Al comenzar setiembre, con las brisas que dispersan el polen, la sucesión de estornudos incubados en las madrugadas gélidas y el canto de los pájaros que se anticipan a los despertadores, es decir, los inconfundibles signos de una primavera en ciernes, el presidente de la república redobló sus actividades preferidas: inauguró un salón-despensa en la escuela de Villa Sara, Treinta y Tres (cinco selfis); entró en Cerro Largo por la ruta 96, donde cortó la cinta de nuevos postes telefónicos (una selfi) y dejó habilitado un camino vecinal cerca de Tupambaé (dos selfis); retrocedió a la ruta 8, la remontó hasta Isidoro Noblía, donde inauguró tres estanterías en un centro de lectura (cuatro selfis), llegó a Aceguá justo para poner en funcionamiento los inodoros enanos de un centro CAIF (como diez selfis, de los niños y de las mamás), dejó instalado un curso de guardarrieles en Melo (dos selfis), y no se sabe cómo apareció en la explanada del parador Fito, en Canelones, para inaugurar un tramo –corto pero, eso sí, de doble vía– en la ruta 8 (innumerables selfis). En Canelones, el presidente reiteró lo dicho antes en Treinta y Tres y Cerro Largo: «¿Cuándo el Frente hizo tanto?».
El intenso itinerario de Luis Lacalle Pou
Dinamismo
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