La eficacia del terrorismo de Estado - Semanario Brecha
El tremendo dilema de la acogida de refugiados en «terceros países» frente al genocidio en Gaza

La eficacia del terrorismo de Estado

Un grupo de niños palestinos del norte de Gaza desplazados al sur, luego de la operación militar israelí del 18 de setiembre de 2025. Xinhu. Rizek Abdeljawad

La ofensiva militar actual de Israel tiene como principal objetivo estratégico expulsar a la mayor cantidad posible de palestinos de la Franja de Gaza. La muerte de decenas de miles de personas, la destrucción de infraestructuras y de la sociedad palestina en Gaza y el genocidio en curso no es el fin, sino el medio utilizado para ese objetivo estratégico. Lo dicen varios ministros israelíes, no solo los del ala mesiánica del gobierno como Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, sino también Israel Katz y otros voceros del Likud. El mismo Benjamin Netanyahu confirmó hace un par de meses que se buscan países dispuestos a acoger desplazados de Gaza.

El plan publicado por The Washington Post, según el cual se ofrecerán 5 mil dólares a cada gazatí que acepte emigrar, fue diseñado en 2024 con la aprobación de la oficina del primer ministro de Israel. Es muy similar a un plan que a fines de 2023 se filtró de las oficinas de su Ministerio de Información. Obviamente fue facilitado por el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 y por la retención de los rehenes israelíes. Sin embargo, hubo planes para promover la emigración de palestinos de Gaza desde comienzos de los setenta, poco después de iniciada la ocupación militar israelí de esa tierra. Entonces fracasó un ensayo que incluía financiación mínima a jóvenes palestinos dispuestos a emigrar a Brasil y Paraguay.

Los proyectos se basan en la fantasía de algunos sectores sionistas por replicar la guerra de 1948, cuando el desplazamiento de cientos de miles de palestinos permitió crear una continuidad geográfica con mayorías judías suficientes para establecer el Estado de Israel. Sea por la fuerza o por alentar la emigración, esos sectores (el rabino Meir Kahane o el exministro Rehavam Zeevi) han sostenido que el transfer de árabes iba a viabilizar el dominio del Estado judío sobre la totalidad de la Tierra de Israel. La estrategia actual del gobierno de Israel en Gaza encaja en esa visión. El brutal ataque de Hamás dio el pretexto y creó las condiciones óptimas para intentarlo allí. En su versión pragmática, dirigentes laboristas (Yigal Alon) o del Likud (Ariel Sharon) que no consideraban realista dominar toda la Tierra de Israel proponían desplazamientos parciales y paulatinos de palestinos junto con la colonización judía para crear en Cisjordania «territorios con la mínima cantidad de árabes» que fueran anexables. Eso es lo que el ministro de finanzas Smotrich implementa en varias zonas de Cisjordania.

A medida que la ofensiva militar israelí prosigue, se suman más muertos, sea por bombas y balas (más de 65 mil), por inanición (rondan los 100), por desapariciones bajo los escombros (más de 10 mil) o por causas naturales, que exceden la estadística normal de mortalidad y que fallecieron por falta de atención médica y de medicamentos, además del debilitamiento ocasionado por la desnutrición (más de 20 mil). Con la conquista de la ciudad de Gaza, la mortalidad aumentará. Cientos de miles de evacuados de esa ciudad se amontonan en espacios reducidos y en condiciones muy precarias junto con cientos de miles de otros desplazados. La crisis humanitaria va a agravarse.

Voceros de Israel desafían a quienes alzan su voz por el genocidio: si se preocupan tanto por los palestinos, ¿por qué no los ayudan a emigrar abriendo las puertas de sus países? Es un chantaje cínico. Reconocer el cinismo de quien destruye vidas e infraestructuras para expulsar a un pueblo no significa desconocer el drama real. Algunas víctimas piden emigrar no porque quieran «rendirse» ante el gobierno de Israel, sino porque quieren vivir y salvar a sus hijos.

A medida que prosiga la ofensiva militar israelí, serán muchos más los que pedirán refugio, de la misma manera que sucedió durante los crueles bombardeos del régimen de Bashar al Asad sobre la población de Alepo hace pocos años. La derecha xenófoba europea tiene las cosas claras: aplaude al gobierno de Israel porque coincide con su racismo islamófobo y se opone a acoger palestinos en sus países. Israel busca destinos para los palestinos gazatíes fuera de Europa. En mayo trascendió que se había logrado el consentimiento de la fuerza que gobierna partes de Sudán del Sur, un país descuartizado por guerras y desplazamientos de población. Israel y Estados Unidos presionaban también a Somalilandia y a Etiopía. En estos países los palestinos serán carne de cañón para poblar zonas de las que otros fueron recientemente desplazados o, en el mejor de los casos, mano de obra barata para proyectos de reconstrucción.

El dilema que se acentuará durante las próximas semanas ante gobiernos con mínima sensibilidad humana es cuándo y cómo acoger a palestinos que solicitan refugio. Por un lado, es un imperativo moral asistir y rescatar a quienes se encuentran en alto riesgo de muerte. Por otro, es un imperativo moral no colaborar con un proceso de limpieza étnica y desplazamiento forzado. La admisión de refugiados gazatíes por «países terceros» (así los denominan en Israel) demuestra la eficacia del terrorismo de Estado, complementa la estrategia del gobierno de Israel y lo alentará a intensificar su presión inhumana.

Entonces, ¿cómo salvar gente sin incentivar al gobierno de Israel a proseguir con las masacres? Tremendo dilema. Y, de acuerdo con declaraciones del canciller Mario Lubetkin, el dilema ya llegó al gobierno uruguayo. Algunas familias gazatíes solicitaron refugio en Uruguay. Con una larga historia de acoger inmigrantes y dar refugio a perseguidos, Uruguay tenderá solidariamente a recibirlos y asistirlos. La única manera de hacerlo sin incentivar el accionar genocida es denunciar y sumarse a las sanciones prácticas ya asumidas por otros gobiernos progresistas.

Desde 1948, en las ocasiones en que Israel ha desplazado poblaciones palestinas, casi siempre ha evitado su retorno. La tierra abandonada por palestinos ha sido automáticamente colonizada por israelíes. Solo durante los acuerdos de Oslo, cuando parecía que se llegaba a un compromiso histórico, se permitió a algunos miles de palestinos regresar del exilio a Cisjordania. Quienes abandonen Gaza tienen derecho a retornar. Para no ser cómplices del desplazamiento forzado, los gobiernos tienen que comprometerse con el derecho de los refugiados a retornar a sus lugares de origen, de la misma manera que los exiliados de la dictadura uruguaya se reservaron ese derecho. En los setenta, Israel obligaba a los palestinos que emigraban a firmar un documento en el que renunciaban a retornar y eso mismo intentará ahora. Hay que denunciarlo y evitarlo. No solo por los derechos de las víctimas en Gaza, sino por el peligroso precedente para otros conflictos.

Artículos relacionados

En 2024, hubo negligencia estatal en la mitad de las muertes en cárceles

Hasta las manos

Edición 2076 Suscriptores
Una recorrida por los módulos 10 y 11 del ex-Comcar, que el INR busca clausurar

La ciudad del llanto

A 80 AÑOS DEL NACIMIENTO DE ELENA QUINTEROS

Restituciones

Edición 2073 Suscriptores
La Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley de muerte digna

También libertad

Media sanción a la ley de eutanasia

Una muerte honorable