Armas y algoritmos - Semanario Brecha
Las empresas tecnológicas de Israel y la «nueva era» de asociaciones con la industria militar estadounidense

Armas y algoritmos

Para nadie son un secreto los íntimos vínculos entre el sector de innovación de Israel y la maquinaria militar de ese país. Con ese celebrado antecedente, la Universidad de Tel Aviv organizó recientemente su primera cumbre DefenseTech, en la que se dio cita lo más granado de las start-up israelíes, Silicon Valley y los ejércitos israelí y estadounidense.

Peter Thiel y Alex Karp, del gigante tecnológico Palantir, con el presidente de Israel, Isaac Herzog, en Tel Aviv, en 2024 Red social X, Palantir

El 10 de diciembre, oficiales militares israelíes, fabricantes de armas y capitalistas de riesgo estadounidenses se reunieron en la Universidad de Tel Aviv para la primera cumbre DefenseTech. El evento de dos días incluyó paneles sobre «El futuro del conflicto global», «Los desafíos de Espadas de Hierro» (el nombre que le dio el ejército israelí a la guerra en Gaza) y «Explorando la innovación en la tecnología de drones». Representantes de Palantir, Sequoia Capital y Elbit compartieron escenario con el director general del Ministerio de Defensa de Israel y el jefe de Lotem, la unidad del ejército dedicada a big data e inteligencia artificial (IA).

Llegué temprano el martes por la mañana e hice fila para recoger mi pase junto a representantes de Google Cloud y soldados uniformados del Mafat, el ala de investigación y desarrollo del ejército israelí. El evento estaba repleto de trabajadores de empresas tecnológicas, representantes militares e inversores estadounidenses deseosos de establecer contactos.

Oficialmente, la cumbre DefenseTech estaba destinada a mostrar «las tecnologías y las estrategias de vanguardia de Israel para abordar la seguridad global» Pero el evento fue más que nada la celebración de una nueva y desenfrenada era de tecnomilitarización inaugurada por la reelección de Donald Trump.

Se espera que las asociaciones entre el ejército de Israel, los capitalistas de riesgo y los jefes corporativos estadounidenses aumenten bajo el gobierno de Trump. El «impulso a la eficiencia gubernamental» que el presidente estadounidense planea dejar a cargo de Elon Musk promoverá proyectos conjuntos entre grandes contratistas de defensa y empresas tecnológicas más pequeñas, especialmente las dedicadas a áreas como la IA y la guerra con drones. Como dijo Noam Perski, de Palantir, en su discurso del martes por la mañana: «Todas estas personas que solían ser expertas en tecnología ahora son expertas en tecnología de defensa».

Muchos de los defensores estadounidenses de esos planes gubernamentales son defensores acérrimos de la estrategia militar israelí en Gaza. Citan la aceitada puerta giratoria que Israel mantiene entre su sector militar y sus start-ups dedicadas a la innovación como un modelo a emular y varios de ellos viajaron a Ramat Aviv para la ocasión. 

Los inversores estadounidenses, con sus zapatos de cuero, sus botones de diseñador y su botox, eran fácilmente identificables entre los empresarios tecnológicos israelíes, con sus camisetas Nike, sus jeans ajustados y sus gafas de sol. Pero el buffet de la entrada era un verdadero crisol de culturas. Generales de alto rango y soldados de inteligencia recién llegados del cuartel charlaban con multimillonarios mientras tomaban sus capuchinos. Todo el mundo estaba ansioso por hablar sobre la IA, las vertiginosas inversiones en industrias militares y Elon Musk.

El optimismo que impulsa a estas industrias bélicas no se ve atenuado por la devastación actual en Gaza, uno de los conflictos más letales para la población civil de toda la historia reciente. Los cargos por crímenes de guerra en la Corte Penal Internacional y por genocidio en la Corte Internacional de Justicia no han bastado para disuadir al gobierno de extrema derecha de Israel y en la conferencia –como en el discurso público israelí en general– la línea oficial continuó insistiendo, obstinadamente, en una santa victoria. «Esta es una guerra entre el bien y el mal», afirmó Eyal Zamir, director general del Ministerio de Defensa de Israel, en su discurso de apertura. «Es una guerra entre la luz y la oscuridad y pronto encenderemos las velas de Janucá.»

Es una narrativa que sonaría cursi si no fuera coherente con la visión maniquea del mundo adoptada por los halcones de Silicon Valley, que ahora ascienden a las filas del poder político estadounidense. Entre las empresas más influyentes se encuentra Palantir, conocida por proporcionar software de vigilancia y blancos militares con asistencia de IA tanto a Estados Unidos como a Israel. 

«[Después del 7 de octubre] la demanda de nuestros productos se disparó dramáticamente. De repente se abrieron todas las puertas», dijo la directora general de Palantir Israel, Ayelet Gilan, a Forbes Israel en noviembre. «Aquí se creó una oportunidad única para colaboraciones y logramos crear vínculos que llevaron a proyectos conjuntos.»

La visión empresarial de Palantir fue resumida por su director ejecutivo, Alex Karp, en el Foro de Defensa Ronald Reagan, celebrado en Simi Valley, California, pocos días antes de la cumbre de Tel Aviv. «La gente quiere vivir en paz, quiere volver a casa, no quiere escuchar vuestra ideología woke pagana», exclamó. «Quiere saber que está a salvo y seguridad significa que la otra persona esté asustada: así es como se hace que alguien esté seguro.»

«LA TECNOLOGÍA DE DEFENSA VOLVIÓ A SER COOL»

No es ningún secreto que Silicon Valley comenzó como un experimento del Departamento de Defensa de Estados Unidos, para producir en serie las computadoras centrales y los microprocesadores que guiaron las operaciones militares durante la Guerra Fría. Israel rápidamente se convirtió en el campus satélite de esa industria: IBM e Intel abrieron sus primeras oficinas allí en la década del 70 y otros gigantes las siguieron en las décadas siguientes. 

La industria tecnológica de Israel, que existe gracias a la masiva afluencia de dinero estadounidense ocurrida a finales del siglo XX, nunca ha encubierto su papel en la guerra y la ocupación. Al contrario, la puerta giratoria entre el sector militar y el tecnológico es un sello distintivo de la marca «Israel, nación de las start-ups».

Sin embargo, desde la década del 90, las empresas tecnológicas estadounidenses han tendido a negar sus orígenes militares. En cambio, se han promocionado como bastiones de la progresía; el lema de Google hasta 2018 fue literalmente «No seas malvado». Aunque los contratos con la industria militar eran comunes, los directores ejecutivos se aseguraban de que se firmaran en secreto para evitar la ira de los empleados que protestaban contra las aplicaciones militares de sus productos.

En eventos anteriores de la industria que he cubierto periodísticamente, a partir de 2019, los fundadores y los generales hacían todo lo posible para asegurar a la audiencia que tanto la vigilancia como la selección de objetivos para drones mediante algoritmos ofrecían herramientas de guerra más precisas y, por lo tanto, más humanas. Era parte de una narrativa más amplia –impulsada por elementos más centristas en el gobierno de Israel y un establishment de defensa históricamente más liberal– de que las tecnologías digitales y automatizadas ayudarían a minimizar el impacto de la guerra y la ocupación en la vida de los civiles.

Sin embargo, en los últimos años la tendencia ha cambiado lentamente, tanto en Estados Unidos como en Israel. Hoy, los fundadores de las grandes tecnológicas estadounidenses se ven a sí mismos como una nueva clase guerrera, rehaciendo con orgullo su país a imagen de «Israel, nación guerrera». El gobierno de extrema derecha de Israel y la realeza de Silicon Valley se adhieren a una doctrina de seguridad de «paz a través de la fuerza», promocionando demostraciones letales de violencia como la única forma de apuntalar la seguridad nacional, lo que Alex Karp describe como «hacer que tu enemigo se cague de miedo».

En la cumbre DefenseTech de este año pareció no haber necesidad de apelar al derecho internacional de los derechos humanos ni a las normas diplomáticas. Hamutal Meridor, exdirector general de Palantir Israel, lo explicó así a la audiencia: «Cuando estaba en Palantir, solíamos tener manifestaciones frente a nuestras oficinas. Ahora, todo el mundo parece pensar que [la tecnología de defensa] volvió a ser Cool».

Shaun Maguire, socio de la firma estadounidense de capital de riesgo Sequoia Capital y declarado defensor de la estrategia militar israelí en Gaza, ofreció a la audiencia un panorama igualmente optimista del complejo industrial militar actual: «Si hablaba con gente hace tres años, me decían que eras una mala persona si trabajabas para el ejército. Pero ahora las cosas son muy optimistas: la psicología de todo este asunto está cambiando».

UNA NUEVA ERA DE COLABORACIÓN EN MATERIA TECNOLÓGICA

En 2024, Trump se postuló con una plataforma aislacionista estilo America first, oponiéndose a la participación en guerras lejanas. Pero para Palantir y otras empresas tecnológicas patrioteras que se unieron en torno a su campaña presidencial, la guerra de Israel en Gaza ha revelado la importancia de invertir en tecnologías militares.

«La gente observa lo que está sucediendo en Ucrania o Israel… y dice: “Hombre, me encantaría dedicar tiempo a trabajar en cosas que van a mover la aguja para la humanidad”», le dijo a Wire Trae Stephens, cofundador de la empresa estadounidense de tecnología de defensa Anduril, en una entrevista en setiembre con ese portal. A principios de este mes, Anduril y OpenAI anunciaron una sociedad conjunta para suministrar al Departamento de Defensa de Estados Unidos sistemas de defensa asistidos por IA, y Stephens recientemente consultó con el equipo de transición de Trump sobre planes para renovar el Ejército estadounidense.

Desde el 7 de octubre, las tropas israelíes han dependido de una serie de armas y sistemas de vigilancia –muchos de ellos fabricados o mantenidos por gigantes tecnológicos estadounidenses como Palantir, Amazon, Google y Microsoft– para ejecutar su incesante bombardeo aéreo y terrestre de Gaza, que ha matado a más de 46 mil personas y ha dañado o destruido el 60 por ciento de sus edificios. Y, como revelaron las investigaciones de +972 Magazine, los sistemas para definir objetivos militares mediante IA como Lavender y Gospel se usaron ex profeso para aumentar el número de muertos en toda la Franja, a menudo en flagrante violación del derecho internacional.

Pero si bien estas tácticas no han logrado cumplir los objetivos de Israel en Gaza, la prolongada guerra –que el exjefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel Moshé Yalón describió recientemente como una «limpieza étnica»– ha reforzado las carteras de proyectos de los directores ejecutivos de las tecnológicas y los capitalistas de riesgo estadounidenses. Muchos de ellos continúan cerrando nuevos acuerdos con el ejército israelí e inyectando dinero en el mercado local de tecnología militar.

A principios de este mes, una firma de inversión estadounidense compró la empresa israelí de software espía Paragon por más de 500 millones de dólares, a pesar de los esfuerzos del gobierno de Joe Biden para frenar la venta de tales sistemas. Las tensiones entre Estados Unidos e Israel aumentaron después de que se reveló que tecnologías de vigilancia similares vendidas por el grupo NSO, otra empresa israelí de software espía, estaban vinculadas a violaciones de derechos humanos en todo el mundo. Los conocedores de la industria creen que la reelección de Trump marca una nueva era de colaboraciones y asociaciones comerciales incluso para las empresas más controvertidas de Israel.

«En los próximos cuatro años, entraremos en una era mucho mejor para la asociación entre Israel y Estados Unidos y con una visión más alineada sobre cómo tener seguridad en la región», declaró Shaun Maguire en su discurso en la conferencia de Tel Aviv. Kamala Harris, como presidenta, añadió: «Habría sido una noticia terrible para Israel».

Lorne Abony, socio director del fondo de capital de riesgo Texas Ventures y uno de los financiadores más prolíficos de empresas de tecnología militar israelíes desde que comenzó la guerra, lo expresó en términos más simples cuando le llegó su turno: «Los próximos años serán un renacimiento para Israel. Tenemos todas las piezas en su lugar en el Departamento de Defensa [de Estados Unidos]». El público respondió con un ruidoso aplauso. 

(Publicado originalmente en +972 Magazine. Traducción de Brecha.)

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