Cuando la tele cantó los primeros números y se avizoraba una victoria segura del No a la Reforma, los otros resultados electorales pusieron paños fríos a la algarabía. Entendimos al instante que lograr resistir ese derechazo militarista, sin desmedro de la importancia de haberlo logrado, no garantizaba nada si el Parlamento quedaba conformado por una mayoría de derecha, incluyendo una considerable proporción de extrema derecha.
Somos de izquierda. Algunos/as militamos en el Frente y nos desencantamos, otros/as nunca lo hicimos, algunos/as lo dejamos de votar y otros/as lo seguimos votando a pesar de reconocer los límites del proyecto político progresista. No se trata de enumerar aquí las razones de dicho distanciamiento; estas se pueden encontrar en múltiples opiniones, artículos y acciones que quienes aquí firmamos hemos desarrollado en estos años. Si bien los gobiernos del FA mejoraron las condiciones de vida de nuestra población en los últimos quince años, también es indudable que legitimaron la gestión “humana” de nuestro capitalismo periférico como el mejor de los mundos posibles, volviendo a los viejos antagonistas de la izquierda en socios estratégicos. La prioridad de captar el centro se impuso al objetivo de transformar los valores y la cultura en un sentido poscapitalista, lo cual se tradujo en una práctica política pragmática y posibilista que alejó del horizonte la transformación radical de la sociedad e, incluso, colaboró con el corrimiento hacia la derecha de todo el mapa político nacional registrado en las últimas elecciones.
Pero lo cierto es que también colaboró con el corrimiento nuestra incapacidad de generar una alternativa robusta que explique sus límites como parte del propio orden del capital. Luego de tres gobiernos, quienes militamos a nivel social o político fuera del FA no hemos logrado construir una herramienta política que nos permita organizar los anhelos de cambio en una perspectiva socialista. Por el contrario, la primera vuelta de las elecciones nacionales nos mostró que el FA sigue siendo, guste o no, el principal instrumento político‑electoral de los sectores subalternos. Por eso sus límites y deficiencias nos duelen como si fueran nuestras: porque somos parte activa del proceso político popular uruguayo.
Eso nos tiene que llamar a la autocrítica, a pensar también nuestra práctica y su eficacia, porque a todas luces no hemos sido capaces de disputar el descontento y el malestar de una importante parte de nuestro pueblo. De ese malestar se nutre hoy la derecha, que explota la incertidumbre y el miedo con una promesa de orden conservador, que repite un ciclo de restauración antipopular que ya conocemos en la historia de nuestro país. Pero nuestro pueblo no es en sí mismo de derecha. Allí hay una tarea de sensibilidad y militancia de cercanía.
Este escenario, que no nos gusta ni elegimos, es el que pauta un enfrentamiento ante el que no podemos ser indiferentes. El llamado bloque “multicolor” no es otra cosa que la conjunción de los sectores oligárquicos con el neoliberalismo de los Chicago boys y una ultraderecha con fuerte arraigo militar, que tiene componentes fascistas en su interior.
La derecha liberal, una vez más, vuelve a hacer alianza con sectores filofascistas a la hora de ordenar la casa. Y nuevamente es una alianza subordinada: es indudable que el surgimiento de Cabildo Abierto y su fuerte expresión parlamentaria lo posicionan en un lugar clave para la gobernabilidad del bloque de la restauración conservadora y el ajuste. Si a esta fuerza parlamentaria, sumada a la fuerza militar que ya tiene, se le agrega la capacidad de conducir sectores claves dentro del Poder Ejecutivo, las perspectivas para 2024 serán aun más desalentadoras. Está fuera de discusión la enorme capacidad destructiva de conquistas populares y derechos que tiene esta coalición, que operará afirmándose en su poder mediático y en una base de punitivismo con arraigo judicial y social. No creemos en el principio “cuanto peor, mejor”. Lo que vemos en todas partes, y muy cerca, a nuestro lado, es que cuanto peor, peor.
Los partidos no se juegan en la cancha del deseo individual, sino donde la historia manda. Ahí “te largan a la cancha sin preguntarte si querés entrar”, la pelota rueda y en el campito oriental se dirime el contexto donde viviremos y militaremos los próximos años. En este partido, con la pelota rodando hace rato, compañeros/as de diferentes procedencias, sin estar en el FA, llamamos aquí a votar a Daniel Martínez y a Graciela Villar en la segunda vuelta de las elecciones nacionales.
No da lo mismo. La candidatura y el programa de Martínez‑Villar no son los nuestros, pero esas son las condiciones históricas que están instaladas. Lo que sí podemos elegir es si vamos a hacernos cargo de la decisión que se avecina. La tarea táctica de la hora es frenar el avance ultraderechista y eso implica posicionarse en el balotaje a favor del candidato del FA. Desde nuestras formas de pensar, sumaremos todo nuestro esfuerzo en ese objetivo inmediato.
Es obvio que la transformación de la sociedad no se define ni resuelve solo el día de las elecciones. Se trata de un día en cinco años e implica, ni más ni menos, una decisión táctica: qué papeleta se pone en la urna. Sin embargo, lo medular del asunto es que ese día sí define las condiciones que regirán en adelante la lucha de los y las trabajadoras. Porque de eso se trata: de las condiciones para la praxis militante permanente y persistente, desde todas las trincheras, los movimientos sociales, el feminismo, los sindicatos, los partidos, los medios alternativos, las cooperativas, etcétera.
El voto, siempre asunto íntimo, se vuelve social cuando somos parte de una comunidad que lucha y construye. Somos parte de la izquierda social, que apuesta a la fuerza estratégica del movimiento popular fortaleciendo su organización de base. Desde esa comunidad, y con objeto de fortalecerla, invitamos a hacer social esa intimidad del voto, porque las consecuencias lo serán. Sumamos nuestro esfuerzo con humildad y decisión. Derrotemos la alianza neoliberal‑militar‑conservadora hoy, para estar más fuertes y unidos para enfrentarla mañana. Porque allí seguirán. ¡Derecha nunca más!
Las firmas pueden leerse en hemisferioizquierdo.uy.
1. Se puede adherir a esta carta enviando un correo a: hemisferioizquierdo.uy@gmail.com.