Uruguay ha dado al mundo futbolistas, científicos, escritores, artistas plásticos, trabajadores destacados de todos los rubros, y también cantautores. Si miro el tema parándome en mi posición de amante de la música, diría que especialmente cantautores.
La patria que ha parido y ha hecho ilustres tantos apellidos musicales a lo largo de su historia es –por decirlo en términos futbolísticos– “un semillero inagotable” de nuevos valores que van y van llegando, nutriendo la música popular de invalorables creaciones.
Fernando Cortizo es uno de esos nuevos cantautores que se hacen un lugar por derecho propio, a fuerza de un gran esfuerzo y atendibles condiciones.
Nacido en Juan Lacaze, es músico desde los 15 años. En 2007 formó el dúo Agosto junto a Ismael Barrios, para hacerse solista a partir de 2010.
Dos años después de eso decidió radicarse en Montevideo, donde le ha ido, dicho sea de paso, más que bien.
Su primer disco, editado en 2013, se llamó Fluye. Si bien fue grabado en estudios capitalinos, incluía un repertorio de canciones concebidas en Juan Lacaze; patria chica, como todos bien sabemos, del gran José Carbajal, el “Sabalero”.
Fernando Cortizo concreta su tránsito por la canción popular con este disco, el segundo de su carrera,1 grabado entre abril y noviembre de 2017. Se llama Respira, tal vez como forma de mantener el estilo de su disco debut y ceñirse a una sola palabra para definir una unidad estética.
Fernando es un interesantísimo autor de melodías, un talentoso letrista y un cantante de timbre personal, dueño de un color de voz muy peculiar, con cierta tendencia a las notas agudas.
Viste sus canciones con arreglos sobrios, casi minimalistas, en los que se destaca la guitarra de base que acompaña su voz con virtuosismo y elegancia, en una búsqueda tímbrica y armónica más que interesante.
En Respira apoyan su trabajo músicos entre los que están Federico Graña en guitarras y bajo, Gerónimo de León en batería y Nicolás Román en bajo. Esa es la banda básica, pero además destaca la presencia de numerosos invitados en voces e instrumentos, redondeando un universo sonoro muy personal que esquiva los lugares comunes.
Además de ser la voz líder, Fernando toca guitarras con cuerdas de nailon y de acero y guitarra eléctrica, y canta coros. Su ductilidad lo emparenta con muchos músicos de las nuevas generaciones, que no se ciñen a una única función, sino que aportan desde distintos lugares a la búsqueda de una sonoridad propia.
El disco es una colección de 13 canciones breves –la mayoría de apenas algo más de dos minutos– en las que asoma un montón de muy buenas ideas y textos de notoria hondura poética, que son su punto más fuerte.
Son muchos los temas a destacar: “Respira” con su arreglo de vientos; “Sigues”, que tiene uno de los mejores trabajos de guitarra de todo el disco; el samba brasileño “La hidratada flor”, dedicado a sus colegas cantautores; la canción con base de murga “Barullo”; la balada “Plan de vuelo”, donde se destaca la voz del siempre excelente Jorge Alastra. También es interesante mencionar la balada “Lo que no son”, que tiene un aire que recuerda al trabajo de Fernando Cabrera, y el tema pop “Invisible”, con netas influencias de brasileños como Djavan o Ivan Lins.
La música de Fernando Cortizo sigue y seguirá respirando. Sin dudas, a este oriundo de Juan Lacaze el aire de Montevideo le ha hecho mucho bien.
- Respira. Fernando Cortizo, Ayuí, 2018.