Carmen Pi y Gustavo Reyna editaron en forma de disco el show extraordinario que diseñaron usando casi únicamente la voz y el archilaúd, y que presentaron por primera vez en agosto de 2018 en el marco del ciclo Cuerdas, en el Sodre. Se llama De espinas y flores, y enlaza mundos lejanos de una forma tan orgánica que, si no fuera porque las melodías que se mezclan son ya conocidas, se podría pensar que se trata de composiciones nuevas. El álbum zurce temas del Barroco, el Renacimiento y otras épocas con canciones de Eduardo Mateo, Fernando Cabrera, The Beatles, entre otros.
El disco está dividido en capítulos nombrados por el punto de contacto que pone las obras en relación. En el primero, “Lágrimas”, “Flow my Tears” de John Dowland y “Llorona”, canción de autor o autora que permanece en el anonimato, se trenzan en un canto de melancolía que trasciende cualquier cultura o momento histórico, porque nadie pasa por el mundo sin conocer la pena, y ahí es donde este disco se vuelve necesario, como una demostración irrefutable de que hay emociones que no perecen jamás. En “Los adioses”, “Mejor me voy”, de Eduardo Mateo, y “El lamento de Dido”, de la ópera Dido y Eneas compuesta por Henry Purcell, se narran desencuentros que, aunque tuvieron lugar en espacios y tiempos distantes, describen el mismo tipo de dolor.
En el capítulo llamado “Canción de Cuna” Gustavo toca la guitarra por única vez en el disco para zurcir “Nana”, de Manuel de Falla, con “Príncipe azul”, de Mateo y Horacio Buscaglia. Es uno de los momentos del álbum en los que la transversalidad de la poesía y de la música se hace evidente, incluso en el momento de la interpretación, y es que Carmen Pi, además de ser una reconocida compositora e intérprete, es madre de dos niñas.
Durante los 12 tracks que componen el disco hay varios cambios en la tímbrica y la formación, y se dan siempre con una fluidez exquisita. Gustavo suma su voz en algunas canciones, Carmen toca el piano y aparece, además, la cantante lírica Isabel Barrios, que con una técnica excelente dialoga con Pi en los últimos tracks. También están Gastón Gerónimo en el violín, Diego Carbonell en el laúd y Nicolás Ibarburu, que además interpreta una de sus canciones junto con Carmen en el capítulo 6, “Encuentros de esquina”. “Puntos cardinales”, de Carmen Pi, también pertenece a este capítulo. En este caso el parentesco entre las canciones no es temático en el plano de la poesía, sino más bien en un plano biográfico, ya que Carmen y Nicolás vivieron sus adolescencias en barrios muy cercanos de Montevideo y “Puntos cardinales” es una canción autobiográfica con referencias a la infancia de su autora.
De espinas y flores es un disco de todos los tiempos, de todos los lugares. Una clase de la academia más exigente y también una foto barrial. Escucharlo puede derribar prejuicios y deshacer fronteras.