La estrella de mar que venció al presidente - Semanario Brecha
Sobre el Mar del Plata Canyon Divestream

La estrella de mar que venció al presidente

Una transmisión en directo, un viaje al abismo y un inesperado fenómeno argentino.

Imagen submarina captada por el vehículo de opración remota (ROV) SuBastian CONICET

Les escribo desde el año 2025 y no me van a creer, pero acá la gente mira cada vez menos televisión. Todos están como locos con el streaming, un flujo interminable de «contenidos» (así se les dice ahora a los programas) que se pueden ver a cualquier hora y en cualquier pantalla. ¿Qué contenidos? De todo: desde un pibe que junta basura para hacer artesanías hasta unos señores armenios que cocinan al aire libre, más radios y canales de TV tradicionales.

Me encontraba lidiando con la adicción a las noticias argentinas, pero anoche tuve que ver el programa de Fantino. El dólar se había disparado y el gobierno de Milei estaba en un brete. El presidente hizo un raid por medios amigos para «calmar a los mercados», atribuyendo la corrida a un complot entre la vicepresidenta Villarruel, la oposición, el premio Nobel Joseph Stiglitz, los periodistas y tres bancos. Todo muy tranquilizador. A la derecha de la pantalla, el menú ofrecía un abanico de streams: Blender, Olga. Uno me llamó la atención: Mar del Plata Canyon Divestream. Me impactó la cantidad de espectadores: 52.100 a las once de la noche. Era más audiencia que todas las demás opciones juntas y casi el doble que la «entrevista» a Milei.

Un equipo de científicos del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) realizaba una transmisión desde un barco en el talud continental, con cámaras a 3 mil metros de profundidad. Al principio, me pareció raro que eso tuviera tanta audiencia, pero, en menos de lo que canta un pepino de mar, quedé atrapado. La imagen del paisaje submarino parecía de otro planeta, y los científicos iban describiendo todo lo que aparecía bajo los focos de un vehículo controlado desde la superficie, mientras conversaban y bromeaban con la gente del chat. Un brazo mecánico y una aspiradora se encargaban de recolectar muestras de fauna marina.

«Esto es extraordinario», me dije. Tenía que compartirlo. Agarré el teléfono.

—Che, soy yo. ¿Cómo andás? Ah, ¿dormías? Sí, es medio tarde. No, no pasó nada grave. Era para avisarte que están transmitiendo con una cámara desde el fondo del mar… ¡Y encontraron una estrella igualita a Patricio, el de Bob Esponja! ¿Hola?… ¿Hola?

En fin. Ellos se lo pierden. Me hice un café y dejé que el perro se subiera al sillón. La noche iba a ser larga.

UN MUNDO EXTRAÑO

El vehículo bajó junto a una pared rocosa que parecía no tener fin. Desde la oscuridad más completa surgieron al cono de luz las formas de vida más increíbles. Pudimos ver medusas de neón, peces transparentes, gusanos fluorescentes y anémonas cristalinas. Cada tanto, alguno de los investigadores llamaba la atención sobre un individuo determinado y los brazos robóticos se ponían en funcionamiento.

Se vivían momentos de tensión similares a los que se dan en torno a una de esas maquinitas en las que una mano-grúa intenta atrapar peluches. Acá teníamos una ambivalencia con el Rafa. Por un lado, ponderábamos la habilidad del operador, pero, por el otro, hinchábamos por el bicho escapista. Porque, después de todo, uno también se pone en los zapatos del pulpo que tiene su vida más o menos encaminada en la oscuridad, 3 mil metros bajo el mar. ¿Qué probabilidad había de cruzarse con estos tipos (unos porteños, además), que aparecen con las luces largas para secuestrarlo?

El tiempo vuela cuando uno está entretenido, y, a las siete de la mañana, llegó el cambio de turno del equipo científico. El investigador que toma la posta actualiza la información: el proyecto se llama Oasis Submarinos del Cañón de Mar del Plata: Talud Continental IV, y entre sus objetivos están los de estudiar hábitats marinos vulnerables, documentar la biodiversidad de invertebrados y peces, analizar el ADN ambiental y medir el impacto de la actividad humana, como la presencia de basura y microplásticos, en una zona clave constituida por la confluencia entre las corrientes de Brasil (cálida) y la de Malvinas (fría).

La expedición es producto de un convenio entre la fundación estadounidense Schmidt Ocean Institute y el Conicet, y se realiza a bordo del buque oceanográfico, el Falkor (Too). La zona de estudio es el cañón de Mar del Plata. El equipo se integra por 25 investigadores del Conicet y de varias universidades argentinas. Se trata de la cuarta campaña en la zona y la primera que utiliza un vehículo robótico (el ROV SuBastian), capaz de sumergirse a más de 3 mil metros y recolectar muestras con un daño mínimo del entorno.

La experiencia es increíble. Es como recorrer la superficie de Marte, pero mucho mejor, porque Marte es un páramo polvoriento y esto está lleno de bichos geniales de todas las formas y colores, adaptados a condiciones extremas. Entre nosotros, estuve pensando que
si bien las condiciones son extremas, también son muy estables. A esas profundidades, la amplitud térmica es de apenas dos o tres grados. Muy extremos y todo, pero a esos bichos nunca les va a pasar de salir a las siete de la mañana con dos grados y morirse de calor al mediodía.

UN FENÓMENO SOCIAL

Hay algo inusual: personas que admiten ignorar cosas. Los investigadores no tienen problema en contestar con un «no sé» a las preguntas del chat. Ya sea porque se encuentran frente a algún organismo desconocido o porque el colega especialista en ese bicho se encuentra de turno. Hoy, que hasta el último panelista del programa menos serio parece saber y opinar de todo, no es cosa menor.

La transmisión se convirtió en un fenómeno cultural. Hay una playlist de Spotify, pantallas gigantes en discotecas y reseñas en informativos. Varios de los bichos fueron bautizados por la gente con nombres como batatita o langosta Barbie, aunque el más popular fue la «estrella culona», que muchos asociaron a Patricio, el personaje de Bob Esponja. Los niños, que al lanzamiento de la transmisión disfrutaban de sus vacaciones de invierno, enviaron dibujos de los animales.

Las repercusiones de este stream alcanzaron todos los medios virtuales. En X (territorio de mensajes sistemáticos de odio, en el que el aparato de comunicación libertario se hace fuerte) aparecieron algunos posteos aislados como: «Buen día a toda la gente normal que quiere destruir la totalidad de la fauna marina para sacar petróleo», pero, por unos días, lo que llaman «la calle online» fue copada por muestras de apoyo al Conicet. De algún modo, este evento despertó los mismos sentimientos que se expresaron en la calle real con las marchas por las universidades. El Conicet fue uno de los organismos más atacados y desfinanciados en este período. El biólogo Gregorio Bigatti declaró: «Tenemos material para diez años de estudio, pero sin financiamiento, el sistema científico se desangra».

La expedición al cañón Mar del Plata concluye el 10 de agosto, pero la buena es que el 20 de ese mismo mes se iniciará en nuestras costas el proyecto denominado Sub 200, con investigadores de la Universidad de la República y el equipo del Schmidt Ocean Institute.

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