Hace 40 años que las tardecitas del jueves son igual de bravas en este semanario, siempre con demasiados periodistas tratando de terminar sus notas. En otro jueves de esos andábamos la semana pasada, mientras Cristina Lustemberg y Álvaro Danza, ministra de Salud y presidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) respectivamente, dieron la conferencia de prensa en la que este último anunció que «suspendía» sus cargos en la actividad privada.
Como parte de su defensa, Danza quiso dar cuenta de lo que había avanzado el prestador público a su cargo: «En ocho meses bajamos las listas de espera en las especialidades de mayor demanda. Las listas de espera en psiquiatría infantil y en consultas ambulatorias de todas las unidades ejecutoras de todo el territorio nacional», dijo, entre otras cosas.
Entonces nos empezaron a caer los mensajes de los médicos de la periferia montevideana. Ninguno mencionaba el pluriempleo de Danza, lo que decían era que las deficiencias en la atención –en especial en materia de salud mental– eran demasiado graves para oír en calma esa lista de éxitos. «Este hombre no sabe dónde está parado», decía uno.

Un par de semanas antes, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay había publicado un comunicado refiriéndose a la situación en todo el sistema sanitario. «Queremos destacar la preocupación por la situación crítica de la atención en salud mental y la parálisis en la implementación de la Ley de Salud Mental», señalaban en el texto publicado en la página del Sindicato Médico del Uruguay (SMU).
«Los últimos años han evidenciado un aumento sostenido de los problemas de salud mental, vinculado a múltiples factores sociales, económicos y sanitarios. En este contexto, resulta esencial fortalecer las acciones de prevención, atención, seguimiento y rehabilitación, garantizando una atención digna, accesible y equitativa, de cercanía para todas las personas», agregaban.
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Los datos a los que accedió el semanario ayudan a apreciar la distancia que separa al prestador público de ese objetivo. No se lograron obtener los de todo el país, sino el dato agregado de cinco departamentos: Montevideo, Canelones, San José, Rocha y Soriano.
En esos departamentos hay 1.365 consultas a psicólogo pendientes de coordinación. Para ver psiquiatra son 561. Muchos de esos pacientes están por cumplir tres años en la lista de espera. Hay 300 consultas psicológicas pendientes desde enero de 2023, por ejemplo.
La lista no incluye las que han sido explícitamente canceladas (584 de psicología y 106 de psiquiatría), se presume que por pacientes que intentaron resolver sus necesidades fuera de ASSE.
Además, ese registro ha sido «depurado» de manera oficial, porque se quita de la lista a los que han fallecido en el intermedio y también a aquellos que no conservan el teléfono de contacto que indicaron en un inicio.
Ya podemos releer con nostalgia el decreto 359/007, aquel que determina que todos los prestadores integrales de salud deben otorgar cita para medicina general, pediatría y ginecobstetricia en un plazo máximo de 24 horas, que para cirugía general las citas deben otorgarse en 48 y que las consultas para otras especialidades «en ningún caso podrán ser coordinadas en un plazo mayor a 30 (treinta) días desde que fueron solicitadas». El presidente que suscribió la norma sin duda sabía de lo que hablaba, pues había sido médico toda su vida.
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En el oeste montevideano la situación es en especial grave, en materia de salud mental como en tantas cosas. El mes pasado el programa Apex de la Universidad de la República (Udelar) publicó su segundo informe sobre la inseguridad alimentaria en los hogares del Municipio A en los que viven niños y adolescentes menores de 12 años.
La investigación encontró que el 38 por ciento de esos hogares está en situación de inseguridad alimentaria; el 10,5 por ciento padece inseguridad alimentaria grave, es decir, pasa hambre, y el 1 por ciento sigue sin tener agua potable. La situación ha mejorado bastante desde el año 2023, cuando el 62 por ciento de los hogares sufría inseguridad alimentaria (y el 20 de naturaleza grave). Pero siguen siendo los peores números encontrados en el país durante los últimos años.1
Con 203.103 personas, el A es también el municipio más poblado del departamento. La demanda de atención que recibe el Hospital del Cerro es alta en todas las especialidades. El año pasado, la emergencia atendió 18.896 niños y adolescentes, 2.893 en situación grave, 38 clave uno, es decir, con riesgo de vida; cuatro de ellos fallecieron. «No es una situación habitual en otros centros de salud», afirmó su equipo de pediatría, en julio de este año, en una carta al director del hospital, según supo el semanario.
Sin embargo, la dotación de personal pediátrico se ha reducido. «En los últimos años, quedaron 180 horas semanales sin cubrir por jubilaciones y renuncias», se afirma en el mismo documento. Al 3 de julio, fecha que lleva la carta, solo se habían repuesto 66.
En materia de salud mental las cosas ya son de otro color. Desde el año pasado se perdieron 48 horas de psicología. Es decir, se fueron las dos psicólogas que formaban parte de pediatría. Hace seis meses que el equipo multidisciplinario del proyecto Barrios sin Violencia que funciona en el hospital tampoco tiene psicólogo.
Esperablemente, «hay listas de espera enormes para psicología, psiquiatría y Casa del Desarrollo», asegura la carta de los médicos. Casa del Desarrollo se llama el programa antes conocido como Serenar. Se dirige a apoyar a niños con problemas de aprendizaje o alteraciones neurológicas mediante la acción de equipos interdisciplinarios.
Nada de esto ha cambiado desde que se presentó la carta.Al otro día, Marlene Sica, responsable de la Unidad de Negociación del SMU, reclamó a las autoridades de ASSE una reunión específica sobre estos temas. Todavía la están esperando. «Hace cuatro meses que todo está trancado. Y todo este relajo del caso Danza tampoco ha ayudado a que se avance», comentó a Brecha otro representante de ese sindicato.
Además, en el bonito nuevo edificio de Carlos María Ramírez y Grecia, no hay un solo psiquiatra. Cuando se presenta un paciente con un cuadro agudo, el procedimiento habitual es llevarlo a la puerta del Hospital Vilardebó, para que el psiquiatra de esa institución indique el procedimiento a seguir.
«Te diría que, en Montevideo, el Vilardebó está siendo la gran puerta de entrada. No solo para el oeste: aunque ellos tal vez hayan sido los primeros en quedarse sin psiquiatra, no hay psiquiatras en ningún lado», explicó al semanario una terapeuta especializada en adicciones. Y a veces tampoco en ese hospital hay psiquiatra. Lo dijo el lunes la propia ministra Lustemberg, en una rueda de prensa, sorprendiendo a algunos de los colegas que la abordaban: no todos los días hay psiquiatra en Millán 2515.
Cuando no hay un triagecomo es debido, pueden pasar cosas muy complicadas. «Una chiquilina se fumó un porro y se puso paranoica, algo que ocurre con frecuencia, pero que es un estado pasajero. A la demente de la madre se le ocurrió que tenía que internarla y convenció a los que la recibieron en el Vilardebó, donde justo había una cama. Después, una paciente que realmente estaba mal le tiró un termo de agua caliente en la cabeza. La gurisa pasó del Vilardebó al Pasteur y perdió la audición de un oído», narró la terapeuta.
Y eso, con probabilidad, no es lo peor que ocurre ahí. Cuando hay psiquiatra, el especialista no hace propiamente un diagnóstico. «El diagnóstico no lo podés hacer durante un cuadro agudo ni en una puerta de emergencia», explicó la terapeuta. En la jerga del sistema, se dice que el profesional hace, en realidad, una valoración. Entonces, cuando el paciente vuelve a la curva de Grecia, los médicos actúan según lo indicado en ella y, si lo indicado es que hay que internarlo, encontrarle cama puede llevar mucho tiempo.
En Belvedere, el Portal Amarillo (o Centro Nacional de Información y Referencia de la Red de Drogas) declaraba el año pasado un total de 35 para todo el país. Pero el establecimiento ofrece períodos de internación demasiado breves, incluso para una desintoxicación (entre 5 y 7 días). En Izcali, otro centro especializado en adicciones, el número de plazas disponibles para ASSE habría disminuido y otro tanto sucedería en Casa Fuente del Prado (antiguo Sanatorio Etchepare), que admite pacientes de diversos trastornos psiquiátricos.
«Llegamos a tener los cinco sillones del fondo de la Emergencia ocupados por pacientes de estos, que estuvieron días, a veces más de una semana, dos semanas… A una paciente la llegamos a tener tres», contó al semanario un médico del Hospital del Cerro.
«No es viable para nosotros que no tenemos dónde ver los pacientes, literalmente no tenés espacio. Incluso se generan problemas entre esos mismos pacientes psiquiátricos. Uno, por ejemplo, que hacía una o dos semanas que estaba ahí, me contaba que tenían que turnarse para dormir, pobrecitos, porque otra de las pacientes era rastrillo y, si no había alguno de guardia, les revolvía las cosas. Pero, aparte, qué rehabilitación le vas a dar en salud mental a alguien que tenés durmiendo en una puerta de Emergencia, a metros del área de reanimación donde entra gente tiroteada, apuñalada, gente que se muere y los familiares que vienen llorando porque se acaba de morir un ser querido; todo el quilombo de la Emergencia. Los enfermeros son pocos y hacen lo que pueden. Claramente no pueden estar vigilando conductas de riesgo de los pacientes psiquiátricos, además de que ni ellos ni nosotros somos personal preparado para eso. En definitiva, es indigno para los pacientes y es inviable para nosotros», concluyó el emergencista.
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El mensaje al que referíamos al principio de esta nota, el que decía, respecto a Danza, «este hombre no sabe dónde está parado», pudo no ser una ironía. Así como el personal de la salud debe asumir una valoración como si fuera un diagnóstico, las personas que duermen en los sillones de la Emergencia formalmente figuran como internados en el hospital. Y es probable también que el tamaño de las listas de espera del registro de ASSE tampoco sea muy exacto.
El procedimiento recomendado para los centros de salud del municipio sería que los pacientes que necesitan atención psiquiátrica y psicológica fueran derivados a la Policlínica Inve 18, en Tres Ombúes, especializada en salud mental, y que también recibe las derivaciones del Municipio G. Sin embargo, se impuso la alternativa del Vilardebó, porque Inve 18 no da abasto.
En un correo electrónico fechado este otoño, al que tuvo acceso el semanario, en respuesta a una solicitud de agenda que una médica tramitaba para un paciente suyo, personal del Cerro explicaba a la solicitante que lo recomendable es dirigirse al Vilardebó o al Maciel, «ya que dependemos de Inve 18, donde se mantiene una lista de más de 3.500 personas, con mínimas posibilidades de atención urgente». «Ahora deben de ser más», estimó una funcionaria de la policlínica de Tres Ombúes consultada por el semanario esta semana.
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Sería muy raro que las cosas fueran distintas, puesto que desde el 1 de marzo ASSE casi no ha contratado a ningún nuevo profesional de salud mental. Si se recorren los llamados hechos por el organismo desde esa fecha, se comprueba que se efectuó uno, de carácter interno, para encargarse de la coordinación del servicio de psiquiatría del Centro de Rehabilitación Médico Ocupacional y Sicosocial (antigua Colonia Etchepare) y otro para cumplir 20 horas semanales de atención en policlínica en el Centro Departamental de Cerro Largo.
«El gobierno atribuye todo esto a la última administración, pero no es cierto. Esto viene de 2015. La gente se jubila o se va y los cargos no se reponen, o se reponen pero con menos horas», apuntó un representante del SMU.
En la rueda de prensa del lunes, a propósito de la jornada «Acción País por la Salud Mental», cumplida ese día, la ministra ratificó que atender la materia es una prioridad del gobierno. «En este presupuesto hay 162 millones de pesos que están asignados a fortalecer dispositivos en el área de salud mental; 18 van a ser ejecutados ahora, antes de que termine el año», anunció.
Entre tanto, la Udelar viene haciendo su aporte. El programa de salud mental que funciona en el tercer piso del Hospital de Clínicas «sí se atiene a los conceptos de atención planteados en la Ley de Salud Mental, pero es reciente y la idea es que sirva de modelo a replicar», explicó la terapeuta consultada.
- Programa Apex, Escuela de Nutrición, Udelar (2025). Segundo informe sobre seguridad alimentaria y nutricional en hogares con niñas, niños y adolescentes de hasta 12 años del Municipio A, Montevideo. ↩︎








