En octubre de 2012, a ocho meses del fallecimiento de Luis Alberto Spinetta, la Biblioteca Nacional argentina inauguró la exposición Spinetta. Los libros de la buena memoria, conformada por fotos, dibujos y bosquejos de poesías y canciones del músico, bajo la curaduría del fotógrafo Eduardo Martí, uno de sus amigos más entrañables. Se trató de la primera presencia pública de parte del “archivo Spinetta”, resguardado desde aquel triste febrero por sus cuatro hijos. En el medio, habían encontrado un pendrive de su padre con algunas canciones inéditas, grabadas junto a Rodolfo García y Daniel Ferrón en 2011. La calidad del material y una suerte de “deber ser” en cuanto a la publicación post mortem de artistas trascendentes hicieron que, a finales de 2015, saliera a la calle Los Amigo, un disco con siete de aquellas canciones. Cinco años después, a 70 años del nacimiento de Spinetta, se publica Ya no mires atrás, también con siete tracks guardados en aquel pequeño dispositivo, que fueron grabados entre 2008 y 2009 con la banda que lo acompañó en su último disco (Un mañana, de 2008) y en sus últimos días: Claudio Cardone en teclados, Nerina Nicotra en bajo y Sergio Verdinelli en batería. Se trata de una publicación digital, con el arte conformado por dibujos hechos por el músico, acompañados por el diseño gráfico de Alejandro Ros.
En 2019, el canal National Geographic presentó el capítulo dedicado a Spinetta de la serie Bios: vidas que marcaron la tuya, donde también aparecieron imágenes de archivo hasta entonces desconocidas, y se escuchó por primera vez la canción “Ya no mires atrás”, en tomas donde la familia participa de la mezcla en el estudio. Fue señal de que algo más vendría. Si en la obra de Spinetta el funk estuvo ejecutado con vorágine durante la época de los Socios del Desierto, aquí la velocidad es otra, acompasada al aire jazzero de la banda que conformó en sus últimos años.
Es torpemente inevitable asociar el consejo “ya no mires atrás” con la máxima “mañana es mejor” de la impactante “Cantata de puentes amarillos”, escrita hace casi medio siglo. En el libro Martopía, el periodista Juan Carlos Diez le consulta a Spinetta por la existencia de temas recurrentes en sus canciones:“Hay una serie de obsesiones. El sol, los andenes, las esperas bajo la lluvia, típicos de la literatura pop”, comienza contestando. En un sentido más utópico y de esperanza, el tiempo es, tal vez, la mayor de esas obsesiones. En el inicio de la canción que da nombre a este disco, Spinetta nos canta: “Lo que sueñas y no dices tal vez será canción”, transformación literaria similar a: “Lo que está y no se usa nos fulminará”(“Elementales leches”, 1974). A su vez, retoma la figura metafórica de la muralla, para ahora cruzarla y encontrar la luz, después de“tú eres la única muralla, si no te saltas, nunca darás un solo paso”(“La búsqueda de la estrella”, 1971). El ejercicio temporal hace que al escuchar “Agua de río” recordemos al Spinetta del disco Téster de violencia, no sólo por el sonido ochentoso de la banda, sino por cierto rejuvenecimiento de la voz y sus acentuaciones típicas. La siguiente es “Nueva luna, mundo arjo”, una zamba escrita en la época de Spinetta Jade que había sido tocada en vivo infinidad de veces pero, hasta ahora, no grabada en estudio. Por primera vez en el disco, a la banda se suma Juan Carlos “Mono” Fontana, figura mítica de los teclados y sintetizadores argentinos que, a través de una “usina de sonidos” –según nomina la ficha técnica de la canción–, hace que sea una zamba alejada de la crudez sonora de “Barro, tal vez”. Alguna vez, Spinetta dijo que “Nueva luna…” era una canción que representaba a su país: “¿Y esta tierra que tiembla al hablar…? Mundo arjo de argentum y dolor…”. En “Merecer”, el clima lo rompen las voces rapeadas de Dante y Valentino Spinetta, sus hijos, como hizo Illya Kuryaki and the Valderramas (con Dante y Emmanuel Horvilleur) en la versión de “Ana no duerme”, del disco de Spinetta grabado en Obras, a fines de 2001. Otro invitado del disco fue el pianista Alejandro Fanov, presente en “Luces y sombras” y en “Diadema”, donde además participó de la composición. En esta última, se acompañan con Spinetta en las notas tocadas y cantadas, y la atmósfera se coloca de un modo misterioso, que incluye la rareza de un fade out que suena a despedida. Tal vez lo es, aunque la muerte de un creador tan activo y trascendente significa que la despedida se termina cuando empieza la próxima canción.