Gabriela Schroeder tenía 4 años, pero recuerda lo que pasó. Se acuerda de que los captores llegaron a su casa en la madrugada mientras su madre, su padrastro, ella y sus dos hermanos dormían. Recuerda que entraron con mucha violencia, que su madre intentó tranquilizarla diciéndole que eran «unos amigos», que los metieron en un auto y que se los llevaron –a los cinco– a una casa donde había otras personas.
Recuerda la última vez que habló con su padrastro, la última vez que vio a su madre. Que sus captores estaban todo el tiempo armados, el ruido del tren. Y que casi dos semanas después, ella y sus dos hermanos –que eran más chicos– fueron abandonados en la puerta de una clínica o de un hospital; al otro día, se reencontraron con su abuelo y con su tío, que desde el 13 de mayo los buscaban ...
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