Una pareja viaja en auto hacia Taormina, la bella ciudad siciliana que se asoma a los acantilados de la costa jónica expandiéndose en una terraza natural sobre el mar. Elogiada y representada en fórmulas diversas por poetas y artistas de todo el mundo, el narrador, dramaturgo y profesor de Artes Plásticas y Francés Yves Ravey (Besançon, 1953) opta por involucrar a la pareja protagónica de su novela Taormina en una ficción que prescinde del esplendor del escenario.
Luego de dejar el aeropuerto, Luisa y Melvil Hammett se desvían del camino que conduce al hotel y deambulan por terrenos baldíos y cafeterías solitarias, guiándose por señalizaciones oxidadas y la disposición natural de Melvil para el desacierto y la arrogancia. Luisa quiere disfrutar esa semana de vacaciones, él espera que sea útil para olvidar los «últimos momentos juntos, cercanos a la separación».
Es de noche, el coche golpea contra algo que ellos no ven, Luisa propone bajar a ver qué pasó, Melvil se opone y asegura que al día siguiente buscarán un taller para solucionar el problema «sin dejar rastros». Su comportamiento, y en menor grado el de su mujer, resultan llamativos e incomprensibles: sus dilemas de comunicación los llevan a disputar el lugar desde donde definir lo que pasa y lo que les pasa. Por conveniencia, él desconoce las verdades fácticas, las acomoda sin pensar, le preocupa solamente que la compañía de seguros no sepa que el guardabarros se abolló. La elección de los hechos se expone de tal forma que no parece depender de una voluntad, «como si al optar por esa bifurcación en la autopista no hubiéramos podido golpear en la puerta indicada», piensa Melvil. De ahí que la narración encadene causalidades y funcione por superposición y contigüidad, como una retahíla de desequilibrios ligados por un orden interno. Los malentendidos se suceden con un ritmo constante: una andanada de pensamientos breves e imágenes recortadas hacen de lo trivial algo ominoso y juegan con la perplejidad y las expectativas del lector. Si la idea de unas vacaciones en Sicilia era atractiva, la atmósfera creada por Ravey pronto comienza a volverse misteriosa y amenazante y deriva en una historia policiaca que resignifica ciertas marcas del nombre y el apellido del protagonista, escritos de modo imperfecto en un contexto elíptico. De tan desaforada, Taormina es por momentos una fábula noir atravesada por ironía y chispas dehumor.
El accidente y la reparación del coche pronto se transforman en la obsesión que guía el camino de Melvil, quien según su mujer lleva muy lejos su «historia de persecución». Ante esas sospechas él no muestra culpa ni arrepentimiento, los dos carecen de empatía, sobre todo él, un personaje egoísta que actúa por impulsos, confía en la inmediatez de la ocurrencia y pacta con la deslealtad. Existen referencias críticas de Luisa en torno a la existencia oportunista de su marido, a quien no le gusta trabajar y vive del dinero ajeno, pero, si de vez en cuando ella se queja o discute, no se rebela ni lo abandona.
Melvil muestra un alto grado de deshumanización ante las consecuencias del accidente y cree gozar de impunidad. Piensa que si la policía lo descubre, podrá defenderse con engaños y hará lo mismo cuando enfrente al personal del taller mecánico, unos estafadores que ante sus desplantes actúan con astucia y habilidad. La sensación de peligro inminente hace que la trama narrativa se vuelva cada vez más enrarecida y densa. El mismo Melvil llega a pensar: «Desde el fondo de mi alma deseaba que se terminara de una vez esa historia que no tenía ni pies ni cabeza, y ¿por qué no tenía ni pies ni cabeza?». Eso es lo que el lector se pregunta en cada página, mientras disfruta del sinsentido y los excesos que Ravey somete, con metódica capacidad fabuladora, al rigor de una materia cuyos hilos controla con precisión. En su escritura no hay desbordes, cada palabra atempera el ímpetu de su imaginación, pero sin menoscabarla. Más que en la propia historia, su énfasis está puesto en las postergaciones que dilatan la oportunidad de enfrentar los problemas. Pero ese aplazamiento –del que surge un muestrario de decisiones absurdas que amplían la incertidumbre acerca del sentido– es justamente la tensión que articula la historia y revela la voluntad del autor de construir una literatura con estilo y tono propios. Cuando las escenas se cargan de intensidad el lenguaje adquiere la rara incandescencia del silencio.
De Yves Ravey, autor de una veintena de títulos, solo la novela Cutter había sido traducida al castellano (en 2011 por la española Ediciones Barataria). En 2022 se funda la editorial uruguaya Forastera, que bajo la conducción de Francisco Álvez Francese y Mateo Arizcorreta se especializa en publicar buena literatura traducida. Lil Sclavo, profesional de reconocida trayectoria, tradujo Taormina del francés. El proyecto contó con el apoyo del Programa de Ayuda a la Publicación del Institut Français y del Programa de Ayuda a la Traducción de la embajada de Francia en Uruguay.1
- Además de Taormina, Forastera publicó Divertimentos mecánicos (2022), de Suzanne Doppelt, traducción del francés de Isabel Retamoso y prólogo de Roberto Appratto; Aue (2023), de Becky Manawatu, traducción del inglés de Rosario Lázaro Igoa; La torre de amor (2024), de Rachilde, traducción del francés y prólogo de Ariel Dilon. ↩︎