Aunque en los
últimos años los principales partidos han consensuado en el Parlamento la
intromisión de los militares en tareas de seguridad pública y el endurecimiento
de penas, todos declinan acompañar el volantazo punitivo de Larrañaga en
octubre. Aun así, los abanderados del plebiscito apuestan a conquistar los
votos mientras enfrentan una incipiente campaña de No a la Reforma.
Concluidas las elecciones internas que lo arrojaron al tercer lugar del podio nacionalista –detrás
de un advenedizo millonario y sonriente–, Larrañaga va. Abrazarse a una
retórica pugilista, de guerrero sin descanso, es la actitud pública que ha
adoptado el caudillo sanducero para sobrellevar, con relativo equilibrio, un
historial de tantas primaveras mordiendo la lona en el cuadrilátero electoral.
Es que las int...
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