En un trabajo ya clásico de principio de los años noventa, sobre la crónica, Susana Rotker concluía: “La crónica es un producto híbrido, un producto marginado y marginal, que no suele ser tomado en serio ni por la institución literaria ni por la periodística, en ambos casos por la misma razón: el hecho de no estar definitivamente dentro de ninguna de ellas” (La invención de la crónica, 1992). Son interesantes las resonancias que esta cita incorpora en la actualidad, puesto que la crónica atraviesa un momento de verdadero auge. Y si bien es cierto que como género discursivo todavía es pasible de indagaciones e interrogantes, su vasta producción y circulación le otorgan un espacio diferencial dentro del campo literario.
En febrero de este año se publicó Sombras rusas, de la escritora Liliana...
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