A veces, quien dona fideos es la impotencia. «La vecina que me los trajo no tenía aceite, ni salsa, ni gas para hervirlos», dice Lita, activista y referente de la olla popular del barrio El Tobogán, en el Cerro. Otra vecina, que llegó a ir en carro hasta Carrasco a buscar donaciones, tuvo que vender el caballo. Martes y jueves a las 20 horas, contra viento y marea, el equipo que rodea a Lita y ella llama «mis héroes» mueve el cucharón hasta completar 300 porciones del guiso que consumen 64 familias. Si hubo suerte, la preparación incluye gallina vieja. Parches para el estómago de generaciones libradas a la pobreza, tanto por gobiernos que las ignoraron como por los que las consideraron a medias, opina esta hija de extrabajador del frigorífico Swift, nacida el año en que su padre hizo huelg...
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