Los potentes movimientos sindicales y sociales de Bolivia han tenido la capacidad de impactar en la escena política, abrir grietas en la gobernabilidad y, como en ningún otro país de la región, colocar su agenda en el palacio de gobierno. El de Evo Morales fue considerado, inicialmente, como el «gobierno de los movimientos» gracias al Pacto de Unidad entre las organizaciones más importantes que protagonizaron las «guerras del gas» en 2003 y 2005.
Dos décadas después, el escenario ha cambiado radicalmente. En plena disputa electoral y judicial entre los principales líderes del Movimiento al Socialismo (MAS), días atrás circuló un video en el que los Ponchos Rojos, aimaras del altiplano fieles a Evo Morales, se enfrentaban a la Policía del gobierno de Luis Arce, a la que corrían con sus rebe...
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