Mientras el Congreso argentino se prepara para aprobar una ley de emergencia alimentaria, las historias de nuevos pobres que intentan sobrevivir a la crisis se convierten en expedientes judiciales bajo la figura de flagrancia. Robos por comida y otros hurtos menores, en ocasiones para comprar medicamentos, son castigados con saña por el sistema penal, como revela un informe de la fiscalía porteña.
Un queso fresco,
dos chocolates grandes y una botellita de aceite de oliva: un total de 900
pesos fue lo que Vicente Ferrer se llevó sin pagar del supermercado Coto del
barrio porteño y turístico de San Telmo la tarde noche del 16 de agosto. Dos
empleados lo corrieron, forcejearon con él, lo tiraron al suelo y lo golpearon
hasta matarlo. Cuando llegaron los policías, lo encontraron inconsciente. ...
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