Sobre este segundo tema hubo una reunión bilateral Barack Obama-Raúl Castro y otras varias. Los dos presidentes coincidieron en que el embargo a La Habana debe irse levantando de a poco, en la medida en que no hay mayoría en el Congreso –controlado por los republicanos– para anularlo en lo inmediato.“El ritmo del proceso de normalización de las relaciones bilaterales dependerá del levantamiento del bloqueo, que la realidad del bloqueo sea modificada sustancialmente mediante las muy amplias facultades que tiene el presidente de Estados Unidos”, dijo el canciller cubano, Bruno Rodríguez. “Las decisiones ejecutivas tomadas hasta ahora son de valor muy limitado, de alcance y profundidad limitadísimos y no tocan ningún hecho significativo de la aplicación del bloqueo”, agregó. El canciller pretende que Obama vaya desmontando de a poco algunas decisiones, como por ejemplo los impedimentos que tienen los estadounidenses para viajar a Cuba. Rodríguez dijo por otra parte que en el “nuevo clima reinante” entre los dos países (“lo que no excluye las profundas diferencias que subsisten”) el papa Francisco jugó un papel fundamental.
El otro gran tema dominante en la asamblea de la Onu y aledaños fue Siria. El presidente ruso, Vladimir Putin, intentó utilizar el encuentro para instalar la idea de que Estados Unidos y sus aliados europeos deben abandonar su idea de desplazar del poder en Damasco al presidente, Bashar al Assad, y “trabajar para montar una gran coalición” que pueda oponerse “con eficacia” a los yihadistas del Estado Islámico (EI). Hasta ahora, Washington, Francia y Gran Bretaña se oponían a cualquier solución política en Siria que no pasase por la salida del poder de Assad. Sin embargo, los últimos acontecimientos en el terreno (el avance del EI, el debilitamiento de los llamados “rebeldes moderados” sirios, que combaten tanto contra Assad como contra el EI, y sobre todo la presencia militar rusa, que instaló una cabeza de puente en el oeste del país, controlado por Assad, y comenzó a bombardear posiciones del EI) han hecho que un cambio de estrategia de los occidentales sea posible. El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, dijo que si Moscú logra que su aliado Assad “deje de atacar a su propio pueblo y cese las matanzas de civiles”, Washington podría “tener un gesto”, que no precisó. Se especula que ese gesto podría ser no insistir en la partida inmediata de Assad. Los aliados sirios de Estados Unidos, los famosos “rebeldes moderados”, han “ayudado” de hecho a los rusos para que los occidentales no descarten un cambio de orientación. Washington había montado un programa multimillonario para entrenar y equipar a alrededor de 5 mil de esos rebeldes por año, pero el programa acaba de ser suspendido porque, por un lado, no abundaron los candidatos a ser formados y equipados y, por el otro, los pocos que se presentaron (algo más de un centenar) no fueron demasiado confiables: les entregaron las armas y los equipos que Estados Unidos les dio a combatientes del Frente Al Nusra, la rama siria de Al Qaeda, aliada al EI.