El neorrealismo italiano fue, quizá, el más influyente de los movimientos cinematográficos de la historia; finalizada la Segunda Guerra Mundial, un grupo de cineastas salió a las calles destruidas de vastas zonas de Italia y comenzó a capturar los dramas humanos que vivía la gente común, a menudo en las mismas locaciones representadas, sin valerse de actores profesionales y logrando planteos que despertaban cuestionamientos profundos, interpelando moralmente al espectador. Puede decirse que esta película es una digna heredera de esa forma de pensar y concebir el cine; a partir de una situación actual apremiante, la directora Nely Reguera se basó en experiencias propias para crear una historia tan inquietante como singular.
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