Confesiones a la almohada - Semanario Brecha
TEATRO. En Espacio Vacío: Mucho

Confesiones a la almohada

ALEJANDRA ARTIGALÁS

Previo al ingreso a la sala, el espectador pasa por un living en el que se puede tomar alguna bebida antes de la función. Lo íntimo de ese espacio antecede lo que se vivirá durante el monólogo Mucho, dirigido por Luciana Lagisquet (directora, también, de Furiosa, versión libre de La fierecilla domada,que pudo verse en salas el año pasado) y escrito e interpretado por Manuel Botana. Hace diez años, Lagisquet fue docente de actuación de Botana en la escuela Sal y Pimienta; desde entonces, mantienen un vínculo que se reforzó cuando colaboraron, entre otros trabajos, en la compañía de obras de teatro en inglés Teapot. Esa cercanía se siente y ha sido sin dudas necesaria para obtener los resultados escénicos que se establecen a partir de las líneas de narración de este unipersonal, que puede catalogarse como autoficcional.

En Mucho, las primeras imágenes a las que se enfrenta el espectador se proyectan en una pantalla. Se trata de registros en video de la infancia del actor, quien comienza a intercambiar con el público algunas claves de acercamiento a las situaciones familiares allí exhibidas. Se instala, entonces, el carácter de docudrama de la puesta; el vínculo con la imagen posee el doble rol narrativo de describir la veta actoral del personaje y develar su fanatismo por grandes actrices de Hollywood (se evocan y proyectan escenas interpretadas por Anne Hathaway, Cate Blanchett y Meryl Streep, entre otras). Las máscaras se superponen para luego, de a poco, irse retirando en un proceso de sinceramiento que abarca aspectos muy personales del actor; así, se pone en el centro la afirmación de su homosexualidad. En este camino, en el que Botana elige, la mayoría del tiempo, la herramienta del humor, no faltan momentos en los que la angustia del proceso de aceptación personal y social lleva el tono a un territorio afectivamente mucho más complejo.

Es posible inferir que los textos que componen el monólogo nacen de una primera escritura personal que luego fue reestructurada hasta encontrar un carácter teatral. El monólogo se fragmenta en cuadros acompañados por canciones interpretadas en vivo. En este tránsito, el personaje recuerda momentos de sus diferentes etapas de vida, desde la infancia hasta la adultez. En ese relato, comparte experiencias de iniciaciones que adquieren diversos significados y que abarcan la definición de una identidad, la autoaceptación, el reconocimiento parental, encuentros amorosos plagados de dificultades. Es que Mucho también hace una sostenida exploración acerca de las diversas facetas del amor gay, ese que, aun con varias luchas ya ganadas, dista de tener un camino allanado en la sociedad. En un pasaje del texto, Botana expresa: «Todo esto de no ser lo que se esperaba es muy cansador, y nunca va a dejar de serlo». La frase se vincula directamente con el título de la pieza y resume muy bien esa sensación de agotamiento continuo asociada a la necesidad de sostener máscaras sociales bienpensantes, nada carentes de hipocresía.

En ese pasaje hacia la adultez, crecimiento no exento de dolor, el personaje va retirando capas de su vestuario mientras se encuentra con sus propias fortalezas, como un nuevo héroe que, en el universo de la autoficción, se ha empoderado gracias a la palabra. Se establece un puente entre el espacio interior y el mundo exterior, que encuentra en el arte un canal de expresión y de comunión con el otro. La pieza se presenta los jueves y los viernes de abril.

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