Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) hasta la creación del Mercosur (1991) nuestro país vivió básicamente en babia respecto al mundo internacional. Con la desaparición de la influencia inglesa que era la que había estado diseñando informalmente, hasta entonces, lo esencial de nuestro comercio exterior, Uruguay quedó sin saber qué hacer. Mucho antes de eso había madurado el “Uruguay batllista” en el purgatorio benigno que había instalado, en el Río de la Plata, el imperio británico.
Bajo esa sombrilla de poder estable se hizo posible para Uruguay –mediante intensas luchas políticas internas, por cierto– la democracia excepcionalmente progresista de las primeras décadas del siglo xx (una democracia que sólo falló en la batalla nunca librada por la afirmación de una gran clas...
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