La seguridad se había convertido en uno de los temas centrales de disputa en el punto más álgido de la última campaña electoral. La entonces oposición machacaba de manera insistente sobre las insuficientes respuestas ofrecidas por la desgastada gestión frenteamplista, que se rehusaba a ceder a las presiones que abogaban por un cambio en el gabinete liderado por Eduardo Bonomi. La urgencia del momento resultaba inquietante. Un año antes de las elecciones, en 2018, la tasa de homicidios cada 100 mil habitantes había escalado hasta los dos dígitos, alcanzando el registro más alto de toda la historia. La trayectoria que seguían buena parte de los delitos daba cuenta de un problema que se agravaba rápidamente y para el cual no parecía haber una clara solución.
En ese contexto, las propuestas de...
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