Un catalizador. Un articulador. Un entusiasta. Un inconsciente. El hombre que organizaba. El que hacía. El que se tiraba al agua. El que, si se caía, se levantaba.
Por mucho tiempo Antonio Dabezies fue «el de El Dedo», después, «el de Guambia», luego, «el del Espacio Guambia». Sin embargo, su incidencia en el medio cultural viene de mucho más lejos y atraviesa disciplinas porque, aunque se lo vincula siempre en primera instancia con el periodismo, su trayectoria como «organizador de cosas» viene de lejos. Había crecido en el Prado, en una familia numerosa, de cinco hermanos y de gran raigambre católica. Sus inicios en la prensa no tuvieron que ver ni con el humor ni con la música, sino con el deporte. Cronista de automovilismo para BP Color, Dabezies siguió luego su derrotero de plumífero ...
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