Edad mínima, prestaciones decorosas, el negocio de las AFAP: De esto no se habla - Semanario Brecha
Edad mínima, prestaciones decorosas, el negocio de las AFAP

De esto no se habla

El pronunciamiento público de la intendenta de Montevideo y precandidata presidencial del Frente Amplio (FA), la ingeniera Carolina Cosse, sobre el plebiscito promovido por el PIT-CNT y otras organizaciones sociales para reformar la Constitución (que deja establecidas las condiciones mínimas a cumplir por el régimen jubilatorio y de esa forma anula los efectos más perjudiciales de la reforma aprobada por el actual gobierno) despeja la última incógnita al respecto. Pero deja otras planteadas.

En efecto, ya se sabe que todos los precandidatos de todos los partidos que integran la «coalición multicolor» rechazan el plebiscito por la sencilla razón de que la reforma que hicieron les parece formidable. Se sabe también que, en el FA, dos de los cuatro precandidatos, Yamandú Orsi y Mario Bergara, piensan que la reforma elaborada es mala y que hay que reformarla, pero prefieren el camino de hacerlo mediante una ley, para lo cual hay que esperar a que pasen unas cuantas cosas.

Hay que esperar: 1) que cambien las mayorías actuales del Parlamento, lo cual implica 2) no solo que el FA gane las elecciones, sino que lo haga con mayorías propias, o 3) que aparezca algún partido con representación parlamentaria que lo apoye, que hoy no lo hay; 4) también que se dé el amplio diálogo nacional prometido sobre el tema, con el cual nadie discrepa, pero que se puede llevar a cabo en cualquier caso (si se reforma la Constitución o no), porque después del plebiscito habrá que hacer una reforma de todo el sistema de seguridad social para solucionar todos los problemas que tiene, además de los que resuelve el plebiscito, y 5) que de ese diálogo resulte un consenso con una visión distinta a la de las mayorías actuales (porque los diálogos terminan en consensos –para eso se hacen–, aunque no parece, por ejemplo, que pueda haberlo para mantener la edad jubilatoria en 60 años o para eliminar las AFAP), y, finalmente, 6) que el propio FA esté de acuerdo con ese consenso y dispuesto a legitimarlo. Como se ve, es un camino azaroso.

Un tercer candidato, Andrés Lima, por su parte, se ha pronunciado apoyando la convocatoria al plebiscito, la recolección de firmas y el voto por el Sí. Y Carolina Cosse… Carolina Cosse ha declarado que va a firmar, porque entiende que «firmar de alguna manera plebiscita nuestra desaprobación de la reforma actual y promueve una reflexión colectiva necesaria al respecto […]. Si se alcanzan las firmas requeridas, tal como establece la Constitución en su artículo 331, el tema volverá al Parlamento y, en particular, a la Asamblea General. Ello nos dará la oportunidad de que sea nuevamente debatido e incluso de que surjan alternativas que sean positivas para nuestra población. Por lo tanto, considero apresurado expedirse sobre la propuesta actual […]. Mi compromiso será con la construcción de un diálogo social profundo, rumbo a una reforma que plantee una seguridad social solidaria y justa, que proteja a toda nuestra sociedad y que, a la vez, sea sustentable».

La ingeniera Cosse no menciona que se va a llevar a cabo un plebiscito y que en ese plebiscito habrá que votar por sí o por no, y cuál sería su opción. Todos sus boletos parecen estar jugados a que la Asamblea General elabore una reforma que nos deje contentos a todos, y por eso le resulta apresurado expedirse ahora.

No sé cuáles son las expectativas de la ingeniera Cosse, pero no puedo creer que espere que esta Asamblea General (que es la que debería hacerlo) redacte un proyecto sustitutivo del que esa misma Asamblea aprobó, que restablezca la edad de 60 años para jubilarse, fije un mínimo a las prestaciones a otorgar a los pasivos y elimine las AFAP. Por lo tanto, ese camino, mucho menos áspero, lamentablemente no conduce a donde las organizaciones sociales quieren llegar.

Y aquí vale la pena recordar la sana autocrítica del VII Congreso Ordinario del FA, de octubre de 2021, que concluía que «la centralidad de la tarea de gobierno fue debilitando el funcionamiento orgánico de la fuerza política y la relación con actores sociales y la población en general. Se presentaron dificultades en el funcionamiento orgánico y en la articulación política, que no siempre pudieron ser resueltos y que presentan desafíos que deben ser asumidos».

¿Se asumirán por fin esos desafíos o quedarán para la próxima autocrítica? Porque lo que los actores sociales quieren ahora es que no se pierdan los derechos adquiridos y que la sustentabilidad no se obtenga a costa de los trabajadores, que es la solución que el actual gobierno aplicó a la financiación del sistema jubilatorio. Y eso es lo que se procura con este plebiscito, y por eso se trata de apoyarlo con todas las fuerzas y no de otra cosa.

¿Quién comparte estos planteos y quién no los comparte? Lo que tenemos que saber con claridad  las ciudadanas y los ciudadanos para decidir nuestro voto (en el plebiscito y al elegir gobierno) es qué es lo que piensa cada sector y cada candidata o candidato sobre tres cuestiones básicas, que son las que ataca el plebiscito, cuestiones a las cuales ya me he referido otras veces y que se traducen en tres preguntas:

—¿Usted piensa que es bueno que la edad mínima de retiro sea 60 años y no se aumente, ni ahora ni más adelante, aunque la gente viva más aún, o alguna otra circunstancia indeseada?

—¿Usted piensa que es bueno que las prestaciones de la seguridad social tengan un mínimo razonable, o que, ahora o más adelante, sean tan bajas como sea necesario para que el déficit fiscal se mantenga dentro de lo que predican los organismos internacionales de crédito y las calificadoras de riesgo?

—¿Usted piensa que los fondos de las jubilaciones deben ser manejados, ahora y más adelante, por entidades que no procuren lucrar con ellos, o que sigan, y cada vez más y más, en manos de entidades financieras que viven de ese negocio?

Y esta otra, que resume las anteriores:

—¿Usted piensa que la seguridad social deben financiarla los actuales y futuros beneficiados, exclusivamente o casi, o que debe ser el resultado de la solidaridad social, haciendo realidad aquello de «de cada cual, lo que puede, y a cada cual, lo que necesita»?

Es de estas cosas que hay que hablar, y sobre estas cosas es que hay que tomar posición. La tangente es muy resbaladiza.

Las destempladas declaraciones recientes de varios voceros del gobierno, entre ellos el exsecretario de Presidencia y actual candidato a candidato a la presidencia por uno de los sectores del herrerismo, el doctor Álvaro Delgado, que acusan a los promotores del plebiscito de querer robarle (sic) a los ahorristas los 22 mil millones de dólares acumulados en estos años por las AFAP, más allá de la mentira, porque el planteo es que pasen a un fideicomiso para poder ser usados en el momento necesario para pagarle a esa gente, revelan la inmensa fortuna (un tercio del producto bruto del país) que esas entidades han acumulado y que manejan para su provecho. Esto es parte del problema, y ponerle fin es parte de la solución.

Por todo esto, si queremos que la gente se siga jubilando a los 60 años (o menos, en algunos casos), porque es justo, si queremos que la gente perciba jubilaciones y pensiones decorosas, porque es justo, y si queremos que nuestras jubilaciones se manejen con criterio social y no de lucro, el único camino real, seguro y definitivo es firmar la convocatoria y votar Sí en el plebiscito. Y no habrá nada más democrático que el hecho de que este tema lo resolvamos en una consulta popular.

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