El pasado 11 de marzo, unos días antes de que se declarara en nuestro país la emergencia sanitaria por covid-19, el Poder Ejecutivo firmó el decreto 90/020, que estableció un recorte del 15 por ciento en el rubro gastos e inversiones al conjunto de la administración pública, incluyendo las instituciones científicas. Si bien la Universidad de la República (Udelar) quedaba por fuera de dicho decreto, desde el gobierno se la «exhortó» a realizar el mismo ajuste. Ante una respuesta negativa,1 comenzó a retacear ese porcentaje en los créditos mensuales del rubro gastos, aplicando el ajuste por la vía de los hechos.
El recorte responde a la intención del gobierno de controlar el déficit fiscal, postura que no cambió cuando irrumpió la pandemia. Es decir que entre marzo y agosto de este año, mientras el gobierno convocaba un grupo asesor científico honorario, la Udelar y el Instituto Pasteur adaptaban kits diagnósticos para el sistema de salud pública, la Udelar transformaba laboratorios en centros de diagnóstico en el interior del país, las facultades de Arquitectura, Ingeniería y Química imprimían hisopos en 3D ante su escasez mundial, los servicios del área salud se comprometían con la problemática sanitaria, los del área social y artística se volcaban a atender diferentes aspectos de la emergencia socioeconómica, los programas integrales apoyaban redes autogestionadas de alimentación y cuidados, el Consejo Directivo Central creaba tres grupos de trabajo que articularon acciones de extensión, investigación y colaboración multidisciplinarias, mientras se sostenían los cursos en modalidades virtuales aun en condiciones adversas;2 mientras todo eso sucedía, el gobierno insistía en recortar los créditos de gastos e inversiones. Insólito.
Finalmente, el 7 de agosto el Ministerio de Economía y Finanzas anunció que las instituciones del Área Programática Ciencia, Tecnología e Innovación serían excluidas del decreto. Cinco meses después, el cese de un recorte que nunca debió suceder se anunció como si se tratara de un incremento. Sin embargo, de inmediato quedó claro que el alcance de la medida no incluía a la Udelar, responsable de la formación de los/as investigadores/as y de más del 80 por ciento de la actividad de investigación del país. El mismo día, la ministra Arbeleche confirmó en conferencia de prensa la intención del gobierno de recortar el presupuesto de la Udelar, e intentando una justificación imposible dijo que la Universidad tiene un presupuesto «suficientemente grande» como para recortar en «otras áreas» sin afectar la investigación. Cabe preguntarse entonces: ¿Qué tan grande es el presupuesto de la Udelar? ¿Qué implicaría afectar algunas de sus «otras áreas»? Y también: ¿Existen otros componentes del gasto público donde sea posible ahorrar para priorizar la educación, la cultura y la ciencia?
1. ¿SUFICIENTEMENTE GRANDE?
En la misma tónica que la ministra se expresó el director de la OPP, Isaac Alfie, quien afirmó que el presupuesto de la Udelar se había incrementado, pero que el número de egresados se había mantenido estable, por lo que el gasto por egresado había aumentado. Con el fin de intentar justificar la idea de que el presupuesto de la Universidad es «suficientemente grande», se recurrió a la mentira.
Es cierto que el presupuesto de la Udelar aumentó en los últimos años en términos absolutos (aunque en términos del PBI se mantuvo estable en cifras cercanas al 0,85 por ciento). Sin embargo, ese crecimiento también estuvo acompañado del incremento de la matrícula de grado y posgrado, la oferta educativa, el desarrollo en el Interior y las acciones de extensión e investigación.
Veamos algunos números.3 Se duplicaron las carreras de grado, que pasaron de 78 a 160 entre 2007 y 2019. También aumentaron los docentes con dedicación total (DT), que se duplicaron en la última década (aunque actualmente hay más de 70 con evaluación favorable, pero en lista de espera por estar desfinanciado dicho programa). El régimen de DT, creado por la Udelar en 1958, es el principal instrumento de apoyo a la investigación (integrada a la enseñanza y la extensión) con que cuenta Uruguay en la actualidad, y es el que explica en buena medida que el 80 por ciento de la investigación del país se haga en la Udelar.
El aumento del salario docente fue importante, pero aún está lejos de una situación adecuada. Un grado 1 con 20 horas semanales gana 15.800 pesos nominales, un grado 2 con igual carga horaria gana 21 mil. Se trata del salario de ingreso más bajo de toda la administración pública, incluyendo a la UTEC y a la ANEP, lo que pone en evidencia que se trata de una problemática cuya atención es prioritaria.
En cuanto a la matrícula, pasó de 110.442 en 2012 a 139.830 en 2019, llegando a su máximo histórico (y se espera que siga aumentando en los próximos cinco años). Los estudiantes que ingresan y egresan de carreras de posgrado, lejos de mantenerse estables, como afirmó Alfie, se duplicaron en los últimos 15 años.
El crecimiento de la matrícula estuvo acompañado por un incremento de las horas docentes. Sin embargo, la relación horas docentes por estudiante se mantuvo estable. Es importante que el presupuesto se incremente para mejorar las condiciones de enseñanza. Y aquí hay que hacer notar que la afirmación de Alfie, además de contener un dato equivocado que es sencillo desmentir, al mismo tiempo desliza un razonamiento nefasto que es necesario desarmar. Atar el presupuesto a indicadores de productividad podrá servir para gestionar una empresa, pero es muy nocivo como criterio aplicado a la educación. Todo suena a profecía autocumplida. Supongamos un escenario adverso pero plausible: el gobierno recorta el presupuesto universitario durante cinco años, la matrícula sigue creciendo, la Universidad mantiene su política de ingreso abierto, el salario, la infraestructura, la relación docente-estudiante se deteriora, y los egresos bajan, para que vuelva Alfie a señalar ese indicador como justificación para otro recorte. Es una dinámica perversa, pero conocida.
2. LA PARTE Y EL TODO
Volvamos al comentario de Arbeleche. Al sugerir que la Udelar puede preservar la investigación aplicando el recorte a «otras áreas», demuestra un profundo desconocimiento de qué es y cómo funciona una universidad. La investigación no es una actividad que sucede aislada de la enseñanza y de la extensión, sino que se combina con ellas. Las tres se nutren recíprocamente, de diversas formas, en la vida cotidiana de la institución. Las tres requieren de gente formada, equipada y dedicada, y encuentran su sentido en la creación científica, artística y cultural, en la cooperación con la sociedad (que en la Udelar tiene el estatuto de mandato legal) y en la formación, sin restricciones de ingreso, de muchos miles de jóvenes en todo el país. Cualquier política de recorte, por más focalizado que se lo pretenda, implica inevitablemente un deterioro del conjunto. No se puede herir las raíces o quebrar el tallo para cuidar la flor.
3. ¿HAY RECURSOS?
La decisión sobre el destino de los fondos públicos no obedece a un aséptico procedimiento técnico, sino a decisiones políticas producidas en el movimiento conflictivo de la realidad. Entre avances y retrocesos, hay un hecho contundente que nos devuelve un doloroso reflejo de «las libertades que faltan» en nuestra sociedad: el Estado uruguayo destina la misma cantidad de dinero en financiar el déficit de la Caja Militar que en la Universidad de la República.
También es una decisión política y no un fenómeno meteorológico el hecho de que el gobierno no cobre por concepto de impuesto al patrimonio e impuesto a la renta de las actividades económicas del gran capital el equivalente a dos veces y medio el dinero que destina a la Udelar.
Que el objetivo de reducir el déficit fiscal se persiga sin alterar estas exoneraciones y cargando los costos sobre los asalariados y los servicios públicos es también una decisión política. Y una que hoy distingue tristemente a nuestro país: mientras en todo el mundo la discusión del déficit fiscal pasó a segundo plano, producto de la crisis económica producida por la pandemia, en nuestro país se mantienen los recortes sin importar las consecuencias sociales. Los datos al respecto son elocuentes.En julio, la CEPAL publicó un estudio que muestra que las medidas para atender la emergencia han representado grandes esfuerzos fiscales en casi todos los países analizados. Para un conjunto de 17 países de América Latina, en promedio, los países destinaron el 3,9 por ciento de su PBI en afrontar la emergencia. Uruguay ocupa el último lugar por destinar tan sólo el 0,7 para enfrentar la crisis, por lo que en 2020 Uruguay habrá destinado más dinero a cubrir el déficit de la Caja Militar (desfondada por privilegios vergonzosos heredados de la dictadura) que a paliar una crisis sanitaria, económica y social que en abril ya había empujado a unas 100 mil personas bajo la línea de pobreza.
Las posibles fuentes de financiamiento no se agotan en los ejemplos mencionados, sino que abarcan un abanico amplio de medidas.4 No estamos ante un hecho irremediable del destino, sino ante problemas que requieren resoluciones políticas perfectamente viables. Tanto más cuando la solicitud presupuestal realizada por la Udelar es austera y contempla un incremento progresivo.
Así las cosas, la discusión sobre el presupuesto universitario expone una encrucijada con importantes implicaciones. En la educación las edificaciones son difíciles y de largo aliento, pero los procesos de destrucción pueden ser rápidos y de muy difícil reversión. Si se deteriora la enseñanza y la cultura, si se debilitan las capacidades de investigación y construcción de soluciones a nuestros problemas sociales, sanitarios y productivos, si se resigna la expansión social de la actividad creativa en redes diversas de cooperación, si se cercena el derecho efectivo a estudiar, si se da por natural la migración de nuestros jóvenes académicos a los países centrales, si se asume como irremediable la dependencia, ¿qué futuro podemos esperar? El horizonte se clausura antes en nuestro pensamiento que en la realidad. ¿Tendrá el gobierno una amplitud de miras «suficientemente grande»?
1. Véase respuesta de la Udelar
2. Véase documento de ADUR «Consideraciones sobre el trabajo docente universitario en el contexto del covid-19»
3. Para una visión completa del tema véase «Propuesta de la Universidad al país»
4. Otras medidas complementarias se encuentran en el documento de ADUR «Emergencia social, ciencia y Universidad»