcción y en sus alrededores.
Los antropólogos argentinos fueron cautelosos con el hallazgo, pero recomendaron adoptar otras medidas para confirmar cuáles son las causas de esas anomalías en el terreno. Ante esto, el fiscal Ricardo Perciballe solicitó el inicio de las excavaciones en la zona, única forma posible para confirmar o descartar la hipótesis con la que se trabaja: que las edificaciones fueron construidas sobre el lugar donde están enterrados cuerpos de detenidos desaparecidos. El juez José María Gómez aceptó el pedido y autorizó el ingreso de los antropólogos al predio; el inicio de los trabajos se concretará en febrero, dijeron fuentes judiciales a Brecha.
En 2018, el Giaf realizó diversos trabajos de búsqueda de restos de desaparecidos en varios lugares, entre ellos, un predio privado ubicado en el balneario Neptunia (Canelones) –a partir del testimonio de varios vecinos de la zona– y una piscina ubicada en un hotel abandonado en Santa Teresa (Rocha). En ambos casos, el resultado fue negativo.
Por otro lado, los antropólogos continúan los trabajos de búsqueda de restos en el Batallón número 13, donde funcionó el centro clandestino de detención 300 Carlos, y donde fueron hallados los restos de Fernando Miranda. Allí se trabaja en una extensa área considerada de amplio interés para la búsqueda, que el Giaf pretende excavar “en su totalidad” para despejar las dudas que existen sobre la posible presencia de otros cuerpos en el lugar, dijeron las fuentes.
La búsqueda de restos en esta unidad militar estuvo plagada de contratiempos. Primero, el hallazgo de una granada en el lugar que obligó a suspender las excavaciones durante varios meses; después, la presencia –en dos oportunidades– de drones que sobrevolaban el predio y que fue calificada por el coordinador del Grupo por Verdad y Justicia, Felipe Michelini, como un “elemento intimidatorio”, una “intromisión indebida e inaceptable” (véase Brecha, 2-XI-18). Pese a todo, la búsqueda sigue adelante.