Marisa Monte fue una figura determinante en los últimos 35 años de la música latinoamericana. Cuando empezó a actuar regularmente, en 1987, se vivía en Brasil uno de los ciclos en que las grandes grabadoras habían recuperado el control y la dirección artística, imponiendo un criterio de segmentación con gran predominio de intérpretes fabricados o amoldados a determinados perfiles estereotipados. Sin embargo, a fuerza de talento interpretativo, una voz espectacular, una enorme inteligencia y conexión con distintas facetas de la historia de la MPB y, en especial, con el espíritu tropicalista, ella demostró la existencia, en contra de los dogmas de gestión de quienes comandaban las transnacionales discográficas, de un público numeroso, entusiasta y joven para una música ecléctica, sin género, que mantenía un vínculo fuerte con el pasado en la creación de un nuevo futuro. Se puede decir que la sagacidad con la que manejó su carrera y la solidez de su propuesta facilitaron el camino para toda una generación que incluyó a Arnaldo Antunes, Nando Reis, Carlinhos Brown, Chico Science, Paulinho Moska, Chico César, Zeca Baleiro, Fernanda Abreu, Adriana Calcanhotto, Seu Jorge y Moreno Veloso, entre otros; es decir, buena parte de quienes extendieron el camino de la MPB en estos últimos decenios.
Trascendiendo en mucho el rol de cantante brasileña según los modelos cercanos de Gal Costa, Maria Bethânia y Elis Regina, o los más lejanos, como Carmen Miranda, Marisa Monte se desarrolló también como compositora, y viene siendo autora o coautora de la mayor parte de su repertorio reciente. Además, es su propia empresaria y productora artística, y dirige un sello fonográfico. Su personalidad, creatividad y esmero se despliegan, así, por todos los aspectos de sus presentaciones: la elección de los músicos de la banda, los arreglos musicales, la escenografía, el vestuario, la iluminación, la puesta en escena. Es todo un lujo volver a ver en Uruguay –es la tercera vez que viene– a una de las artistas más impresionantes de la actualidad.
—¿Cómo y cuándo sentiste la necesidad de ser parte de la MPB? ¿Cuáles fueron tus principales influencias?
—Nací y crecí en Brasil en una cultura diversificada, original, musicalmente muy rica y con una producción cultural intensa, y eso, naturalmente, estableció en mi personalidad vínculos que me formaron. No recuerdo haber sentido exactamente esa necesidad, pero creo que se fue estableciendo en la medida en que crecían los espacios en los que desarrollaba mi trabajo. Mis principales influencias fueron los grandes maestros del último siglo en Brasil, hombres y mujeres, principalmente vinculados a la tradición de la canción.
—Trabajaste con varios músicos que se establecieron como una nueva generación dentro de la MPB, como Nando Reis, Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown. ¿Qué sentido tiene, para vos, trabajar en forma colectiva y forjar tu trabajo a partir del encuentro con otras y con otros?
—Me gusta mucho el diálogo, trabajar en coautoría, el intercambio y la suma. Soy muy abierta, siempre aprendo y perfecciono mis ideas. Creo en la mixtura, en la mezcla. Desarrollé muchas coautorías a lo largo de estos años, manteniendo alianzas duraderas y renovando mis referencias creativas. Muchos de estos coautores tienen una presencia tan fuerte en mi vida que no logro imaginar mi trayectoria sin ellos.
—¿Cuáles son las contribuciones de tu generación a la MPB?
—Mi generación creció en la dictadura militar y llegó a la mayoría de edad en la apertura política, en los años ochenta, con el desafío de restablecer la libertad de expresión y el coraje de decir lo que no podía ser dicho. Es una generación que buscó honrar con responsabilidad la tradición de la música brasileña, estableciendo un eslabón entre el pasado y el futuro.
—¿Cómo ves la MPB hoy día? Algunos músicos piensan que ese movimiento o etapa ya se extinguió o está en vías de extinción. ¿Qué opinás al respecto?
—Para mí MPB es un concepto en constante transformación, literalmente sería la música popular brasileña consumida masivamente, aquella producción que se sustenta con base en la pasión que la gente tiene por la música de Brasil en constante renovación. No lo veo como un concepto detenido en el tiempo.
—¿Cómo fue el proceso de empezar a componer tus propias canciones?
—Siempre tuve mucha facilidad con melodías debido a que mi instrumento es la voz, y eso me convierte en un ser melódico. Fue un proceso natural el de crear mi propio repertorio, porque necesitaba expresar mis sentimientos de una forma más amplia.
—¿Cómo suele ser, para vos, el proceso de creación de una canción? ¿Empezás por la melodía o por la letra? Por poner un ejemplo concreto, ¿cómo fue la génesis de «Abololô»?
—No hay regla, cada canción tiene vida propia y sucede de manera distinta. «Abololô» creo que surgió de una melodía, incluso abololô es una palabra inventada, una onomatopeya que sugiere un nudo emotivo, una maraña de sentimientos en nuestro pecho. Fue así que vino la canción, hablando de saudade (nostalgia), ese sentimiento que todo el mundo conoce.
—¿Y los trabajos con tus coautores más habituales? ¿Hay alguna rutina que defina quién hace la música, quién hace la letra? Por poner ejemplos concretos, cómo fueron las génesis de «Na estrada» y de «Vilarejo»?
—Creo que esas dos comenzaron por la melodía y las letras se hicieron después con mis coautores… pero esto no es una regla. Depende de muchas cosas, es algo que está atado a cada presente.
—¿Cómo surgió Portas, tu último trabajo? ¿Qué tipo de impulsos, conceptos, sentimientos y opiniones están condensados en el disco?
—Este álbum fue surgiendo a lo largo de los últimos años en la medida en que las canciones fueron quedando listas. Es fruto de encuentros, coautorías y del propio tiempo que pasa. «Portas» es una canción que habla de opciones, oportunidades, elecciones, decisiones, cambios, transformaciones. Una canción que me gusta mucho, bastante filosófica y profunda.
—¿Cuál es tu relación con Uruguay? ¿Cómo va a ser el concierto que vas a presentar aquí a fines de setiembre?
—Amo Uruguay, me siento en casa en Montevideo, es una ciudad hermosa en la que tengo amigos queridos. El público uruguayo es muy culto y musical, me recibe siempre con mucho cariño. El espectáculo que voy a presentar es el mismo con el que vengo viajando por Brasil y por el mundo desde febrero, con músicas de varias fases de mi carrera, una banda extraordinaria y una dirección de arte que dialoga con las canciones potenciando su sentido y la comunicación con el público. Me siento muy feliz de volver a Uruguay.