De octubre a noviembre, las expectativas en el núcleo de votantes más arraigado del Frente Amplio (FA) –y en buena parte de sus dirigentes– se movieron como un péndulo. En la primera vuelta, la diferencia sostenida a favor de Yamandú Orsi y la caída del candidato nacionalista Álvaro Delgado anunciada por las encuestas incluso habían esperanzado en ciertos ámbitos un triunfo sin necesidad de ir al balotaje. Por eso, el 43,9 por ciento de los votos obtenido entonces fue recibido con cierta decepción entre los frenteamplistas, aunque el estado de ánimo cambió cuando se confirmó que la coalición de izquierdas había obtenido la mayoría en la Cámara de Senadores (no así en Diputados). Cuatro semanas más tarde, de cara al balotaje, el péndulo se movió hacia la tensión y la incertidumbre. Aunque t...
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