Berlín frente a la invasión rusa: Alemania cambia el rumbo - Semanario Brecha
Berlín frente a la invasión rusa

Alemania cambia el rumbo

La guerra de Rusia en Ucrania sacude al gobierno alemán, que modifica sus prioridades en materia de seguridad y política energética. El sorprendente giro rompe los paradigmas de la política interna y augura un nuevo posicionamiento de la mayor economía europea en el tablero geopolítico.

La canciller alemana, Annalena Baerbock, habla en la sesión de las Naciones Unidas dedicada a Ucrania, en Nueva York, el 1 de marzo Afp, Andrea Renault

Desde que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, movilizó sus tropas hacia la frontera con Ucrania, la presión que ejercen los socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y los principales medios occidentales sobre el canciller alemán, Olaf Scholz, ha ido en aumento. Fiel a la tradición antimilitarista del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, por sus siglas en alemán) y siguiendo el estilo apaciguador y sosegado de la excanciller Angela Merkel, Scholz evitó hacer declaraciones altisonantes que establecieran líneas rojas y posibles sanciones, y apostó al diálogo.

GAS, DINERO Y ARMAS

Hasta hace poco más de una semana el gobierno alemán se negaba a incluir el gasoducto Nord Stream 2 –que conecta a Rusia con Alemania sin pasar por terceros países– entre las sanciones económicas, por entender que se trataba de un proyecto del sector privado. Además, mantenía firme su política de no exportar armas a zonas de conflicto y su desacuerdo con desconectar a los bancos rusos del sistema de transferencias financieras internacionales Swift.

El reconocimiento de Moscú de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk y la posterior ofensiva militar rusa en el resto del territorio ucraniano configuraron –en apenas 96 horas– un escenario lo suficientemente excepcional para que las habituales reticencias alemanas se volvieran insostenibles. Primero, el martes 22 de febrero, Scholz anunció que la certificación del Nord Stream 2, el último requisito para su entrada en funcionamiento, quedaba paralizada hasta nuevo aviso. Luego, el sábado, Alemania aceptó acompañar la propuesta de Estados Unidos y la Unión Europea de excluir algunos bancos rusos del Swift. Finalmente, el gobierno encabezado por el SPD, en coalición con la Alianza 90/Los Verdes (B90/Grüne) y el Partido Democrático Liberal (FDP), puso fin a la tradicional política alemana de la posguerra y aceptó enviar a Ucrania armamento letal fabricado en Alemania desde terceros países, en este caso, Estonia y Holanda.

LOS CINCO ANUNCIOS DEL CANCILLER

La sesión extraordinaria del Bundestag celebrada el domingo se abrió con un largo aplauso para el embajador ucraniano en Alemania, Andrij Melnyk, que estaba en uno de los balcones que rodean el hemiciclo. Llegado el momento de los discursos, el primero fue del propio canciller. «El 24 de febrero de 2022 marca un cambio de época en la historia de nuestro continente», comenzó. Y agregó: «Con la invasión a Ucrania, el presidente Putin ha desencadenado a sangre fría una guerra de agresión». Sin rodeos, explicó que la clave era preguntarse si se puede romper el derecho por la fuerza, si se puede permitir que Putin retroceda los relojes a la época de las grandes potencias del siglo XIX y si se puede «reunir la fuerza para poner límites a los belicistas como Putin». Afirmó que su gobierno aceptaba el reto impuesto por el cambio de época: «Nuestra pauta es que haremos lo necesario para asegurar la paz en Europa».

Luego llegaron cinco anuncios. El primero, que Alemania enviará armas a Ucrania. Sobre esta decisión, Scholz dijo: «No podía haber otra respuesta a la agresión de Putin». El segundo, el bloqueo de las exportaciones a Rusia, la desconexión de los bancos rusos del sistema financiero y las sanciones económicas a la cúpula del Kremlin y a magnates rusos afines a Putin. Remarcó que no se trata de una guerra contra el pueblo ruso, pues, en sus palabras, «esta guerra es la guerra de Putin». El tercero, que, como socia de la OTAN, Alemania asume la responsabilidad de garantizar que la guerra no se extienda a otros países y que, para ello, es necesario que la Bundeswehr (las Fuerzas Armadas) cuente con «nuevas y potentes capacidades». El cuarto: «Debemos invertir significativamente más en la seguridad de nuestro país, para proteger nuestra libertad y democracia». Informó que el presupuesto federal de 2022 incluirá un fondo especial único dotado con 100.000 millones de euros para «inversiones y proyectos de armamento». A este anuncio, de por sí trascendente, añadió: «A partir de ahora invertiremos, año tras año, más del 2 por ciento del producto bruto interno en nuestra defensa». El actual gasto militar alemán se sitúa en torno al 1,5 por ciento. Alemania lleva años recibiendo presión de sus aliados –especialmente de Estados Unidos– para que aumente su presupuesto en defensa y cumpla con el llamado objetivo del 2 por ciento de la OTAN. El quinto, que se construirán dos terminales de gas natural licuado, con el objetivo de reducir lo antes posible la dependencia alemana del gas por cañería que llega de Rusia.

ADIÓS AL PACIFISMO VERDE

El centro de la intervención del ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, en la sesión extraordinaria del Bundestag fue la cuestión energética. Señaló la seguridad energética como un área prioritaria para el actual gobierno y apuntó a las fuentes renovables como la clave para evitar la dependencia: «Las energías renovables son, por tanto, energías de la libertad». Según el líder del FDP, el costo de las sanciones económicas a Putin representará para la propia Alemania el precio de la libertad. Por su parte, el vicecanciller de ese país, Robert Habeck, abordó un tema incómodo para su partido: la decisión de suministrar armas a Ucrania. El político de Los Verdes dijo que persiste la convicción de no volver a utilizarlas, pero que en las actuales circunstancias también es culpable quien no hace nada. Aseguró que, aunque sea una decisión difícil, apoyar a Ucrania con armas «es el posicionamiento correcto». Con una sinceridad poco habitual, reconoció: «No podemos salir de esto con las manos limpias».

En menos de 96 horas, algunas de las coordenadas de la política alemana de las últimas décadas han dado un giro formidable. El SPD deja atrás su centenaria tradición antimilitarista, los verdes se enfrentan a los límites entre el pacifismo y la realidad, y los liberales ven cómo su defensa de la austeridad y la iniciativa privada no son compatibles con una transición energética impostergable.

LA VOCES DE LA OPOSICIÓN

Los anuncios de Scholz son más fáciles de asumir para los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán) y la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera. En su discurso, el recién elegido líder de la CDU/CSU, Friedrich Merz, agradeció a Scholz sus anuncios y le aseguró un amplio respaldo. Señaló al presidente ruso –al que calificó de criminal de guerra– como único responsable de lo que sucede en Ucrania. Consideró que Rusia no ha sido amenazada por la OTAN y que «la única amenaza para Putin es la democracia en los países vecinos».

Amira Mohamed Ali, líder del grupo parlamentario de La Izquierda (Die Linke), admitió que su partido había valorado de forma errónea las intenciones de Putin, pero rechazó el aumento del gasto en defensa y aseguró: «La historia nos enseña que las carreras armamentísticas no generan seguridad». En cambio, Alice Weidel, líder del bloque de la ultraderechista Alternativa para Alemania (Alternative für Deutschland) en el Bundestag, habló de la «reprochabilidad de la invasión rusa». Sin embargo, culpó a Occidente del ataque y dijo que no haber negado a Ucrania la posibilidad de entrar a la OTAN desde un principio había ofendido a Rusia.

Las ovaciones en el Bundestag al discurso de Scholz, el respaldo incondicional de la CDU/CSU al canciller, el amplio apoyo popular que tienen los anuncios del gobierno, el baño de realidad del movimiento pacifista y hasta la autocrítica de la izquierda más afín a Rusia significan un cambio de dirección vertiginoso en la política alemana. En este sentido, en su editorial del lunes, Barbara Junge, jefa de redacción del diario TAZ, escribió: «Una cosa es que solo los militares puedan ayudar a Ucrania en la situación actual. Pero hay que vigilar que esto no se convierta en un militarismo que se cuele en la política y la sociedad».

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