Ninguno de nosotros supervisó una traducción de Rodolfo Walsh. Ninguno de nosotros se peleó con Quino por el color de una tapa de Mafalda. Daniel Divinsky sí. Después de hacer sus primeras armas en la editorial de Jorge Álvarez, vórtice argentino de los fulgurantes sesenta, aquel jovencísimo abogado siguió el hilo dorado de su intuición y fundó Ediciones de la Flor. Kuki Miller se unió a la cruzada y, desde esa trinchera, comenzaron a publicar una serie de títulos que hacían equilibrio entre el humor gráfico, la literatura y los textos de barricada. Desde las tiras de Roberto Fontanarrosa hasta el Paradiso de José Lezama Lima, pasando por una antología bilingüe de Georges Brassens y las conferencias de una pantera negra como Angela Davis, en el trazado de esa nómina, un libro de María Esth...
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