A lo largo de julio, tres proyectos megamineros en el continente sufrieron reveses. Los métodos y los plazos por los que fueron detenidos varían, pero todos tienen una génesis común: el accionar organizado de los pobladores de los territorios comprometidos. El primero, y tal vez el paradigmático, fue en la provincia de La Rioja, en Argentina. Madrugando el mes, el gobernador Luis Beder Herrera rescindió el contrato de exploración y explotación de oro en el cerro Famatina con la canadiense Osisko Mining Company. Pero en esa decisión el protagonista no fue el gobernador. El camino de entrada al cerro llevaba un año y seis meses cortado por los pueblerinos del noroeste. El 2 de enero de 2012 montaron un piquete “que en los momentos más álgidos estuvo apoyado por 3 mil personas”, algo menos d...
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