“La tierra para quien la trabaja” fue, durante buena parte del siglo xx, una consigna vinculada a la búsqueda de un mundo más justo, más humano, con menos miseria. La frase se atribuye al revolucionario mexicano Emiliano Zapata, quien, en el Plan de Ayala, defendía una profunda reforma agraria en un México de enormes desigualdades. Pocos años después Zapata caía abatido por las balas de quienes, en ese mismo México de servidumbres campesinas, habían decidido que repartir las tierras y distribuir la riqueza era inadmisible. Y se invirtió el proceso, expropiando y privatizando los ejidos, las tierras comunales. Ha pasado casi un siglo y la situación no ha mejorado, ni en México ni en el resto del planeta; antes al contrario. La ong Oxfam acaba de publicar un informe en el que explica cómo e...
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