Diversos proyectos respaldados por China en la región, enmarcados en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) se han paralizado, ya que la crisis de covid-19 ha afectado la fabricación, las cadenas de suministro y el movimiento de personas y bienes. Muchos países han estado bloqueados durante meses, sólo con la autorización de actividades esenciales.
Al mismo tiempo, este año ha habido menos proyectos nuevos de infraestructura china en América Latina y ningún país nuevo ha firmado formalmente un acuerdo de BRI, mientras que algunos están cada vez más preocupados por los pagos de la deuda a China a medida que sus economías enfrentan grandes dificultades.
«Estamos entrando en una nueva fase de la BRI en América Latina, ya que China se ha visto obligada a transformar la iniciativa», dice Ricardo Barrios, analista de RWR Advisory Group. «China tiene menos dinero para prestar y está siendo cada vez más selectiva sobre cómo lo usa, mientras que, al mismo tiempo, tiene que hacer frente a sus propios problemas económicos a nivel interno.»
Lanzado en 2013, la BRI tiene como objetivo resucitar la antigua Ruta de la Seda y las rutas comerciales marítimas, así como desarrollar nuevos vínculos y mejorar la cooperación económica y política entre los países y regiones participantes. Los países latinoamericanos comenzaron a unirse a la iniciativa en 2017, con 19 países que ahora han firmado un acuerdo.
En sólo una década, el comercio entre China y América Latina se ha incrementado más de 20 veces a medida que los socios regionales han firmado cientos de acuerdos y han comenzado a trabajar en docenas de proyectos claves de energía, transporte e infraestructura en ubicaciones estratégicas. Los diplomáticos chinos han descrito la región como una «extensión natural» de la BRI.
«El coronavirus cambia muchas cosas, tanto para China como para América Latina. La BRI no es una prioridad en este momento, ya que todos están preocupados por el virus», dice Pepe Zhang, director asociado del Centro para América Latina Adrienne Arsht del Consejo Atlántico. «Actualmente la iniciativa está en un segundo plano.»
ESPERANZAS DETRÁS DE LA BRI
A los países latinoamericanos que ya han dicho que sí a la iniciativa, se suponía que los lazos más estrechos con China a través de la BRI les traerían financiamiento para energía, carreteras y puertos, entre otros beneficios. Sin embargo, no ha sido necesariamente el caso hasta ahora, y los fondos chinos han disminuido en los últimos años.
Margaret Myers, directora del Programa Asia y América Latina para Diálogo Interamericano, dice que, además de una relación más amigable con China, los beneficios directos no han sido tan claros. Enumeró algunas excepciones, como el caso de Bolivia, que obtuvo un acceso más fácil para algunas de sus exportaciones al mercado chino.
«Es una herramienta que China utiliza para destacar sus propios compromisos con el desarrollo y el crecimiento de un país determinado. Si un país firma la BRI, China lo ve como un gesto simbólico muy importante, especialmente ahora que la iniciativa se encuentra desafiada por Estados Unidos y otros países desarrollados», explicó.
Argentina, Brasil, Colombia y México, las cuatro economías más grandes de América Latina, que representan alrededor del 70 por ciento de su producto interno bruto (PBI), aún no han firmado un acuerdo de BRI, lo que demuestra que la iniciativa todavía genera algunas dudas en la región. Entre ellos, Argentina podría estar más cerca de firmar, tras su reciente cambio de administración.
Sin embargo, todos ellos tienen acuerdos de cooperación bilateral integral con China y son anfitriones de proyectos de infraestructura chinos. Esto ha planteado preguntas sobre lo que en realidad se puede clasificar como un proyecto de BRI, algo que China ha estado tratando de aclarar en directrices y documentos recientes.
«Ni siquiera China sabe exactamente qué es. Muchas cosas ya existían antes, y ahora se enmarcarán en esta iniciativa», dice Álvaro Méndez, cofundador de la Unidad Global Sur de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres. «América Latina todavía está tratando de comprender lo que realmente implica esta iniciativa. Los formuladores de políticas en la región la confunden con otras cosas.»
Para América Latina, los riesgos sociales y ambientales ocupan un lugar destacado en las preocupaciones relacionadas con la BRI. Las organizaciones no gubernamentales han cuestionado varios proyectos chinos en la región, muchos catalogados como parte de la BRI, por violar los derechos humanos e incumplir las normas ambientales.
Pero este no es el único problema. Países como Venezuela y Ecuador han recibido grandes préstamos de China en los últimos años y ahora tienen una alta relación entre la deuda y el PIB, con un pago que será dificultoso en medio de crisis económicas exacerbadas por la pandemia.
El mes pasado, China anunció que buscaba un alivio de la deuda para los países en desarrollo, principalmente en África, a través de la iniciativa de suspensión de la deuda del G20. Sin anuncios hasta ahora para América Latina, el escenario más probable será una mayor flexibilidad en los pagos de intereses y plazos, según los expertos.
«China probablemente mostrará flexibilidad hacia la deuda de América Latina, pero esto no significa olvidarse de la deuda», dice Barrios. «China no puede esperar lo mismo que antes de la pandemia, y mostrar flexibilidad será efectivo para obtener la buena voluntad de la región. Pero será caso por caso.»
Mientras tanto, la financiación parece continuar. La petrolera estatal Petroecuador está considerando firmar un nuevo contrato de exportación de petróleo a cinco años con China a cambio de 2.400 millones de dólares en financiamiento estatal chino entre junio y octubre de este año. Entre 300 y 400 millones de dólares se utilizarían para pagar parte de la deuda existente de Ecuador con China.
NUEVAS ÁREAS DE COOPERACIÓN
Con China enfocada en gran medida en su propia recuperación económica, la inversión en grandes proyectos de infraestructura y energía en países latinoamericanos suscritos a la BRI probablemente no estará en el horizonte, al menos en el corto plazo.
Sin embargo, la pandemia abre nuevas áreas de oportunidad para China y su iniciativa en toda la región, especialmente la llamada Ruta de la Seda de la Salud (HSR, por sus siglas en inglés) y la Ruta de la Seda Digital (DSR, por sus siglas en inglés). Expertos coinciden en que ambas áreas tienen un gran potencial a futuro.
La HSR ha ganado impulso a través del brote de coronavirus, con muchos países de la región recibiendo donaciones o comprando suministros médicos de China. Al mismo tiempo, la DRS también se encuentra en auge en medio de la pandemia, con países que utilizan soluciones digitales inspiradas en China para combatir el covid-19.
La pausa que ha forzado la pandemia también representa una oportunidad para reflexionar sobre cómo se puede mejorar la BRI, escribió el investigador chino Xianbai Ji en una columna reciente. Esto incluye encontrar nuevas formas para el financiamiento de proyectos más allá de los préstamos de la política china y los bancos comerciales estatales, así como discutir temas de deuda.
«Para los países a lo largo de la franja y la ruta, la tarea principal es controlar el impacto de la BRI en la deuda del gobierno», argumentó. «Los países deberían formular estrategias especiales de infraestructura para aclarar el papel de la BRI en sus planes nacionales de desarrollo social y económico a largo plazo.»
(Publicado originalmente en Diálogo Chino. Brecha publica fragmentos por convenio.)