El cuarto turno - Semanario Brecha
Edición 2036 Suscriptores
Primeras señales del FA en su vuelta al gobierno

El cuarto turno

En política internacional ya da las primeras señales. En la conformación del gabinete no se impacienta. En decisiones importantes que se aproximan –como la firma o no del proyecto Neptuno– responde con ambigua cautela. ¿Cómo será el cuarto gobierno del Frente Amplio, encabezado por el primer presidente oriundo del interior en mucho tiempo y sin mayoría en una de las cámaras? Está por verse, pero desde el domingo hasta hoy en filas frenteamplistas persiste la algarabía por una victoria bastante más holgada de la esperada, con triunfos «de atrás» en tres departamentos.

La fórmula presidencial luego de los resultados electorales Héctor Piastri

De octubre a noviembre, las expectativas en el núcleo de votantes más arraigado del Frente Amplio (FA) –y en buena parte de sus dirigentes– se movieron como un péndulo. En la primera vuelta, la diferencia sostenida a favor de Yamandú Orsi y la caída del candidato nacionalista Álvaro Delgado anunciada por las encuestas incluso habían esperanzado en ciertos ámbitos un triunfo sin necesidad de ir al balotaje. Por eso, el 43,9 por ciento de los votos obtenido entonces fue recibido con cierta decepción entre los frenteamplistas, aunque el estado de ánimo cambió cuando se confirmó que la coalición de izquierdas había obtenido la mayoría en la Cámara de Senadores (no así en Diputados). Cuatro semanas más tarde, de cara al balotaje, el péndulo se movió hacia la tensión y la incertidumbre. Aunque t...

Artículo para suscriptores

Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social

Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.

Suscribite ahora

¿Ya sos suscriptor? Logueate

Artículos relacionados

Los desafíos para la coalición de izquierdas después del paréntesis

Volver al futuro

Centrismo y consensualismo como problemas a largo plazo

La mediocracia centrípeta