La situación en varios hospitales y clínicas del Gran Buenos Aires se agrava: pacientes afectados por covid-19 deben ser trasladados de una institución a otra por falta de oxígeno en la terapia intensiva. En una reunión en Casa Rosada, los expertos alertaron un panorama posible de no tomarse las medidas necesarias y a tiempo: tener que elegir a qué pacientes intubar. En el distrito de Escobar, provincia de Buenos Aires, ya comienzan a aplicar el «protocolo de ética» frente a la carencia de camas, respiradores y oxígeno en las clínicas.
El consumo de oxígeno de cada hospital se triplicó en tan solo diez días, según el viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak. Si bien no existen datos oficiales sobre la cantidad de oxígeno faltante, trabajadores de la salud ya alertaron sobre la gravedad de la situación. Gerardo Laude, jefe de guardia del hospital Muñiz, comunicó a Télam que están «racionalizando y administrando en los casos más urgentes» el uso del oxígeno. La Cámara de Emergencias Médicas Prehospitalarias manifestó su preocupación por el posible faltante de este insumo en las ambulancias. La Clínica de la Comunidad, en Ensenada, en la provincia de Buenos Aires, ha sido la primera institución en informar públicamente que se vio obligada a cerrar la guardia ante su falta y la de otros insumos.
LOS DUEÑOS DEL AIRE
Según el gobierno, la demanda actual de oxígeno (de alrededor de 1.506 toneladas por día) supera la capacidad máxima de este sector (860 toneladas por día). ¿Por qué un recurso vital como el oxígeno se ha convertido en un insumo escaso? ¿Quiénes son los «dueños del aire»?
Maximiliano Arecco, trabajador de la química Linde (ex-Praxair), sociólogo e investigador de la temática, no encuentra mejores palabras para describir al conjunto de empresas que concentran la industria de gases industriales y medicinales. Las ganancias del sector son millonarias porque la principal materia prima se encuentra por todas partes y no tiene costo. Y también porque, como asevera Arecco, el sector tiene una importancia estratégica al abastecer a otras ramas industriales (petrolera, automotriz, siderúrgica, metalúrgica, frigorífica, alimenticia, bebidas gaseosas, construcción), además de a hospitales y clínicas.
Como sucede con las vacunas, el oxígeno está más disponible en los países ricos (más industrializados) y escasea en los pobres, especialmente en América Latina y África, pero también en India. Solo cuatro empresas controlan el 90 por ciento de la producción de gases en el mundo: Air Liquide (francesa, opera en 80 países), Linde (alemana, opera en más de 100 países), Praxair (estadounidense, opera en más de 30 países), y Air Products (estadounidense, opera en más de 50 países). En total, facturan 61.500 millones de dólares y emplean a 137 mil trabajadores.
En Argentina se encuentran las cuatro. También en este país, controlan el 90 por ciento del mercado nacional: Linde (que compró las operaciones de Praxair en el país), Air Products (ex-Indura) y Air Liquide. Según la revista Mercado, en 2015 Air Liquide, Praxair y Linde se encontraban entre las 640 empresas con más ingresos de Argentina. Han ido comprando empresas nacionales y promoviendo la desindustrialización, ya que se abastecen con materiales que producen en sus países de origen. A diferencia de las empresas chicas, tienen plantas productoras propias, tecnología mucho más avanzada y contratos corporativos en todo el mundo y a largo plazo con los grandes consumidores, y disponen de mayor capital y crédito para desarrollo tecnológico e infraestructura.
LA PRODUCCIÓN DE OXÍGENO MEDICINAL
Tanto el gobierno como los trabajadores de Linde confirman que hoy «se trabaja al 100 por ciento» de la capacidad instalada para producir oxígeno medicinal y que «no hay capacidad de producir más» en las plantas químicas. La opción más lógica consiste en redirigir la producción de oxígeno industrial para abastecer el consumo medicinal, ya que, como explica un trabajador de Linde, el oxígeno que se produce para uno u otro consumo es el mismo. «Una máquina toma de la atmósfera el aire, otra máquina discrimina los gases por temperatura: oxígeno, dióxido de carbono, argón. Cuando tenés el oxígeno, la única diferencia entre el que va a la industria y el que va a los hospitales es que un laboratorio debe analizar la pureza del medicinal, que debe ser del 90 por ciento».
Sin embargo, esta medida –ya tomada por el gobierno– se enfrenta con dos problemas. Hace 20 años el oxígeno se producía mayoritariamente en plantas químicas, era fraccionado y envasado en tubos o en camiones cisterna que luego abastecían a tanques instalados en otras industrias y hospitales. Hoy predominan las plantas on site: instalaciones pequeñas en hospitales e industrias, que se autoabastecen de oxígeno por medio de tuberías y son controladas desde un punto fijo que las empresas intentan mantener oculto de los trabajadores. Plantas así existen hoy en empresas como Ford o Volkswagen, pero no existen en los hospitales. Esta tecnología «de punta» es patrimonio de los privados.
El cambio tecnológico crea dificultad para contar con los tubos y camiones cisterna necesarios para trasladar mayores volúmenes de oxígeno desde las plantas on site instaladas en la industria hasta los hospitales. «Linde tiene una planta productora en Campana y abastece a las siderúrgicas Siderca, Siderar y algunas más de la zona. El acuerdo con el gobierno fue que no se le provea más a esas empresas y que todo eso que produce Campana vaya a los hospitales. El problema es cómo le enviás eso, porque el fraccionamiento del oxígeno en tubos no existe más y no hay suficiente cantidad de camiones cisterna que lleven y traigan el producto. Es un embudo», concluye un trabajador de la compañía química. Segundo problema: el corte de suministro a la industria causa revuelo en empresarios de los sectores industriales que necesitan oxígeno para funcionar. Si la industria se frena, las ganancias también.
IMPROVISACIÓN ESTATAL, OLIGOPOLIO Y DESINVERSIÓN
La otra opción es aumentar la capacidad instalada. «Montar una planta de oxígeno medicinal no es tan difícil, pero requiere inversión. El gobierno tuvo un año para prepararse, así como aumentaron las camas, tendrían que haber aumentado todos los recursos necesarios. Hoy el país no puede entregar tanto oxígeno medicinal en tan poco tiempo. Y no se preparó nada, la realidad es esa», dice otro obrero de Linde.
Además de al Estado, otra gran parte de la responsabilidad le cabe a las empresas. «A los privados les gusta la guita, pero no se quisieron arriesgar. No creo que Linde abra una planta, porque los tipos piensan a futuro y, dentro de seis meses, esa planta no les sirve más. Si hace un acuerdo con el gobierno, puede ser», dice un trabajador. Su compañero coincide: «Para la empresa todo esto es un negocio gigante. Ya tiene todo el producto vendido mientras no hace las inversiones que se requiere en equipos, personal, más plantas…».
Recientemente, Evan Spark-DePass, director de Dinámica de Mercado de la ONG PATH (siglas en inglés para Programa de Tecnología Apropiada en la Salud), con sede en Seattle, explicó a la BBC que construir una planta de oxígeno líquido es «extremadamente costoso» y que «la empresa debe tener la certeza de que existe una demanda suficiente para que su negocio sea rentable».
Ante esta situación, el gobierno argentino se apuró en congelar el precio del oxígeno, que ha registrado un incremento que no tiene relación probada con una suba en sus costos de producción (una medida publicada el jueves 29 de abril en el Boletín Oficial y que rige durante 90 días). La estrategia de vender el oxígeno con sobreprecios tampoco es novedad. Periodistas de AFP han denunciado especulación en torno a los precios en Perú y la existencia de mercados negros en Brasil (28-IV-21). En países como España, Holanda, México, Argentina, Perú y Chile ha habido sanciones por concertación de precios, reparto de mercado y restricción de libre competencia en el sector.
En Argentina, estas corporaciones fueron sancionadas en 2005. Arecco explica que, tal como demostró la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía y Producción de la Nación, entre 1997 y 2002, Praxair, Air Liquide, Aga e Indura vendían a los hospitales públicos gases con sobreprecios de hasta un 500 por ciento, por lo que fueron multadas en 26, 24, 14 y 5 millones de pesos, respectivamente. Además, Defensa de la Competencia descubrió que, en los casos en los que un nuevo proveedor intentaba romper el acuerdo de precios de las cuatro multinacionales dominantes, estas, para impedirlo, suministraban el producto por tiempo indeterminado a título de donación o lo vendían a precios extremadamente bajos. «Una vez desaparecido el riesgo del competidor no alineado, volvían a los sobreprecios», señala el obrero químico.
Además, desde 2013 hubo un proceso de cierre de establecimientos de producción de oxígeno en Mar del Plata, Bahía Blanca y Bella Vista. Un trabajador de Linde, del sector de mantenimiento y reparación de camiones, tanques y termos de oxígeno para uso medicinal, denuncia el desguace de esa área que se vive desde hace dos años, cuando la compañía se fusionó con la empresa Praxair: «Todos hablan del faltante de oxígeno, pero nadie habla del papel que están jugando las corporaciones». La fusión trajo aparejada el achique de la estructura de producción, la tercerización y la reducción de personal. «Se trata de un sector clave, porque hacíamos mantenimiento en los camiones que se encargan de la distribución de los equipos, con personal especializado. Hoy en día hay muchas roturas, porque al tercerizar el servicio baja la calidad del mantenimiento», cuenta.
(Publicado originalmente en Ideas de Izquierda. Brecha reproduce fragmentos.)